sábado, 22 de agosto de 2020

De Péguy a Finkielkraut

Defendía Péguy con estas vehementes palabras el papel del maestro: "Es el único e inestimable representante de los poetas y de los artistas, de los filósofos y de todos los hombres que han hecho a la humanidad y que la mantienen". En definitiva, la función del magisterio consistiría en el noble compromiso de "garantizar la representación de la cultura."

Pero Péguy murió en 1914 cuando la escuela republicana francesa creía en sí misma. Hoy, nos hemos hecho no sé si más cínicos o más descreidos y nos preguntamos con Finkielkraut: "¿Cuántos son los que aún se creen en sus clases enviados de los poetas, de los artistas o los filósofos que han hecho a la humanidad?" Es decir: ¿Cuántos siguen creyendo que su misión es "garantizar la preservación de la cultura"?

Entre Péguy y Finkielkraut ha tenido lugar un cambio radical en la percepción que pedagogía tiene de sí misma. Con el primero creía firmemente en su misión republicana; con el segundo, ha reducido enormemente el horizonte de sus pretendiones para acabar reduciéndose a psicología.

Mientras tanto, en Londres, Katharine Birbalsingh alerta contra quienes defienden en estos tiempos de confusión generalizada, que "alentar a los niños a hablar correctamente y a escribir un inglés gramaticalmente correcto es imponerles la supremacía blanca." Katharine, que es una mujer valiente, anima a resistir a esta memez: "¡No te rindas! ¡Sigan luchando!"

5 comentarios:

  1. Observo que esto también viene ocurriendo en la enseñanza de las disciplinas científicas. Se trabaja con hipótesis y teorías sin tener en cuenta el quién,cómo y cuándo de sus enunciadores. Hay tendencia a eliminar las biografías científicas del currículo.
    Sirva el siguiente caso como ejemplo:
    El instituto donde trabajo se encuentra emplazado en la avenida "Ramón y Cajal" de mi localidad. Cuando pregunto a mis alumnos de Bachillerato (de la rama de Biosanitaria, para más inri) por este insigne premio nobel español, prácticamente ninguno sabe responderme. Triste, la verdad.
    Es por ello que en mis clases insisto mucho en las biografías: vida y milagros de Aristóteles, Linneo, Mendel, Darwin, Wegener...
    Algunas les interesan más y otras menos, pero ninguna les deja indiferentes. Y he comprobado, de un año para otro, que ayudan a fijar en la memoria las teorías.
    Saber quiénes fueron ayuda a fijar lo que produjeron.

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    1. ¿Conoce usted las "Charlas de Café", de don Santiago? Ahí se nos muestra como un gran humanista.

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  2. Pues no las conocía, la verdad.
    Pero ha despertado usted mi curiosidad.
    Otra cosa a añadir a la lista de "pendientes".
    Dios mío, sólo sé que no sé nada.

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  3. Una anécdota curiosa al respecto de lo anterior:
    Cuando examino a mis alumnos y les pregunto por la biografía del científico en estudio, resulta corriente que me vayan detallando los pormenores de la vida del susodicho según se les van viniendo los acontecimientos a la mente.
    Es común que la fecha, lugar o circunstancias de la muerte siempre aparezcan muy al principio de sus redacciones.
    Y lo gracioso de esta situación es que me resulta muy complicado hacerles entender que eso debe ir al final, que, en este caso, el orden de los factores sí altera el producto.

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  4. La mayor parte de los docentes que conozco desde luego no parecen tener esa visión épica de su labor....

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