La sorprendente historia del novelista canadiense Howard Engel, que se despertó un día descubriendo que aunque podía seguir escribiendo, era incapaz de leer lo que escribía (vía).
Esta afección es más corriente de lo que se cree. Para comprobarlo basta echar una ojeada a muchas páginas de comentarios (no los del Café, evidentemente).
Claudio: Lo sé, lo sé... Juan: Es lo primero que he pensado. Pero lo ierto es que hay gente que apenas corrige lo que escribe. El ejemplo más notable ha sido el de Mozart. Claro que no sé yo si este hombre era un Moazart... En cualquier caso la noticia me ha interesado mucho por lo que tiene de paradójico.
Esta afección es más corriente de lo que se cree. Para comprobarlo basta echar una ojeada a muchas páginas de comentarios (no los del Café, evidentemente).
ResponderEliminar¿Y qué es escribir sin poder corregir?
ResponderEliminarClaudio: Lo sé, lo sé...
ResponderEliminarJuan: Es lo primero que he pensado. Pero lo ierto es que hay gente que apenas corrige lo que escribe. El ejemplo más notable ha sido el de Mozart. Claro que no sé yo si este hombre era un Moazart... En cualquier caso la noticia me ha interesado mucho por lo que tiene de paradójico.