No se adelanta nada afrontando la mala suerte coléricamente. En primer lugar, porque nunca está del todo claro qué hay de bueno y qué de malo en lo que nos depara el azar y, en segundo lugar, porque "ninguno de los asuntos humanos es digno de gran inquietud". A cada paso vamos echando los dados y lo inteligente es elegir el resultado fatal como si fuera el mejor para nosotros, "y no hacer como los niños que, tras haberse golpeado, se agarran la parte afectada y pasan el tiempo dando gritos, sino acostumbrar al alma a darse la curación rápidamente y a levantar la parte caída y lastimada, suprimiendo la lamentación con el remedio".
Platón, República 604 b-e.
Uno de los argumentos que utiliza Platón para negar la entrada a los poetas en la ciudad bien diseñada "en el logos", es que los buenos poetas -que son los peligrosos- hacen del fracaso personal buena literatura.
Plutarco recoge este párrafo en De tranquilitate animi.
La oposición platónica a los poetas obedece, creo, a que estos apartan de la vía racional. No estoy seguro de si Jenofonte es de la misma opinión que su condiscípulo: ¿no es el poeta Simónides -razonablemente- un filósofo en el Hierón?.
ResponderEliminarLa desconfianza de la literatura excesivamente basada en las emociones es de raiz análoga: la preferencia del tío Leo por Jane Asten frente a Dostoievsky.
De lo que hay poca duda es de que hace ya mucho que la propaganda, la publicidad y todas las variaciones de la manipulación hacen uso del arte de los poetas.