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domingo, 31 de julio de 2022

E lucevan le stelle


Ayer me llevé a Puccini a Sant Mateu. Le di la mano al salir de casa y se la solté al volver. O sea que podríamos decir que se tarda una "Tosca" en subir y bajar a Sant Mateu desde mi casa.


Como había llovido durante la semana el suelo estaba blando y en muchos lugares parecía intacto, sin la marrca de una suela. Estamos en ese momento del verano en que la vegetación comienza a parecer cansada y a los pinos se les han deslucido los verdes. Pero ayer el aire estaba limpio y nuevo.

A partir de las 20:00 comienza el espectáculo. El sol, al ponerse más allá de la montaña que está detrás de las montaañas, levemente insinuada en el horizonte, Montserrat, manda sus rayos casi horizontales a iluminar claros del bosque con una luz tamizada por el mismo bosque y el ambiente se carga de magia.


Todo evoluciona rápidamente. Los perfiles, apenas dibujado por la luz, se desvanecen, pero en su desvanecerse se permiten el lujo de componer una sinfonía cromática de una belleza efímera. El instante se carga de sentido precisamente por su evanescencia. Uno se siente cazador de momentos de una luz que invita a perderse en ella. 


Como en la caza, es la presa la que sorprende al cazador en estos atardeceres y el lance no es sino la inmersión apasionada en el instante del paisaje.
Y poco a poco se fue apagando todo "E lucevan le stelle" al abrir la puerta de casa..

sábado, 30 de julio de 2022

Aforismos de Balmes. I.

Cuando el corazón necesita una doctrina, el pensamiento se la presta, aunque sea fingiéndola.

 

Para formar un partido por malvado, por extravagante por reducido que sea, no se necesita más que levantar una bandera.

 

Hay hombres extremadamente vanos con mucho amor propio mal entendido que les inspira el deseo de singularizarse en todo, que al fin llegan á contraer un hábito de apartarse de lo que hacen y piensan los demás hombres, esto es, de ponerse en contradicción con el sentido común.

 

El arrojarse el hombre á merced del sentimiento, es arrojar un navío sin piloto en medio de las olas, esto equivale á proclamar la infalibilidad de las pasiones.

 

El orgullo es un reptil que si le arrojamos de nuestro pecho, se arrastra y enrosca a nuestros pies.

 

El espíritu se desenvuelve con el trato, con la lectura, con los viajes, con la presencia de grandes espectáculos, no tanto por lo que recibe de fuera como por lo que descubre dentro de sí.

 

La inconstancia, que, en apariencia no es más que un exceso de actividad, pues que nos lleva continuamente a ocuparnos de cosas diferentes, no es más que la pereza bajo un velo de hipócrita: he aquí retratados a los civilizados modernos con su charla.

 

El hombre es niño hasta la vejez; preséntase a los demás con toda la seriedad posible; mas en el fondo se encuentra a sí propio pueril en muchas cosas y se avergüenza.

 

El hombre tiene siempre un gran caudal de fuerza sin emplear: el secreto de hacer mucho, es acertar a explotarse a sí mismo; pero los nuevos civilizados no quieren más que explotar a los demás.

 

El buen pensador procura ver en los objetos todo lo que hay, peor no más de lo que hay. Ciertos hombres tienen el talento de ver mucho en todo; pero les cabe la desgracia de ver todo lo que no hay, y nada de lo que hay.

 

El arte de pensar bien no se aprende tanto con reglas como con buenos modelos.

