A veces, amigos, me encuentro exiliado de repente en una pedanía del infiero: vértigos, náuseas continuas, frío, incapacidad para soportar un vestigio de luz o cualquier sonido, etc. Solo me queda meterme en la cama, cerrar bien puertas y ventanas, arroparme bien, y esperar. Como pueden imaginar hay poco espacio para Eros en esta situación. Duermo intermitentemente y tengo sueños estrambóticos que me dejan perplejo cuando me despierto por lo poco que sé de mí mismo. Ya estoy mejor, del infierno solo me queda la sensación de un vacío en la cabeza y una cierta desgana general. Pero sé que mañana será otro día y estaré en forma para dar la conferencia inaugural en el el Congreso del Bienestar de Tudela.
Macte animo, generoso mgister, sic itur ad astra!
ResponderEliminarmagister
ResponderEliminarCuídate mucho. El verdadero infierno no lo es por el padecimiento sino por la ausencia de esperanza de mejora. Un abrazo
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