I
Gran noche la de ayer en torno a El banquete de Platón en la sede de Rosamerón. Lleno absoluto, buen ambiente en un acto que demostró que la cordialidad no está reñida con el rigor. Voy a ver si soy capaz de resumir en unos días algunas de las cuestiones que surgieron al calor del debate.
II
Comenzaré por el acertado resumen que hace Gómez Dávila del texto platónico: «La dialéctica del amor no es un proceso de ascenso irreversible, sino una serie infinita de retornos».
III
Malebranche habla de la atención como «la piedad del alma». Creo que los textos platónicos son campos de ejercicio intensivo de esta piedad, que se ejerce en la voluntad de retorno.
IV
Hay para Platón dos miradas clarividentes sobre la realidad política: la de la filosofía y la de la poesía (entendiendo este término en un sentido amplio, que incluye a la comedia y a la tragedia). Para él la principal alternativa a la filosofía no es la ciencia (que para los griegos formaba parte de la filosofía) sino la poesía.
V
La religión no es alternativa a la filosofía porque para Platón la filosofía comprendida verdaderamente es la verdadera piedad.
VI
Entre la filosofía y la poesía hay «una vieja querella» (esta expresión se encuentra en La república) que es, en el fondo, una querella sobre su respectiva incidencia en la política. La tragedia, por ejemplo, posee un enorme poder educador de la ciudadanía porque domina el arte de la convicción con más destreza y educa de manera más clara, directa e inmediata que la filosofía. No necesita silogismos para convencer. Le sobra con la imagen, el símbolo, la metáfora... y el mito.
VII
Peitho, la Persuasión, poseía varias imágenes en Atenas y con frecuencia se la mostraba en el cortejo de Afrodita, mientras que Sócrates fue condenado a muerte.
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