 

El primer medio para pensar bien es atender bien.

jueves, 28 de julio de 2022

La selectividad a debate

He leído con la mejor predisposición la propuesta de un nuevo modelo de pruebas de acceso a la universidad que el Ministerio de educación pone a debate. El cambio es, sin duda, necesario. Hoy hay que hacer esfuerzos ímprobos para suspender la selectividad y su resultado no garantiza, en absoluto, la objetividad de la selección que pretende. En primer lugar, porque los centros educativos inflan el expediente de sus alumnos (que es el 60% de la nota final) y algunos lo hacen de manera muy generosa. La selectividad actual penaliza, por lo tanto, a los centros rigurosos. La nota del expediente de dos alumnos de diferente centro es de imposible homologación. Si añadimos que las pruebas de las diferentes comunidades autónomas tampoco son homologables, no es extraño que haya alumnos que a los 15 años (en las pruebas de PISA) se encuentren muy por debajo de la media española y en selectividad pasen a la cabeza. La selectividad penaliza también a las comunidades más exigentes. 

 

El Ministerio deja sin tocar las notas de expediente y pretende introducir una cierta homologación en el 40% de la nota que depende del examen de selectividad y para ello quiere centrar la prueba en la evaluación de las competencias generales que deben compartir todas las comunidades. Ahora bien, cuanto más ponga el acento en las competencias generales -que se prevé que supongan el 70% de la nota de la prueba-, más se estará valorando el C.I. del alumno y menos su aprendizaje escolar. Pero esta parece ser la opción, ya que volvemos a encontrarnos con las reticencias a la “mera reproducción de contenidos académicos” y a la “memorización para la ocasión”. A mí me parece que el conocimiento -el académico y cualquier otro-, si es claro y distinto, no tiene ninguna propiedad que le impida ser transmitido y que lo que no está en la memoria, no se ha aprendido. Pero es una opinión que parecen compartir cada vez menos pedagogos.

 

Muy de acuerdo, pues, con la intención de avanzar en “una mayor homologación y equilibrio entre las pruebas planteadas, para asegurar que sean efectivamente equiparables entre los distintos territorios”. Espero que tengan éxito. Muy de acuerdo, también, en que en los territorios con lenguas cooficiales se requiera “la presencia de las tres lenguas, tanto en la formulación de las preguntas como en la resolución por parte del alumnado".  Los que apoyaron la LOMLOE asumieron el compromiso de que “al finalizar la educación básica, todos los alumnos y alumnas” alcancen “el dominio pleno y equivalente en la lengua castellana y, en su caso, en la lengua cooficial correspondiente". Esta puede ser una buena ocasión para reivindicar su voto.

miércoles, 27 de julio de 2022

Eros domesticado

La República de Platón se desarrolla como un diálogo en la casa de un rico extranjero residente en Atenas, Céfalo. Pero el diálogo filosófico no comienza propiamente hasta que Céfalo, rico y viejo, tras reconocer que el tirano Eros ya ha abandonado su cuerpo, derrotado por la edad, se retira a orar a los dioses antes de irse a dormir. Es decir la Repúblca se despliega en la noche, mientras el sereno Céfalo duerme. Quizás porque hay cosas humanas que aquellos que han embridado a Eros ya son incapaces de comprender o quizás porque en una edad avanzada ya no se sueña con aquello que ha sido necesario reprimir durante el día. 

La moderna ingenuidad ilustrada parece creer en la posibilidad de domesticar a Eros, cuando la historia humana no es sino el reiterado fracaso de este intento.

martes, 26 de julio de 2022

Como gorilas bajo la lluvia

Ayer, pobre de mí, tuve que ir a Barcelona. Ya el mero hecho de ir de casa a la estación de tren se me antojaba una heroicidad de esas de "polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga". Pero me armé de valor y fui, bajo un sol compacto que fundía hasta los pensamientos. Y esperé, como esperaban los otros viajeros al tren, arremolinados en la sombra, como gorilas bajo la lluvia. Al fin, llegó el cercanías, se abrieron las puertas de los vagones y vimos que no cabía un alma más en su interior. No obstante, nos hicimos sitio. Incluso tuvimos que hacer sitio a los viajeros que se subieron en Montgat y en Badalona. Pero esto último nos dejó en una situación miserable. Sudábamos a gota gorda y "el cercanías" se convirtió en "el intimidad", con el agravante de que más de la mitad de los viajeros no llevaba mascarilla. Decidí bajar en San Adrián (lo conseguí, pero no sin esfuerzos) y esperar a un tren que transportase a humanos, aunque llegase tarde a la cita que, fue, por cierto, una muy sabrosa comida con dos editores... en un restaurante con el aire acondicionado estropeado

lunes, 25 de julio de 2022

La edad adulta

 Hace unos días hacía yo en otro lugar estas dos preguntas:

