Sigue habiendo, por lo visto, quienes continúan creyendo que entre la filosofía y la ciencia no hay diferencias sustantivas porque, en última instancia, todo lo que es relevante saber se reduce al saber científico. Normalmente se los conoce como cientifistas.
Mi sospecha no es que los cientifistas sean demasiado partidarios de la ciencia, sino que no lo son suficientemente. Si lo fueran, respectarían la peculiaridad de los objetos que estudian para preservar su integridad objetiva, puesto que desean conocer la estructura y funcionamiento de la realidad. En este caso, se darían cuenta de las diferencias entre el mundo de la vida y aquello que las explicaciones científicas nos ofrecen sobre el mundo.
La ciencia no es lo primero con lo que se encuentra el hombre en sus relaciones con el mundo, sino que exige una cierta reducción de estas relaciones, o, lo que es lo mismo, una cierta modificación del mundo de la vida. Esto no constituye ninguna objeción seria para la ciencia, cuya relevancia y necesidad no creo que ninguna persona inteligente se atreva a poner en duda. La ciencia necesita reducir la realidad a las variables que puedan ser sometidas a control (sea mecánico o estadístico). De ahí que la ciencia trabaje con hechos y su enorme esfuerzo para desvincular hecho y valor ha hecho de su saber un saber científico... a medida que su objeto se iba alejando más y más del mundo de la vida, de tal forma que aquello con lo que se encuentra de manera inmediata el hombre en sus relaciones con el mundo acaba siendo, simplemente, invisible para la ciencia.
La conciencia de esta invisibilidad es, a mi modo de ver, una conciencia propiamente filosófica.
En el mundo de la vida los valores cuentan. Tanto es así que un hombre -y basta abrir un periódico para constatarlo- está con frecuencia más dispuesto a dar su vida (y lo que es peor, la de los otros) por una metáfora, una metonimia o una sinécdoque que por un teorema.
El viejo Platón ya decía que aquello por lo que peleamos no es por lo que puede medirse, ya que sobre esto disponemos de cánones rigurosos que nos permiten dirimir nuestras diferencias pacíficamente, sino por nuestros valores, es decir, por nuestra singularidad: en definitiva, por lo que nos hace sentirnos portadores de valor. Y es aquí donde topamos con los límites no ya de la ciencia, sino del cientifismo, pues -por ejemplo- el saber que es capaz de construir la bomba atómica no puede ser el mismo que determina el valor de su uso; de la misma manera que el saber que nos permite alejarnos de nuestros valores para enjuiciarlos críticamente no necesariamente es el mismo que nos permite creer en ellos y salvaguardar nuestra fidelidad a los mismos. Más bien lo que parece evidente es que el saber capaz de elaborar bombas atómicas está políticamente al servicio de concepciones del mundo contrapuestas y que parecen carecer de un término medio (científico, obviamente) que permita medir el valor de sus diferencias respectivas.
Si el mundo de la vida es un mundo en que el valor constituye no solamente un dato entre otros datos, sino su sustrato ecológico, habría que ver qué tipo de saber es necesario para entenderlo tal cual es.
Con frecuencia los cientifistas se caracterizan por su negativa a aceptar el mundo tal cual es, porque no les parece suficientemente científico. Lo ven envuelto de telarañas metafísicas y se proponen limpiarlo de polvo y paja para hacerlo meridianamente accesible al saber científico. Y es precisamente aquí donde se muestran pendientes de valores que no está nada claro que sean científicos. ¿Acaso no resulta sospechosamente cargada de valoraciones su desprecio del mundo de la vida?
Los cientifistas se consideran a sí mismos partidarios de la Ilustración, como si tal cosa los vacunase contra toda parcialidad valorativa. Viendo su vehemencia y, sobre todo, su insistencia en utilizar la ridiculización del adversario como arma dialéctica, uno no puede por menos de considerarlos, efectivamente, como hijos de la Santa Ilustración.
Magnífico, don Gregorio. Lo que usted llama "el mundo de la vida" es, creo, lo que yo llamo "el mundo del significado" (y me parece más apropiado, porque un cientifista sólo entenderá por "vida" lo que estudia la biología). Tengo la impresión de que el cientifismo está cada vez más extendido, quizá por el ruido que hacen Dawkins y sus epígonos. Lo cierto es que cuando uno se pone a filosofar con gente de formación científica es muy raro encontrar otra postura que no sea ésta. Y a mí, que soy físico, me resulta bastante descorazonador.
