Buscar este blog

miércoles, 13 de julio de 2016

Cuando el deber parece un vicio

Me encuentro con X en un chiringuito de la playa de Ocata. Su hijo de 9 años está sentado a su lado, resolviendo con suma concentración los ejercicios de un cuaderno de repaso de vacaciones. Nada más verme, siente la necesidad de declararse inocente: "No te lo creerás, pero ha sido él quien lo ha pedido, y míralo, tan a gusto está". Casi parece que está justificando un vicio solitario de la criatura. 

2 comentarios:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Lecciones no aprendidas

  I Como con frecuencia me cuesta decir que no, me veo obligado a asumir las consecuencias de mi pusilanimidad: vivo bajo un alud de comprom...