... llegan los buenos deseos de Ruja. La primavera no sería lo mismo sin ellos.
Bulgaria, siempre también, en el corazón.
Ladera de Zaichi Vruh, por donde se extendía la ciudad tracia de Kabyle. La ascendí una mañana de marzo acompañado de Ilia Krastev, director del museo de Yambol, y de Ruja Popova. Y por esa mañana hubiera merecido la pena aquel largo viaje por Bulgaria.
Marzo es un mes maravilloso.
ResponderEliminarUna primavera cada vez más cercana. Abrazos.
ResponderEliminarTumbaíto: Me alegra comprobar que también tiene para usted sentido abandonarse (aunque sea de vez en cuando) al optimismo. Últimamente lo veía envuelto en un nublado, en no sé qué rara desazón. ¿O no?
ResponderEliminarFgiucich: Lo mejor de la primavera es la velada promesa de que trae algo inédito bajo el brazo. Y que eso inédito sea lo de siempre no deja de ser un milagro. La primavera es la única época del año en que resulta elegante y de buen tono ser cursi. Hay que aprovecharla.
ResponderEliminarNo es optimismo. Es que marzo es maravilloso.
ResponderEliminarEstoy deseando que empiecen sus ventoleras.
Dios lo bendiga, don Tumbaíto, porque siempre pone a prueba mi capacidad para la sorpresa. Es usted una magnífica y rara avis.
ResponderEliminarHace hace tres días soñé que veía un avión de pasajeros en pleno vuelo siendo arrastrado por fuertes vientos (de seguro, marcianos).
ResponderEliminarHuy... No vi que mediase un mensaje suyo. ¿Raro? Me gusta pensar que en el pasado lo fuimos menos.
ResponderEliminarPero claro... Estos siglos no han sido muy beneficiosos para nosotros.