Para mostrar plásticamente lo despistados que están los profes ante los retos de los tiempos modernos, tan voraces ellos con el presente, el inefable Alejandro Tiana puso un ejemplo que no olvidaré fácilmente. Hablaba sobre "Políticas de profesorado orientadas a mejorar la educación" el viernes 21 de octubre en unas jornadas organizadas por el Col·legi de Doctors i Llicenciats de Catalunya en la Seu d'Urgell. Algunos profesores -dijo- están representando a Hamlet y andan tan metidos en su papel que no se dan cuenta de que les han cambiando el decorado a sus espaldas y que ahora en lugar del castillo de Elsinor tienen un McDonalds.
Efectivamente, don Alejandro: Es el ejemplo que lo explica todo.
¿Quién demonios puede querer profesores-Elsinor si lo que necesitamos son profesores MacDonald, es decir, una pedagogía fast-food?
Verdaderamente inefable.
ResponderEliminarLo explica todo y más.
ResponderEliminarUn resignado, al parecer, ante la dictadura de los hechos... Estos conservadores..., que van de ultimísimos gritos. Viniendo de un teórico de la interculturalidad, no es de extrañar que no dude de cuál sea el escenario adecuado y políticamente correcto. Una inmersión en la realidad-real, valga el disparate, es lo que necesitan. Como la que ofrece un vecino del Raval a la Concejala de Ciutat Vella: que viva con él en casa de éste unos días y sepa de primera mano la verdadera dimensión de la realidad. Cuando estaba en la oposición se ofreció, recogiendo el guante del mismo ofrecimiento al alcalde Hereu. Ahora en el poder, de momento guarda exspresivo silencio.
ResponderEliminarEmilio, Martín, Juan: El desprecio de la práctica por quienes no le perdonan que no esté a la altura de sus teorías bien podría recibir un calificativo psiquiátrico. Son incapaces ni tan siquiera de sospechar que pueda haber una sabiduría inherente a las buenas prácticas. Son incapaces de sospecharlo porque no entienden la práctica más que un capítulo experimental de sus teorías. San Aristóteles, ora pro nobis.
ResponderEliminarPor mi parte he decidido dar batalla con el convencimiento de que el papel de la teoría hoy es ponerse al lado de las buenas prácticas para aprender de ellas y, por lo tanto, para intentar legitimarlas teóricamente.
Uno de los gurús de la cosa TIC en Lengua castellana y Literatura dicta actualmente un curso en el que la gran pregunta es "Cómo huir de la clase magistral". Eso también explica muchas cosas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Efectivamente.
ResponderEliminarHuir de la clase magistral es huir de la experiencia de experimentar cómo una idea va tomando forma en la voz de tu maestro. Mi imagino que quien nunca ha experimentado esto no sabe lo que se dice. Por eso mismo es comprensible que quieran convencer de la conveniencia de abandonar la clase magistral con malas clases magistrales. Por eso mismo, también, es comprensible que los maestros que salen de las facultades al segundo año de experiencia se sujeten al libro de texto como a una tabla de salvación. En España, tras no se cuántos años de denigrar el libro de texto, el 90% de los docentes usa libro de texto. Simplemente no tiene otras herramientas pedagógicas, ni siquiera la de la clase magistral.
... experiencia de experimentar... me temo que no queda esto especialmente magistral.
ResponderEliminarEn el campo de la didáctica de las ciencias experimentales todos los "expertos" llevan tiempo denostando al libro de texto y abogan por el constructivismo elevado a la n-ésima potencia... La verdad es que en la ESO es una tarea ardua intentar clases magistrales en C. Naturales, pero también lo es realizar correctamente y de forma eficaz una clase donde los alumnos vayan desarrollando "sus propios aprendizajes significativos"... Y ahora estamos con el trabajo por proyectos, si puede ser interdisciplinares mejor, y las competencias... Total, que cada día me voy a dormir pensando qué mal profesor que soy porque muchas veces "hago lo que puedo" en mis clases (claro, tampoco puedo hablar de "mis" clases, eso ya es un mal síntoma, porque los protagonistas son los alumnos, etc.)... Pero bueno, nos ha tocado vivir una época de dudas y de cuestionamiento constante de la práctica docente, quizás sí que así vamos mejorando, quién lo sabe...
ResponderEliminarRamon: A mi todo esto me parecería muy bien si los profesores que tienen problemas con estas metodologías -que son la inmensa mayoría- pudieran expresarlos con claridad y sin complejos sabiendo que inmediatamente la administración se pondrá a su lado y enviará a un técnico competente a su clase para que pase una semana con él enseñándole en la práctica como se hacen las cosas y cómo es posible hacerlas sin perder la paciencia.
