Los que, de verdad, no descansan nunca, son los tontos. Eso sí que es deprimente.
I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...
Los que, de verdad, no descansan nunca, son los tontos. Eso sí que es deprimente.
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