ResponderEliminarLlevo una temporada que mi blog está siendo casi monográfico sobre esto: a raíz de un post sobre "el bus ateo", la discusión se prolongó tanto que dió lugar a otros dos "sobre la posibilidad de lo sobrenatural". Quien tenga (mucho) tiempo puede perderlo en estas lecturas, sobre todo en los comentarios.
A mi me da la impresión de que los cientifistas parten de un entusiasmo comprensible por la ciencia (yo lo comparto) y generalmente lo unen a un rechazo del "oscurantismo religioso". Con una base filosófica muy endeble piensan que la única alternativa a ese "oscurantismo" o al "galimatías" de la filosofía es la claridad de la ciencia (no se da cuenta de que el cienfismo es una filosofía, como el burgués de Moliere no se daba cuenta de que hablaba en prosa). Carl Sagan ha hecho estragos en las mentes de generaciones de estudiantes de ciencias y de ingeniería.
Aplauso y ovación cerrada.
ResponderEliminarNo si al final los malos siempre somos los de toda la vida.
Bueno, bueno, bueno. Nos hemos levantado combativos don Gregorio. Estoy de acuerdo con usted... en algunos puntos. Como historiador no puedo dejar de anotar que, precisamente, hasta la Ilustración todo buen filósofo era un científico. Vamos, que Kant sabía de física lo necesario para no mear fuera del tiesto. Después vino la reacción. Los excesos de la razón, léase Robespierre para simplificar, hicieron que cierto personal se alarmase (no digo que sin motivo) y propugnase eso tan falaz del paradigma romántico. Del cual, como bien sabe usted, arrancan todos los males de la contemporaneidad -incluyendo, claro está, el totalitarismo. Reconstruir esa unidad primigenia no me parece, en estas circunstancias, un mal en si mismo. Otra cosa es que las argumentaciones se lleven al extremo. Aunque, ¿no le parece a usted que sería mejor algo más de lógica y unas gotitas menos de matefísica? Es un poner.
ResponderEliminarAbrazo tomareño
Pseudópodo: Tomo el concepto de "mundo de la vida" de Husserl, el defensor de la filosofía como ciencia estricta.
ResponderEliminarLa ciencia tiene que rechazar (de una manera u otra) el ruido para poder construir ecuaciones. Esa es su grandeza. Pero este rechazo implica también -Prigogine dixit- una cierta ceguera sobre la estructura y funcionamiento de los sistemas complejos, véase la economía. Y la economía es una provincia del mundo de la vida.
Efectivamente, "los de toda la vida" somos los malos. ¡Es usted grande!
ResponderEliminarAdu: Me limitaré, para no extenderme demasiado a comentar su pregunta final, que me parece que apunta a la raíz de nuestra divergencia. "¿No le parece a usted que sería mejor algo más de lógica y unas gotitas menos de metafísica?"
ResponderEliminar1. A mi me puede parecer lo que sea, pero si soy científico debería entender la conducta metafísica como un hecho antes que como una enfermedad.
2. Si en lugar de nombrar a la mala de la película, la metafísica, nombramos a su hermana gemela, tan de buen ver, la poesía, la pregunta ya adquiere otro cariz: ¿Le parece a usted, don Edu, que sería mejor algo más de lógica y unas gotitas menos de poesía?
3. ¿Pero qué diferencia esencial existe entre la metafísica y la poesía?
4. Decía Wittgenstein que de lo que no se puede hablar es mejor callarse. ¡Ni hablar! Si nos callásemos nos quedaríamos sin bailes, sin música, sin estética, sin -en definitiva- sin poesía.
Los cientifistas pueden ser vistos como la facción más extrema del secularismo. Su visión, su 'narrativa' (con perdón) es una en la que la ciencia arranca del mundo creencias falsas y supersticiones.
ResponderEliminarPero me pregunto si en lugar de substituir la religión por ciencia, han puesto en su lugar otra forma de religión. Una que venera por encima de todo la razón instrumental, la autosuficiencia, el control y la autonomía.
