En
la primavera de 1944 en el París ocupado, los intelectuales que después serían lumbreras
de la Rive Gauche se entretenían con juergas que duraban toda la noche y a las que
daban el nombre de “fiestas”. Además de los imprescindibles, Sartre y Beauvoir, a veces hacían acto de presencia artistas famosos, como Picasso, acompañado de Maar. Beauvoir describió las "fiestas" en La force, como
saturnales de un erotismo contenido. Por cierto que ella había sido expulsada recientemente del colegio en el que trabajaba de maestra por “incitación al libertinaje menor”, que en
su caso significaba, por seducir a una de sus estudiantes, Nathalie Sorokin,
cuya madre se quejó a las autoridades. Pero ya se sabe que hay pedofilias y pedofilias. Pocos meses después Beauvoir comenzó a presentar
una serie de programas sobre la historia del music-hall en Radio Vichy. Pero volvamos a las "fiestas". Allí se iba, sobre todo, a beber. A beber
hasta emborracharse, que era lo glamuroso. “El alcohol nos hacía perder la
contención. Nadie objetaba nada contra la embriaguez y, de hecho, algunos la
consideraban una obligación. Leiris, entre otros, se aplicaba con gran celo y
unos admirables resultados”. “Poníamos discos –añade Beauvoir-, bebíamos y pronto
comenzábamos a ir de aquí para allá por toda la casa, aturdidos”. Como el toque de
queda duraba hasta las siete de la mañana, las fiestas se prolongaban hasta esta
hora. “Comenzamos a organizarlas sólo para pasarlo bien, no tenían nada que ver
con reuniones editoriales ilegales ni con nada semejante”, confesó posteriormente
Sartre. La noche del Día D, la del desembarco en Normandía, la fiesta se celebraba
en casa de Charles Dullin, director del Théâtre de la Cité. Entre los asistentes
se encontraban Sartre y Beauvoir, Camus y María Casares (que animaban las fiestas
con sus pasodobles), Michel y Louise Leiris y Raymond Queneau.
Fuente: Alan Riding, Y siguió la fiesta
O sea, que ni Hitler nos hubiera librado de esta tropa.
ResponderEliminarMás bien fue al revés, esta tropa no nos libró de Hitler. Menos mal que vinieron los novios de las pin up.
ResponderEliminarOjo, nosotros ni nos liberamos de Hitler ni nos liberaron de el. España se liberó ella sola de Stalin.
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