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sábado, 15 de agosto de 2020

Poesía erótica

La poesía erótica del Siglo de Oro, que estoy descubriendo estos días, es tan descarnada (valga el oxímoron), que no me atrevo a traer aquí más que dos discretos ejemplos como muestra.

Véanse, primero, estos pocos versos de El sueño de la viuda de fray Melchor de la Serna:

... la qual al fin se determina

de declararle aquello que pretende

no con palabras, sino con efectos,

que así hacen los prudentes y discretos:

tiéntale con la mano en lo vedado,

pues lo que responde al primer tiento

dexase tocar muy de su grado.

Fray Melchor era contmeporáneo de Fray Luis de Léon y colega suyo en la Universidad de Salamanca. Sus textos eróticos no se imprimieron, pero corrían de ellos copias manuscritas. Me pregunto cuántos escritores harían lo mismo y cuántos de estos textos se habrán perdido... o aparecerán en el lugar menos pensado.

El segundo ejemplo es este sorprendente soneto de un autor anónimo del XVII:

- El que tiene mujer moza y hermosa
¿qué busca en casa y con mujer ajena?
¿La suya es menos blanca y más morena
o floja, fría, flaca? – No hay tal cosa.

- ¿Es desgraciada? – No, sino amorosa.
- ¿Es mala? – No, por cierto, sino buena
Es una Venus, es una Sirena,
un blanco lirio, una purpúrea rosa.

- Pues ¿qué busca? ¿A dó va? ¿De dónde viene?
¿Mejor que la que tiene piensa hallarla?
Ha de ser su buscar en infinito.

- No busca éste mujer, que ya la tiene.
Busca el trabajo dulce de buscarla,
que es lo que enciende al hombre el apetito.
 

4 comentarios:

  1. "El trabajo dulce de buscarla" qué sutileza, y qué poco sé de nuestra literatura

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    Respuestas
    1. Quizás seamos el país europeo que con mayor despreocupación ignora su historia. Como su descubrimiento es gozoso, pongámonos a ello sin demora.

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    2. Coincido con usted, Don Joaquín. ¡Qué manera más poética de referirse al placer de la conquista!
      ¡y qué forma tan curiosa de afear y corregir una conducta!

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    3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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