Efectivamente, con el Mediterráneo pasó lo mismo que con Gaudí y los catalanes. En este caso fue imprescindible la mediación de los japoneses. A los nórdicos que venían por aquí tanto como el paisaje y la luz les sorprendía la indiferencia de los lugareños hacia la belleza que ellos tanto apreciaban.
Los nórdicos tienen estos "cops amagats". Nadie como Axel Munthe, que era sueco, ensalzó la belleza de Capri. Y en realidad, la "pérgola italiana" recuerda enormemente a la que él mismo recreó en la villa San Michele, que convirtió en su hogar en la propia isla que cantó Hervé Vilard... Maria
Ya desde mediados del XVIII franceses, alemanes y británicos se empeñan en verse a sí mismos como los auténticos herederos de Grecia. Para dar más realce a su herencia incluso crearon ese constructo al que seguimos conociendo como Siglo de Pericles. Nuestros ilustrados querían ser o franceses (en su mayoría) o británicos.
Nos han vencido, Don Gregorio. Desde que arrasaron Roma que nos llevan ventaja. Ellos descubrieron el Mediterráneo, pero nosotros llevábamos siglos disfrutando de él sin convertirlo en un producto. Siglos después exaltaron la dieta mediterránea que habíamos comido toda la vida, mientras nos vendían comida basura que nos comemos con fruición. Tienen hasta la desfachatez de crear personajes que elogian la siesta y la pereza, en un vergonzoso intento de apropiárselo. Me niego a sucumbir ante sus embates, porque sé que nosotros tenemos razón, que nuestro modo de vida es mejor que el suyo pese a que el suyo es el que nos han impuesto. No quiero ser competitivo, ambicioso ni rentable. Quiero ser mediterráneo, beber vino en el almuerzo, dormir la siesta, discutir a gritos de cosas banales y medir el tiempo con las cosechas. Aquí sabemos que el tiempo y la paciencia son virtud, pero los bárbaros han conseguido ponerle precio al tiempo y han convertido la paciencia en defecto. No por nada aquí fuimos fieles a la fermentación mientras que ellos abrazaban la destilación.
Una maravilla de cuadro. Luz,luz, más luz, eso es el Mediterráneo
ResponderEliminarMallorca, Grecia y Priorat en una preciosa imagen. Amo el secano.
ResponderEliminarAntes de ver el nombre del autor he pensado: mira, un Rusiñol que no conocía.
ResponderEliminarEs curioso... a mi me recordó a Joaquín Mir.
EliminarTantos siglos viviendo a sus orillas y tuvieron que ser los bárbaros quienes inventaran el Mediterráneo.
ResponderEliminarEfectivamente, con el Mediterráneo pasó lo mismo que con Gaudí y los catalanes. En este caso fue imprescindible la mediación de los japoneses. A los nórdicos que venían por aquí tanto como el paisaje y la luz les sorprendía la indiferencia de los lugareños hacia la belleza que ellos tanto apreciaban.
EliminarLos nórdicos tienen estos "cops amagats". Nadie como Axel Munthe, que era sueco, ensalzó la belleza de Capri. Y en realidad, la "pérgola italiana" recuerda enormemente a la que él mismo recreó en la villa San Michele, que convirtió en su hogar en la propia isla que cantó Hervé Vilard...
ResponderEliminarMaria
Ya desde mediados del XVIII franceses, alemanes y británicos se empeñan en verse a sí mismos como los auténticos herederos de Grecia. Para dar más realce a su herencia incluso crearon ese constructo al que seguimos conociendo como Siglo de Pericles. Nuestros ilustrados querían ser o franceses (en su mayoría) o británicos.
ResponderEliminarNos han vencido, Don Gregorio. Desde que arrasaron Roma que nos llevan ventaja. Ellos descubrieron el Mediterráneo, pero nosotros llevábamos siglos disfrutando de él sin convertirlo en un producto. Siglos después exaltaron la dieta mediterránea que habíamos comido toda la vida, mientras nos vendían comida basura que nos comemos con fruición. Tienen hasta la desfachatez de crear personajes que elogian la siesta y la pereza, en un vergonzoso intento de apropiárselo.
ResponderEliminarMe niego a sucumbir ante sus embates, porque sé que nosotros tenemos razón, que nuestro modo de vida es mejor que el suyo pese a que el suyo es el que nos han impuesto. No quiero ser competitivo, ambicioso ni rentable. Quiero ser mediterráneo, beber vino en el almuerzo, dormir la siesta, discutir a gritos de cosas banales y medir el tiempo con las cosechas.
Aquí sabemos que el tiempo y la paciencia son virtud, pero los bárbaros han conseguido ponerle precio al tiempo y han convertido la paciencia en defecto. No por nada aquí fuimos fieles a la fermentación mientras que ellos abrazaban la destilación.