ResponderEliminarNo es el caso.
El aprendizaje por proyectos es una invención de los años veinte del siglo pasado. Sus defensores deberían pensar cómo es que si es un método tan maravilloso cuesta tanto llevarlo a la práctica. Respecto al nacional-constructivismo creo que ya está suficientemente demostrado que es una metodología muy buena para los alumnos que poseen unos conocimientos amplios. Para el resto, es una condena a la ignorancia de por vida.
Y hay algo peor: a los alumnos, a poco que se les sepa y se les pueda estimular, les encantan las clases magistrales.
ResponderEliminarLola: Digásmoslo con claridad: Los progres -al menos los progres pedagogistas- se caracterizan por su antiintelectualismo. Esa es la raíz de nuestros males.
ResponderEliminarUna buena clase magistral (y hay tantas clases magistrales como magistrados) es una experiencia impagable. Y es, precisamente, lo que no encontramos en la calle, por muchas experiencias y actividades que nos ofrezca.
A lo mejor -lo digo por polemizar un poco más, ya que he sacado el tema de las clases magistrales- es que no hay tantos que sepan o puedan dar clases magistrales y buscan otros refugios. Personalmente, a lo largo de mi vida, he disfrutado de excelentes clases magistrales (no han sido la mayoría, bien es cierto), y son las que recuerdo. Y, como profesor, ningún alumno se me ha quejado cuando he dado una clase magistral, más bien al contrario.
ResponderEliminarAbrazos
Puede ser. Claro, el libro de texto nació para que el alumno y el profesor se relacionaran por medio de un artefacto porque ni todos los profesores saben dar clases magistrales ni todos los alumnos seguirlas a cualquier edad. Pero también puede tener que ver con el estímulo permanente de la opinión del alumno y de su espontaneidad expresiva. No lo educamos para que aprenda a escuchar, ni para que construya en silencio sus respuestas, ni para que las exponga con argumentos, en orden y con claridad.
ResponderEliminarEs muy interesante lo que planteas: es cierto que muchos alumnos no están educados para saber escuchar. Y el pavor a que dar clases magistrales sea algo censurable por retrógrado, hace que muhcos alumnos no reciban este tipo de clases y, por lo tanto, sigan sin aprender a escuchar. Si los padres ambos trabajan fuera y apenas se relacionan con sus hijos y los profesores no les cuentan cosas, ¿cómo aprender a escuchar? Y, más aún, quien no aprende a escuchar, ¿es capaz de aprender a contar, expresarse, argumentar?
ResponderEliminarLo demás, si es que ha de venir y puede hacerlo, ¿no debe ser posterior a saber escuchar y saber expresarse?
Más abrazos, venga.
Asistí encantada a las mismas jornadas,tuve el placer de conocer diferentes puntos de vista, sobre los diversos criterios, en cuanto al educar. Escuché como seutiliza a la escuela para ponerla frente a la cultura, o contraculturizarla...
ResponderEliminar...Una de las " cosas" que soy, es pedagoga, y también soy alumna y lo fuí. Por eso, no me atrevo a pensar en eliminar un privilegio que se tiene como alumno, que es asistir a la magia de una clase magistral...Recuerdo perfectamente el disfrute...Viva Hamlet, Platón, Nietzsche!! Y vivan aquellos que nos facilitan un placer así!!
Carlota Saura
Si estuviéramos en facebook pondría un 'me gusta' a su respuesta a Emilio, Martín y Juan.
ResponderEliminarHe tenido (y uso este tiempo porque aún lo siento muy cerca de mí) el privilegio de haber asistido a las clases de José Manuel Blecua, clases magistrales, sin boloñesa ninguna, y el concepto de clase magistral palidece al lado del de experiencia intelectual, emocional y estetica que supusieron para mí aquellas joyas que conservo en memoria y que, como no podía ser de otro modo, he transmitido a los alumnos que hayan querido escucharme. Quiero añadir, para quienes no lo conocieran, que Blecua, cuando y recibí su enseñanza, era sordo. Y jamás me he comunicado mejor con ningún otro profesor. Incluso tuvo la deferencia de invitarme a su casa para conocer su biblioteca junto a otros compañeros del curso. No me extiendo para no incurrir en la hagiografía filológica, pero ya se me entiende.
ResponderEliminarEn una de mis profundas crisis docentes, con terapia psicoanalítica de por medio, el psicoanalista insistía mucho en que mi problema era que yo tenía alumnos y no los discípulos que él estaba convencido de que yo debería tener. No le faltaba razón. Y a mí me sobraba optimismo.
Friedrich Hölderlin, leído, "explicado", en varias clases magistrales...GRACIAS!!!...si me llego a perder a Hiperión...
ResponderEliminar