1. ¿Es "la edad adulta" la mayor utopía que ha construido la humanidad? 

2. Si así fuera, ¿sería una utopía prescindible?

Con respecto a la primera, si todo, desde la infancia al género, es una construcción social, la edad adulta también podría serlo. ¿Pero sería una construcción que se vive como realidad o como deseo? Quiero decir: ¿son los hechos de los mayores de edad los que nos hacen visible en ellos una cierta disposición de ánimo, una cierta visión prudencial de las cosas, un cierto dominio de uno mismo, etc? ¿O es un deseo, un fundamento mítico de la autoridad de determinadas personas, un principio regulativo o, elevando más el tiro, una utopía?

Con respecto a la segunda. Pudiera ser que fuese una utopía y que, sin embargo no pudiéramos prescindir de ella para hacer humanamente vivible nuestra falta colectiva de adultez. La edad adulta podría ser una ilusión necesaria que el hombre proyecta sobre sí mismo gracias a cuya luz puede verse como le gustaría ser y actuar de acuerdo con esta imagen?

Que quere claro: yo creo que la edad adulta existe en la medida en que alguien puede contar de manera creíble las historias familiares y colectivas cuando se reúne un grupo de humanos junto al fuego y en la medida en que las aristas de la vida han ido limando la energía de uno hasta hacerla más o menos controlable por su sentido común. En este sentido la edad adulta ha de ser la edad de la responsabilida para aquellos que por razones de edad tienen mucha más energía que sentido común para controlarla. Lo cual no eviata que observando ciertos comportamientos colectivos uno tienda a pensar que ciertas ideologías se reducen a una resistencia contumaz a la adultez.

domingo, 24 de julio de 2022

Sigue la canícula

Abandono la playa hacia las 9, cuando comienza a llenarse de familias dispuestas a blindarse tras dos metros cuadrados de arena. El sol comienza a pesar, los gritos aumentan y los peces se hacen invisibles. Hay formas muy diversas de la felicidad pero al llegar a casa pienso que tenía razón Palito Ortega y que la felicidad es una canción de verano. Me ducho, me visto, me cojo a mi sor María de Jesús y me voy al Petit Cafè de la Plaza de Ocata, a blindarme con el libro en mi mesa, bajo la sombra de los plántanos, que son mi particular sombrilla. 

Un detalle que me inquieta: vaya a la hora que vaya a la playa siempre hay alguien que ha llegado antes que yo.

Sor María de Jesús me tiene completamente confundido. A veces escribe como una iluminada con hilo directo con la Trinidad y a veces maneja los conceptos escolásticos con una agilidad y una seguridad asombrosa, si bien es cierto que en ocasiones da la sensación de querer cubrir con la terminología escolástica -Scoto siempre está latente- sus audacias místicas. Lo que más me interesa de ella son esos momentos en que parece que la pluma escribe sola y se permite el lujo de la esponntaneidad. Un ejemplo: “la duda sirve de estímulo al entendimiento para investigar la verdad”.

