Buscar este blog

viernes, 6 de febrero de 2009

Origen y fin de la Nada

Cuenta el gran Cristóbal de Villalón en su Escolástico una fábula que, a mi modo de ver, debe incluirse entre las grandes de la historia de la filosofía y la teología, porque contiene mucha más miga de la aparente. Dice así (la transcribo con algunas pequeñas modificaciones):

En el monasterio de Santesteban había dos frailes ancianos y letrados, el uno era conocido como el Maestro de Peñafiel y el otro como el Maestro de León. Ambos eran catedráticos de teología. El maestro de Peñafiel había quedado algo falto de juicio tras una enfermedad, tanto era así que en ciertos cuartos de luna estaba fuera de seso y desvariaba algo en la conversación. Una noche, estando en el frenesí, se sentó a estudiar con mucha concentración el Evangelio de San Juan, que comienza con aquellas palabras "In principio erat verbum", y llegó a donde dice: "Et omnia per ipsum facta sunt: et sine ipso factum est nihil." Y luego con gran despecho dijo entre sí: "¡Válgame Dios, que el Evangelio dice que todas las cosas son hechas por Dios, menos Nihil. No puede ser sino que este Nihil es el príncipe, causa y cabeza de los males, y de donde emana y nos viene toda tristeza y pesar, pues haciendo Dios todas las cosas, no pudo hacer a este Nihil, del cual procede el mal, pues está escrito que en la creación del mundo vio Dios que todo lo que había hecho era muy bueno, y por lo tanto él no hizo a este Nihil. Gran descuido es de los que rigen la república cristiana no poner diligencia en buscar este mal Nihil y prederle y matarle, y entonces viviríamos todos los cristianos en paz y sin temor de ningún mal. Y con esta consideración se fue a la celda del maestro de León, y llamó a su puerta, éste, al abrirle, vio que estaba en su frenesí y le dio una silla para que se sentase. Con gran pasión y enojo le contó sus pensamientos sobre el pasaje del Evangelio, que creía que ningún otro letrado se había dado cuenta de él, y que había de ponerse mucho cuidado en aprender, pues tanto le va a la salud y sosiego de los cristianos el que sea preso Nihil, para que se remedie tanto mal como hay en el mundo por su causa. Como el Maestro de León lo vio tan apasionado con el Nihil, procuró sosegarlo y le dijo: "Reverendo padre Maestro, verdaderamente el punto es muy sutil y está bien mirado, y todos los que leen este Evangelio se saltan esta dificultad. Pero tenéis que saber que ya fue remediado por Cristo, porque puso en ello a todos sus discípulos y amigos para que con gran estudio lo prendiesen, y después de haberle puesto grandes espías y haber velado una noche, prendieron a Nihil, y cargándolo de grandes hierros y prisiones, le hicieron justicia y murió. ¿Queréis ver cómo es así? Sabed que en Lucas está escrito que vinieron los apóstoles a demandar albricias a Cristo cuando le prendieron y dijeron: "Magister, per totam noctem laborantes nihil prendidimus". Cuando el Mestro de Peñafiel oyó la buena razón, que estaba probada con tanta autoridad, satisfízose mucho y díjole: "Por Dios, señor Maestro, que hasta ahora no me había dado cuenta de tan alto secreto, y me quedo convencido con vuestras razones." Y así, muy sosegado se volvió a su celda a dormir y tranquilizó el frenesí.

11 comentarios:

  1. "Cuando Dios empezó a crear el cielo y la tierra, la tierra siendo informe y vacía, con la oscuridad cubriendo las profundidades y el viento de Dios soplando sobre las aguas..."
    Génesis 1

    Para los modernos lo opuesto al orden creado es 'nada'. Para lo antiguos era algo mucho peor: el caos. Crear es 'ordenar'. De hecho, a la Biblia no le interesa el origen del Universo, sino explicar cómo el mundo es como es.

    ResponderEliminar
  2. El Nihil, el vacio,la nada... A fin de cuentas todo es puro "GOZO". Ocurre que el gozo de la Nada es tan inquietante como la venida del primer "frenesí".

    ResponderEliminar
  3. Es mucho más sugerente, por humano, concebir a la "nada" como desorden que como vacío.

    ResponderEliminar
  4. La nada no es el opuesto de todo, es el más allá de "ni siquiera una pizca". No nos debiera causar mayores preocupaciones porque vivimos en una realidad plena de cosas y seres. El infinito es el más alla de "muchísimo más de lo que puedes contar", en un mundo finito de cosas y seres contabilizables tampoco debería inquietarnos tanto. ¿Por qué le damos tanta importancia a ambos conceptos? por la relación que establecemos entre ambos y... la muerte.

    Parafraseando a uno de mis héroes, Buzz Lightyear de Toy Story creo que podemos definir al hombre como: el animal que sabe contar hasta el infinito y más allá.

    ResponderEliminar
  5. Me deja como siempre cavilando, Viejocon. "El animal que sabe contar hasta el infinito y más allá" o... "el animal que sabe poner la mirada en infinitos a los que no sabe cómo llegar.... o el animal que sabe contar hasta el infinito y no se puede parar... o...

    ResponderEliminar
  6. "Pero, ¿qué es?, ¡oh! ¿Qué es eso que en todo de repente falta?" (Saint-John Perse). A mi, esa pregunta me persigue.

    ResponderEliminar
  7. Pues la mejor enseñanza filosófuca que puede extraerse de la fábula reside, a mi parecer, en la reacción del Maestro de León, que, viendo cómo su colega andaba metido en su verdad, no osó contradecirle como haría quien se siente seguro en la supuesta cordura de su mundo. No la consideró delirio, sino verdad, en un mundo para él (todavía) inaccesible

    ResponderEliminar
  8. Doña Anna: Permítame que extienda la alfombra roja de este café para darle la bienvenida.

    ResponderEliminar
  9. Pues ante tanto despliegue de boato y deferencia para con mi persona no tendré más remedio que vestirme de largo y ya sabe vuesa merced que no tengo por costumbre esas lindezas. Pero prometo a vuecencia, mi caballero andante, que haré lo mío en documentarme y leerme, y tendré a bien éstos vuestros pagos para mi edificación y solaz

    ResponderEliminar
  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar

Las águilas no cazan moscas

 I Respuesta de Rémi Brague al periodista que le pregunta cómo logra un estilo tan claro: «El bolígrafo rojo de mi mujer» II Viaje casi relá...