Yo Gregorio aunque esté de acuerdo con tu idea final -los límites de la ciencia, la ignorancia de los mismos por el cientismo-, llego a tales conclusiones por diferentes caminos siendo algunos de lo que tú transitas, caminos/argumentos que tampoco comparto.
ResponderEliminarCiertamente el saber que es capaz de construir la bomba atómica no puede ser el mismo que determina el valor de su uso pero la cuestión es adivinar si su valor de uso puede ser determinado por métodos científicos y yo creo que, como intenté demostrar en este post, sí cabe un análisis científico de enunciados prescriptivos. ¿Discrepamos?
En donde yo sí creo que el cientismo falla es en su incapacidad de analizar hechos que no sean computables -regulares- y en su ceguera por afirmar que no existen otros tipos de hechos así como que la propia naturaleza indagativa de la ciencia que se cifra en preguntarse meramente por el cómo deja, a no dudar, preguntas sin responder que el cientismo considera, una vez más injustificadamente, sin sentido. Esto último, lo he tratado precisamente en mi último post.
En suma, yo le critico al cientismo una metafísica que dice no tener y que dice no tener para así poder librarse de la tutela de la filosofía.
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ResponderEliminarSuscribo! Parafraseando creo que a los cientificos les cuesta, en general, ver la ciencia como una actividad humana y, por tanto, sometida a todas las pasiones humanas. Confundiendo el hecho que la ciencia és un sistema formal objetivo, cuando todo va bien, con el uso por personas concretas con intenciones concretas, que és pura subjetividad.
ResponderEliminarPerò, no estoy seguro que esto sea una cuestion de la ciencia y no una cuestion màs general.
Elgoslila és despedeix, Gregorio i companyia, m'ha agradat parlar amb vostés.
Claudio, Héctor: Efectivamente, hay en el científismo una metafísica que no osa reconocerse como tal.
ResponderEliminarEl valor de uso de un arma letal estará condicionado, en todo caso, por los fines cuyo uso potencial pretende preservar. Si los fines son divergentes (piénsese en la guerra fría), podrán coincidir los protocolos (o algoritmos) de uso. Albert Wohlstetter, que el responsable de la elaboración de estos protocolos en los Estados Unidos, era un lógico, pero puso su lógica al servicio de una lógica simbólica específica, la americana. Y es que no hay menos metafísica en la idea de patria o de clase social que en la de Dios.
¿El gos lila s'ha metamorfosejat en pàl·lid? No importa el color, don gos, vostè pot bordar tot el que vulgui per aquest cafè.
ResponderEliminarDon Gregorio,
ResponderEliminarno hay veneno... hay dosis. Por otro lado, las enfermedades existen. Créame. La científica y la poética, por no hablar de la metafísica.
Aunque puestos a ser sinceros, si de alguna enfermedad andamos aquejados es de historicismo.
ResponderEliminarDon EdU: ¿Y si la enfermedad mayor es la convicción de que es posible una salud inquebrantable? ¿O acaso no es esta la promesa teleológica que recorre, como un hilo rojo, todo el historicismo?
ResponderEliminarEn mi opinión, el "cientificismo" es la tesis de que todo problema tiene una solución "científica". En este sentido, la tesis es falsa: hay muchos problemas que no tienen una solución "científica", sino "política", o sea, la solución no consiste en descubrir algunos enunciados empíricos verdaderos que antes desconociéramos, sino en llegar a un acuerdo o emplear la fuerza (p.ej., el problema de estar tú y yo en un bote a la deriva, con víveres sólo para uno).
ResponderEliminarPero al "cientificismo" también se le puede oponer el "megaonfalismo", que consiste en la tesis de que los propios prejuicios contienen la solución a todos los problemas. Es cierto que "el mundo de la vida" contiene significados y valores (los cuales, por otro lado, son habitantes naturales del mundo tanto como las pulgas y los meteoritos, y no veo por qué no estudiarlos científicamente), pero esos significados y valores nos iluminan en nuestros actos tanto como nos CIEGAN y nos DESORIENTAN. En la medida en que el pensamiento racional (o "científico") sirva para DESMONTAR LOS PREJUICIOS que consituyen mayoritariamente los ladrillos del mundo de la vida, yo, personalmente, le doy mi más abierta bienvenida.
Jesús: Precisamente porque "esos significados y valores nos iluminan en nuestros actos", nos orientan en una dirección y no en otra. ¿Es eso estar desorientado?
