Nada que tenga que ver con los dientes puede sorprendernos a los españoles. Al menos a los españoles que crecimos oyéndole cantar a Juanito Valderrama "me voy a hacer un rosario con tus dientes de marfil" o, simplemente, viendo cantar a Ana Belén.
Así que si Feijoo nos cuenta que "un soldado portugués, habiéndosele acabado las balas en la pelea, se arrancaba los dientes para cargar el mosquete con ellos y disparar a los enemigos”, pues nos encogemos de hombros y seguimos leyendo.
Y si en Las andanzas y prodigios de Ben-Sirá nos enteramos de que este buen hombre, Ben-Sirá, nació sin que yaciera su madre con varón, que fue tan justo y tan sabio que nunca mantuvo ninguna charla vana ni se quedó dormido en la sinagoga, que nació con dientes y que al nacer le confesó a su madre que ambos tenían el mismo padre, decimos "¿y qué?".
Y si Claudio Eliano nos asegura que "el cireneo Euridamante ganó un combate de boxeo en el que el adversario le sacó los dientes y él se los tragó para que su adversario no se diera cuenta", ni nos inmutamos.
Pero por si alguien no dice "¿y qué?" sobre Ben-Sirá y quiere saber algo más sobre él:
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