sábado, 23 de julio de 2022

Lo que no se dice

Ayer participé telemáticamente en un congreso de educación y psicología celebrado en la Universidad Católica de Honduras, en Tegucigalpa. Primero, con una ponencia y, después, a la tarde, en una mesa redonda. Como cada vez que me veo en estas cosas, acabo con la sensación de que la psicopedagogía actual cree saber lo que dice, pero como no sabe lo que no dice, lo primero no es evidente. Me explico. Hay muchas palabras que la psicopedagogía ha ido abandonando por el camino, como si fueran lastre. Eso estaría bien si las hubiera abandonado después de que un debate serio así lo hubiera aconsejado. Pero lo cierto es que el abandono se ha producido sin discusión. Nadie nos explica por qué ya no son pertinentes términos como voluntad, coraje, mérito, repaso, lección, esfuerzo, memoria, transmisión, examen, etc. Pero se usan hasta la saciedad palabras tan ambiguas como paradigma o competencias. Cada vez me parece más evidente que para analizar un discurso hay que estar más atento a lo que no dice que a lo que dice.

jueves, 21 de julio de 2022

Voces

Mientras Sánchez busca su propia voz, dan las 10 y ya he vuelto de la playa.

El agua, transparente, proyecta sobre el fondo arenoso una red de inquietas líneas de sombras entre las que nadan pececillos, bachilleres, que a primera hora de la mañana parecen no sentir ningún temor por la proximidad del bañista. El sol, aún acogedor, ya va advirtiendo de que para media mañana te garantices el amparo de la sombra.

Mi sombra de media mañana es el Petit Cafè de la Plaza de Ocata. Desayuno y lectura. He comenzado las 1.500 páginas de la "Mística ciudad de Dios" de María de Jesús de Ágreda. La monja escribe entre maravillas que a mi me resultan completamente inaccesibles, pero entre maravilla y maravilla baja a mi nivel y me regala alguna idea densa, de esas que hay que rumiar despacio.

miércoles, 20 de julio de 2022

A cuento del primer baño

Primer baño marino en dos años. 

Tras una tarde de bochorno espeso, tórrida, pesada, en la que no había postura que no te hiciera sudar, me he puesto el bañador y he bajado a la playa de Ocata. El agua estaba acogedora; el mar, calmado; el cielo, protector. Tras dar unas brazadas, he cerrado los ojos, me he puesto boca arriba, y me he dedicado a escuchar mi propia respiración. 

El mar es también nuestro elemento. Tenemos alguna biológica filiación con el agua. 

Flotando mansamente, pero con el cielo al alcance de la mano, escuchaba el silencio, solo roto de vez en cuando por alguna voz infantil. 

Creo que estoy aprendiendo a dominar el arte de quedarme en blanco, de no pensar en nada, de no sentir nada, de hacerme un vacío interior y como si fuera una madriguera recogerme en su clausura. Algo similar hago también en la iglesia. Voy a ella, fundamentalmente, a estar en silencio, a dejarme abrazar por un silencio profundo que se hace carne y que, como decía san Juan de Ávila, me permite desarrimarme de mí y encontrar un singular acomodo en un no-lugar.

Estoy leyendo diferentes texto de María Jesús de Ágreda y me he encontrado varias veces con esta expresión: "Levantarse el alma a sí sobre sí".  Está bien y, de hecho, me la he apropiado. Pero también hay un anonadarse a sí mismo desde sí mismo.

Y todo esto viene a cuento del primer baño.

Ustedes perdonen.

De repente las voces de los niños se han hecho más intensas y próximas. He braceado todo lo rápidamente que he podido hasta la última boya. He llegado a la orilla cansado físicamente pero con una intensa sensación de bienestar. Eran las 20:30. Se había levantado la brisa.

domingo, 17 de julio de 2022

Bordados


En las cuestiones relativas a las supuestas bilocaciones de sor María Jesús de Ágreda, cuento con la inestimable ayuda de la cónsul de España en El Paso. A ella acudí en cuanto conocí estos bordados de la monja:







La respuesta que he recibido es que en las aves y las plantas bordadas por sor María Jesús hay ejemplares que solo se encuentran en Nuevo México y Texas. Y ahí lo dejo.

viernes, 15 de julio de 2022

El azar amigo y los indios apaches

Salgo a pasear con mi mujer a las ocho de la tarde para cumplir con ese dogma laico de que hay que hacer ejercicio. A los cien metros ya estoy arrepentido. El calor denso, pegajoso, mefítico, me está haciendo sudar de tal manera que a la media hora ya tengo la camisa empapada de sudor. Protesto. Todo mi horizonte es una buena jarra de cerveza helada.