ResponderEliminarA mi modo de ver la gente siempre está orientada, pero no siempre en la dirección más beneficiosa para nuestros intereses. Claro que... ¿Cómo sabemos qué nuestros intereses no están sustentados también en prejuicios?
Ese es el pecado de la Ilustración, que pretendía arrojar luz sobre la gente por las buenas o por las malas, sin ser consciente de los prejuicio inherentes a este proyecto tan "bien intencionado".
¿Por qué identificar pensamiento racional con pensamiento científico?
¿Seguro que es más racional combatir TODOS los prejuicios de nuestra comunidad que aceptarlos críticamente?
¿Y si no se pudiera vivir sin prejuicios, sería racional entonces desmontar todos los prejuicios?
¿El prejuicio de que, por ejemplo, cuando alguien me dice "te quiero" sabe lo que dice, que es sincero cuando me lo dice y que se mantendrá -al menos un tiempo prudencial- pendiente de este sentimiento, es racional y/o científico? ¿El prejuicio de esperar que las cosas sucedan según nuestros propósitos, es racional y/o científico? ¿El prejuicio de que hay un grupo humano que conforma lo que puedo denominar como "los míos" es racional y/o científico?
Un mundo guiado por criterios científicos y tecnológicos ya fue imaginado pro Nietzsche. A su habitante le bautizó como "el último hombre". No seré yo quien asegure que no vamos hacia él. Sí aseguro que prefiero vivir en un mundo de prejuicios razonables.
¿pero Don Gregorio esta usted a favor o encontra del cientifismo? , es broma, seria necio por mi parte entrar en esta polaridad, nobstante, por experiencia cientifica de demostrar el error del otro, al menos en las sanciones administrativas mediante foto, que estaba aparcado sobre la rejilla, sin posibilidad de manipulación de la imagen, tambien se discute, tambien puede discutirse si es cientificamente correcto mediante la ciencia ridiculizar un argumento, la intención vamas allá hasta ahora, de la ciencia.
ResponderEliminarDebo felicitarle Don Gregorio, por su blog, por sus articulos, y por la amplisima mayoria de los que intervienen en su blog, aunque no comparta en algunos casos sus puntos de vista.
Respuesta de Leo Strauss a un oyente de su curso sobre el Banquete que vinculó a Platón con los valores (Leo Strauss, On Plato's Symposium, p. 211): "Permítame que discrepe con el término 'valor' que usted utiliza. No es traducible al lenguaje platónico y es un término erróneo. Usted quiere decir las cosas buenas y nobles y justas. Nadie ha dado una respuesta satisfactoria a la pregunta ¿Qué es un valor? ¿Es una manzana, si la deseo, un valor? La verdad es que no resulta claro qué quiere decir un valor, si es una manzana si se la desea o el principio por el cual yo la deseo... o sea, porque es saludable o agradable. Pienso que es realmente una mala palabra. Podemos, por supuesto, hablar del valor de un paraguas, ése es un significado totalmente legítimo del término".
ResponderEliminarUn abrazo, don Ruben. Y, por supuesto, bien venidas sean las discrepancias.
ResponderEliminarDokoomoi: Por muy buenas razones Strauss prefería hablar de virtud en lugar de valor. Las entiendo. Pero nosotros tenemos la fortuna de poder distinguir entre valor y precio, que son cosas que sólo confunde un necio (A. Machado).
ResponderEliminarSin embargo cuando Strauss critica la separación entre hechos y valores, separación que la ciencia moderna eleva a categoría moral, es decir, a valor en sí misma, no tiene reparos en defender el valor del valor.
Gregorio, no tengo nada en contra de que nuestra vida esté gobernada por valores (¿por qué otra cosa lo iba a estar?), pero la ilustración y lo que usted llama "cientificismo" (a mí me gusta más el positivismo, un concepto mucho más rico, como muestro en mi blog) se centran sobre todo en la idea de que también estamos gobernados por muchas CREENCIAS FALSAS (no es que los ilustrados fueran muy originales en esto: Epicuro ya lo había dicho), y, EN PRINCIPIO, conviene sustituirlas por creencias verdaderas. No digo yo que convenga hacerlo SIEMPRE: a veces es más beneficioso seguir creyendo una falsedad, pero en todo caso, debería ser cuestión personal de cada uno, no de que haya instituciones empeñadas en seguir transmitiendo creencias falsas o infundadas.
