Hans Holbein der Jüngere, retrato de Erasmus von Rotterdam (1523)
Hasta hoy no me había dado cuenta del libro sobre el que apoya Erasmo las manos, como si estuviese jurando o prometiendo algo. Me imagino que, efectivamente, su gesto puede entenderse como una promesa de fidelidad al "pónos socrático". "Pónos" es el esfuerzo concentrado, diligente, que pode de manifiesto el dominio de sí y, por tanto, la educación del carácter. En el círculo socrático el "pónos" pasa a ser una virtud filosófica porque la capacidad de mantener concentrada la atención durante mucho tiempo en un problema, es lo que caracteriza la erótica filosófica y la pedagógica.
El pedagogo alemán Gustav Wyneken (1875-1964) fue el creador de los términos Jugendkultur (cultura juvenil) y Pädagogischer Eros (eros pedagógico). El primero ha conocido más fortuna que el segundo, gracias a Dios. Que en la pedagogía tiene que haber un cierto erotismo me parece indudable, pues el buen maestro es siempre un amante celoso de lo mejor que su alumno puede llegar a ser, pero los pensamientos de Wyneken no iban exactamente por el camino del amor intelectual. Por eso acabó en la prisión. Pero sus ideas nunca fueron completamente olvidadas. Se extendieron de manera diversa por EE. UU. (Paul Goodman trató esta cuestión en su novela Parents´ Day,de 1951), Inglaterra (Homer Lane, fundador de la Little Commonwealth School, que ejerció una gran influencia en A. S. Neill, el creador de la Summerhill School, y que fue juzgado por comportamiento inmoral con sus alumnos) y Alemania, donde conocieron un resurgimiento en el 68 entre la izquierda radical, decidida a liberar sexualmente a los niños aunque fuera contra su voluntad.Había escuelas en Berlín convencidas de que la represión sexual era la causa subyacente a todas las neurosis sociales. A su parecer, el control del deseo sexual era el principal instrumento de dominio de la sociedad burguesa y la causa de la agresividad inherente al sistema capitalista. Para crear un hombre nuevo había que romper con la represión del deseo. Así, los maestros hacían lo posible para que los niños se enfrentaran a situaciones en que el erotismo fuera ineludible, aunque ellos lo que de verdad querían era jugar. Había que despertar su curiosidad sexual para poder satisfacerla posteriormente. Uno de los libros del momento, Revolution der Erziehung (La revolución en educación,de 1971), criticaba la deserotización de la vida familiar puesta de manifiesto por la prohibición de la actividad sexual entre los niños y el tabú del incesto. Para reerotizar las relaciones humanas se crearon comunas que querían superar toda restricción burguesa eliminando la propiedad privada, las relaciones monógamas y el control venenoso de la vergüenza por parte “del sistema”. Quien quiera más información puede acudir al capítulo 9 de la autobiografía de Daniel Cohn-Bendit, Der grosse Bazar (1975) donde describe su experiencia como maestro en un Kinderladen de Frankfurt. O a sus declaraciones en el programa Apostrophes del 23 de abril de 1982.
G. Luri, La Vanguardia 10 de enero 2012
Las revoluciones las carga el diablo. La versión progre del amor fraternal de los curas acusados de pederastia. Las cosas que hemos visto!
ResponderEliminarEfectivamente, amigo. Según de donde se mire, resulta que un pederasta es un liberador de las pulsiones reprimidas, o sea, un filántropo. La historia comienza a pasarnos factura, con su pátina de cinismo.Cohn-Bendit sigue en el parlamento europeo, impartiendo doctrina moral.
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