Una llamada al móvil interrumpe mis triviales protestas contra el calor del verano.

Me llama desde El Paso una india apache. Me dice que ha descubierto en sus tierras -en las ancestrales de su tribu- unos petroglifos con la imagen de "La mujer azul" (The lady in blue). La transpiración se me acelera. Pido detalles. Dentro de un mes harán una expedición a caballo hasta el lugar del hallazgo y me anima a unirme al grupo expedicionario.

El azar amigo existe, amigos azarosos, pero hay que ir desbrozándole el camino.

jueves, 14 de julio de 2022

Agreda, Soria...

 

Le escribo a J.A. González Sainz: "Ya que la vida es corta, hay que hacer los viajes largos. Ayer le di rienda suelta al volante y aparecí en Yanguas. De allí, pasando por Arnedo y Calahorra, desemboqué en mi pueblo, Azagra."
 
Viajar con tiempo para perderse en el camino y deleitarse con el encuentro con lo inesperado es una bendición de Hermes, el dios de los cruces de caminos, que no por casualidad era el protector de ladrones, comerciantes y viajeros. Me llevo muchas imágenes y muchos gratos recuerdos de este viaje que me acompañarán, con esa manera guadanesca que tienen de acompañarte los recuerdos durante mucho tiempo.
 
Ustedes ya conocen mi devoción por Soria, pero es que una vez aquí siempre encuentro nuevos argumentos para fortalecerla. Me levantaba temprano, para disfrutar del primer aire del día y repasar las sesiones sobre sor María Jesús de Ágreda, leer algún texto suyo y pensar un poco sobre la interpretación de este o aquel pasaje. Animado por el frescor intacto de la mañana, salía de la Residencia Duques de Soria y me iba al parque de la Alameda. Cada mañana me encontraba con varios hombres esperando la apertura de un bar para echarse no sé si la última o la primera cerveza. Ismael -sin duda, el mejor guía turístico de Soria- se ofreció a presentármelos, pero no hubo oportunidad de satisfacer mi curiosidad.

Creo que nos lo pasamos razonablemente bien. No es poca cosa hablar en el aula en que hablaba el gran Tirso de Molina. Hubo cordialidad, puntualidad y aprovechamento riguroso del tiempo y creo que tocamos las cuestiones importantes. La prueba definitiva del éxito fue la peregrinación casi colectiva de los asistentes, nada más acabar el curso, al convento de la Concepción de Ágreda, siguiendo el reclamo sor María Jesús.
 
Ahora mismo lo que me viene más nítidamente a la memoria son mis paseos lentos por Ágreda los días 9 y 10, que me permitieron descubrir algunas de las ricas singularidades que guarda esta ciudad; la temprana misa en el convento de la Concepción del domingo día 10, escuchando embelesado el coro de las monjas, rompiendo toda clausura; el rato tan cordial que pasé con la Madre Superiora, que fue tan amable de recibirme tras hacerme pasar por no sé cuántas puertas y oscuros pasillos (por cierto, ¡qué mujer más bella!), me autorizó a hacerle una foto, pero con la condición de no publicarla en las redes sociales; la comida en el Doña Juana el domingo, excesiva, claro; las visitas a Almazán y Berlanga del Duero (¿habrá algún lugar en Soria que no te reserve una sopresa?); aquel letrero en la fachada de una casa de tres pisos: "Se vende. 15.000€. A negociar"; la llegada a la Residencia Duques de Soria, donde me encontré a mi venerado Fabricio Caivano, memoria viva de la pedagogía rigurosa de España que asistió al curso: lo tenía delante, con su mirada inteligente y socarrona; el descubrimiento de las personas que asistían al curso (hubo quien llegó a Soria desde El Masnou o desde Guadalajara -un azagrés, por cierto-; la cena en las orillas del Duero; el viaje a Azagra, pasando por Yanguas... Todo esto, sumado, conforma una experiencia muy intensa que me obliga, de nuevo, a encender una vela en el altar del Azar Amigo, ese semidiós que me acompaña con su generosísima protección.