ResponderEliminarY con respecto a los valores, el hecho de que sean esenciales para nuestra vida tampoco nos fuerza a estar ciegos ante el hecho de que muchos de ellos son claramente dañinos (p.ej., el racismo, el machismo, etc), y una crítica racional de esos valores tampoco viene mal de vez en cuando.
D. Gregorio parece haber tenido un amanecer del domingo muy nietzscheano, pero eso no es excusa (o tal vez sea la causa) para hacer que el "viejo Platón" se atragante con el hueso de los "valores"... En fin, también oímos a menudo a los sumos pontífices hablando sobre "valores cristianos" (hasta esas alturas ha llegado el "nietscheanismo para el pueblo"). Strauss queda para otro día o, tal vez, otra noche.
ResponderEliminarSobre la noción de prejuicio: La cadena de las razones tiene un fin, llegados ahí la pala se dobla...es así como actuamos, (Wittgenstein dixit). Pero que haya acciones-certezas que hacemos o tenemos no sobre la base de razon alguna, no significa que se trate de prejuicios, es decir allí no se echa en falta razón alguna porque nada más podría darse (que el mundo no nació conmigo no es una verdad histórica pero tampoco un prejuicio, nada puede fuundamentarlo porque ninguna razón que se diera sería más evidente que el propio enunciado, o, puesto de otra forma,debe formar parte del método de razonamiento histórico el confiar en ese tipo de eunciados).
ResponderEliminar"Tota la visió moderna del món es basa en la il.lusió que les lleis anomenades de la naturalesa són les explicacions dels fenòmens de la naturalesa. Així s'aturen en les lleis de la naturalesa com si fossin quelcom intocable, com els antics s'aturaven en Déu i el destí. I tots dos, certament, tenen raó, i no en tenen. Els antics són, tanmateix, més clars per tal com reconeixen un final clar, mentre que en el sistema nou sembla com si tot quedés explicat."
Es decir ahí sí que hay un auténtico prejuicio del cientificismo: creer que al hablar de leyes de la naturaleza ha quedado todo explicado, pero se trata del fundamentalismo epistemológico y creo que es n prejuicio extensible a muchos más posicionamientos filosóficos.
Jesús: Yo soy -me temo- un poco más escéptico que usted sobre la posibilidad de alcanzar creencias verdaderas. Además me conformaría con creencias saludables. Pienso especialmente en política donde cada vez que decimos "nosotros" ya estamos haciendo metafísica.
ResponderEliminarDookomoi: ¿Ha observado usted la frecuencia con que aparecen en los textos platónicos términos como ophelimos, khrésimos, sympheron, lysiteloun, kerdaleos, déon... demos, si le parece bien, a estos términos el nombre genérico de "vocabulario de la utilidad". La pregunta es: ¿Por qué lo útil es estimable?
ResponderEliminarAlbert: Yo no he pretendido utilizar el término "prejuicio" peyorativamente, sino descriptivamente (no sé si lo he conseguido): como aquello que nos acompaña acríticamente cuando emitimos un juicio. Ortega decía que las ideas se tienen, mientras en las creencias se está. El conjunto de creencias en el que estamos acríticamente es el soporte de nuestras ideas.
ResponderEliminarMi coincidencia genérica y mi adehesión a tu respuesta a Adu de las 11:35 AM. Precisamente me estaba preguntando por las muchas veces que nuestros blogs (los de todos) regresamos a nosostros mismos... pero esto es inevitable y... la mejor demostración de que la ciencia no consigue callar a nadie ni evitar lo que les parece "un error", que ¿quién puede demostrarlo? Aunque, creo, que de todo lo que se dice... sólo sedimenta los que "sirve" (para decirlo "cripticamente"), mientras que lo demás... tal vez sea alguna vez leído... porque entonces "sirva". Vamos: me refiero al peso de lo social sobre el saber; lo que explica para a mi criterio el por qué una vez "fue" la metafísica y otro el positivismo... Etc.