domingo, 10 de julio de 2022

Ágreda

He salido tarde de casa, cuando el sol comenzaba a declinar, así que el viaje ha sido una larga, pausada y magnífica puesta de sol. Como voy sin mi mujer, me permito el lujo de conducir por carreteras secundarias hacia el sol poniente. No importa a qué hora llegue. En Borja decido torcer a la izquierda y dirigirme a Vera de Moncayo para, pasando por Trasmoz, Lituénigo y Vozmediano (donde nace el río Queiles), llegar a mi destino. Estos topónimos castellanos parecen a propósito para abrir cuevas escondidas repletas de tesoros.

El Moncayo, majestuoso, le arranca mil tonalidades pastel al sol, cada repliegue de la ladera es un festival cromático. No hay apenas circulación y voy despacio. Llego a las puertas de Ágreda con las últimas luces del día y justo a mi derecha, descubro, sin buscarlo, el austerísimo convento de sor María Jesús de Ágreda. Alguna vez habrá que hablar del barroco austero. Está todo cerrado, pero una luz se enciende de repente tras una ventanilla del segundo piso. Alguien abre las hojas de la ventana y los visillos blancos son movidos por el viento. No me atrevo a darle pábulo a mi mirada indiscreta y vuelvo al coche.

En el hotel me dicen que hay boda y que habrá música, al menos, hasta las 24:00. Me doy una vuelta por el pueblo, que parece en fiestas, y regreso a cenar: huevoss fritos con jamón, chorizo, patatas fritas y una buena jarra de cerveza. Los invitados, con sus flamantes ropas de boda, van de aquí para allá. No parece que sepan muy bien a dónde. Todos llevan vasos rebosantes de bebida en la mano.

Al ir a pagar descubro, entusiasmado, que tienen fardelejos. Pero decido dejarlos para el desayuno de mañana.

J.A. González Sainz me envía un mensaje doble. Me dice que habla de mí en su artículo de La Lectura y que en cuanto llegue a Soria, que lo llame.

viernes, 8 de julio de 2022

Siestas

A mi edad, lo mejor del verano, con mucho, son las siestas. 

Tengo el sofá perfecto, un sofá-sarcófgo ("sarcófago" quiere decir, literalmente "que come carne") en el que encaja mi cuerpo como en los arrullos de la cuna (que son las voces, cada vez más alejadas, de la televisión). Nada más terminar de comer caigo preso de su llamada, tan convincente, con la promesa de las delicias del sueño. No hay rendición incondicional más dulce que la de la siesta, esa sacrosanta hora de olvido de uno mismo y del mundo, esa mística disolución del yo en la nada. Cuando emerjo al mundo cotidiano es como si volviera del Hades, expulsado por la mirada de Orfeo, que es algún ruido cotidiano. 

¡Bendita paz, la de la siesta! 

Sin embargo recuerdo bien que en mi infancia ninguna hora era más larga que la de la siesta en verano. Mi madre se empeñaba en que tenía que dormir, porque eso era lo que hacía la gente de bien, pero a mí no me importaba la gente de bien, sino los planes que hacía con mis amigos. Mi cuerpo añoraba las aventuras que brinda el mundo rural cuando los adultos desaparecen, el pueblo es un cementerio con resurrección a media tarde, las sombras de los árboles son el paraíso y en los frutales brilla la tentación de la fruta más dulce, que es la de algún viejo cascarrabias. Y, además, el Ebro y su corriente inagotable de verdaderos sueños, que van al mar.

jueves, 7 de julio de 2022

Testigo

Hace unos años, no muchos, viajando mi mujer y yo en el cercanías, seguimos al detalle, en vivo y en directo, la ruptura telefónica del joven que se sentaba a nuestro lado con su pareja. Los gritos de ella, por cierto, se oían más nítidamente que los susurros de él. En diez metros a la redonda se hizo un silencio expectante que nadie quería romper. Seguiamos el proceso de ruptura paso a paso a medida que iba tomando cuerpo. Recuerdo esto cada vez que me encuentro en el cercanías con alguien aventando a gritos por el movil la paja de su vida. Esta impúdica y desacomplejada trivialidad deja tambaleando mi filantropía. Así que, visto el asunto con perspectiva, el caso de aquel joven rupturista se convierte en un agarradero de esperanza para compensar la erosión de mi confianza en el género humano que me sale al encuentro en el tren. Aún hay gente que tiene algo sustantivo que decirse por el móvil. Lo sé porque he sido testigo de ello.

martes, 5 de julio de 2022

Cosas de esta tarde

Volvía a casa por el camino del puerto, tras descender del tren en El Masnou. El calor era sofocante a pesar de una mísera brisilla que a veces se levantaba del mar. A medio camino he visto una niña de poco más de dos años haciendo una fenomenal rabieta en el suelo. Su madre, a unos veinte metros de ella, la llamaba animándola a que depusiera su actitud,  pero la niña se negaba a caminar, quería que su madre volviera a por ella. Mi hija me hacía exactamente lo mismo. La madre le ha dicho que allí se quedaba y ha seguido caminando. Al pasar junto a la niña le he pedido que se levantara, cogiera mi mano y fuéramos con mamá. Me ha movido la más inocente espontaneidad y ella me ha hecho caso a la primera. Pero entonces la madre ha vuelto la cabeza y ha visto a su hija de la mano de un extraño y ha puesto una cara de evidente malestar. Al llegar a su lado, la niña ha corrido a abrazarla. La madre ni me ha mirado. Creo que ha callado por no gritarme. He intentado decirle que mi hija me hacía lo mismo, pero ella aparentaba ignorarme. He seguido mi camino sin volver la mirada, sin saber si había hecho bien. Pero puedo decir en mi defensa que a mis hijos, cuando eran pequeños, les decía que si alguna vez se perdían, preguntasen a los extraños que, sin duda, estarían deseosos de ayudarles.

Otra cosa. Me preguntan los periodistas, cansinos, por los deberes de verano y les respondo con palabras de Daniel Willingham: Todos los días, seas niño o adulto, deberías hacer algo por tu mente, algo por tu cuerpo y algo por tu familia.

viernes, 1 de julio de 2022

Drama familiar

Mi hijo ha pasado el día con mis dos nietos en un parque acuático y, por lo visto, se han divertido tanto los tres que les ha propuesto ir al cine juntos esta misma tarde a ver no sé qué película de aventuras. Mi nieto mayor no ha recibido con muy buena cara la propuesta. Al ver su incomodidad, mi hijo le ha preguntado si tenía algún inconveniente. 

- ¡Sí! -le ha contestado.

- ¿Cuál? ¿No quieres ir al cine?

-Sí, quiero, pero papá... 

- ¿Qué pasa?

- Tú no vengas...

Obviamente mi nieto teme encontrarse en el cine con sus amigos y no quiere que lo vean como una critura necesitada de protección paterna.

Mi hijo ha comprendido la situación y ahí está, hundido en el sofá.

Yo, sin embargo, estoy viviendo su derrota como una prueba innegable de justicia poética. Los dioses están, sin duda, de parte de los abuelos.

Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...