ResponderEliminarCarlos: Yo creo, honestamente, que la filosofía está mejor dotada para captar la complejidad de la naturaleza que la ciencia. Esto suele molestar a los científicos, pero no pretendo, en absoluto, minusvalorar la relevancia de la ciencia. La ciencia nos ofrece una imagen condicional del mundo ("si x, entonces y" es el esquema elemental de toda ley científica) que es en el fondo -creo que Nietzsche, de nuevo, lo vio bien- una forma de domesticarlo. ¿Pero la convicción de que es posible domesticar el mundo es en sí misma científica o el pre-juicio necesario para que sea posible la ciencia?
ResponderEliminarNo tenía ningún tono crítico mi comentario, simplenete resaltar el carácter no intelectual de eso que aquí se llamaba prejuicio, más que creencia actitudes compartidas o formas de vida como decía el amigo... en el cientificismo en cambio sí que habría claramente un prejuicio. Creo que lo que vd dice a la ortega es lo que yo pretenía decir a la wittgenstein, por cierto que recuerdo vagamente un comentario del profesor García Carpintero respecto a la alta probabilidad de que wittgenstein sacara sus ideas al respecto de la lectura del texto de ortega: Ideas y creencias, por los años de publicación la hipótesis es plausible, alguien sabe algo al respecto?
ResponderEliminarCurioso, mi referencia orteguiana es precisamente de su texto Ideas y creencias.
ResponderEliminarPudiéndose ser realista... Esos chicos están out, don Gregorio.
ResponderEliminarYo los cientificistas que más detesto son los de las ficciones. Esto es como si...
¿Y que me dice los de la sociología de la ciencia? Esos son especialmente capullos.
Hay una feministas que decidieron ser tan capullas como el hombre más capullo que quepa imaginar -creo que se fijaron en Lacan- que dijeron que la fórmula de Einstein es machista pues "privilegia la velocidad de la luz" (la cual, obviamente, es una entidad fálica).
NO tengo dudas de su "outismo", don Tumbaíto. Por eso están condenados a escindirse en mil sectas.
ResponderEliminarRespecto a la sociología de la ciencia.... ¡Yo creía que era una broma que Karl Mannheim hacía pretendiendo confundir epistemología y doxografía!
¿Cree usted que van en serio?
La verdad, don Gregorio, es que yo en un mundo sin máquinas de expender títulos de filósofos (¿es esa la producción de textos a la que se refería aquel?) o subvenciones no les veo, no.
ResponderEliminar"¿Pero la convicción de que es posible domesticar el mundo es en sí misma científica o el pre-juicio necesario para que sea posible la ciencia?"
ResponderEliminar¿Me lo/te lo preguntas? Con Nietzsche, precisamente, y gracias a los "avances" posteriores de la ciencia (en gran medida en base a una cosa que no es propia emnte ciencia sino intuición "filosófica") yo diría que esa "convicción" es una "ilusión necesaria" (en teoría creo que tendencialmente realizable, tal vez más allá del hombre que hoy existe; insisto, sólo tendencialmente). Una ilusión necesaria que surge de un "mecanismo de reflexión y conciencia" que incluye el impulso de saber todo siendo a la vez esto un imposible absoluto. Etc.
Un saludo.
Carlos: No sabes hasta qué punto me preocupa esto: la ciencia como ilusión necesaria. Como el último e irreductible reducto de la metafísica (la divina providencia matematizada). Esta es la cuestión que me acompaña últimamente y que me tiene acosado y sin respuestas.
ResponderEliminarLo he notado. Lo he notado...
ResponderEliminarEs posible que lo haya, pero no conozco a ningún cientificista. Desde luego Dawkins no lo es ni en el sentido de don Gregorio ni en el de don Jesús.
ResponderEliminarLos científicos son perfectamente conscientes de que la suya es una actividad humana, de ahí que se hayan impuesto una lista de cuidados para cometer el menor número de errores posible. Este es el método científico. Los científicos están orgullosos de este método, pero son humildes en sus conclusiones. De hecho, la científica es la actividad humana más humilde porque es la que más reconoce sus errores. Esto le hace avanzar y de este avance debe estar orgullosa la humanidad.
Nada de esto impide que los científicos nos den sus opiniones más allá de lo que pueden sustentar con datos, como hacemos todo hijo de vecino. Hay, sin embargo, una constante en los grandes comunicadores científicos (el propio Dawkins), y es que intentan que sus opiniones no necesiten de hechos falsos o de hechos sin evidencia para sostenerse. Llegan tan bien como cualquiera al mundo de la vida.