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miércoles, 7 de abril de 2010
Viaje al país de los tracios: Orfeo
Orfeo, a quien Sexto Empírico llama etólogo, es decir, conocedor de las costumbres, era hijo de Eagro, rey de Tracia, y de una musa. Los reyes tracios veneraban especialmente a los dioses de la isla de Samotracia, cuyo nombre denota su origen y estaban iniciados en sus misterios. En ellos se inició también Orfeo.
Sabía entonar canciones tan dulces que las fieras lo seguían amansadas y los arbustos y árboles se inclinaban ante él. Los hombres más ariscos suavizaban su carácter al escuchar –en palabras del Orfeo de Paul Valéry- “el alma inmensa del gran himno de la lira” órfica, que tenía nueve cuerdas, en memoria de las nueve musas. Se cuenta que aún queda un robledal en Tracia cuyos árboles aún siguen bailando, porque guardan viva la memoria de su música.
Perdió a su mujer, la ninfa Eurídice el mismo día de su boda, por culpa de la mordedura de una serpiente en las orillas del Hebros. Guiado por su amor y cegado por su desconsuelo emprendió la más arriesgada aventura que jamás hombre alguno se atrevió a soñar: descendió a los infiernos, por la puerta del monte Tenaro, para arrancar a su amada de los fríos brazos de la muerte, dispuesto a encantar, si fuera preciso, a los mismos dioses infernales.
Con los acentos de su lira introdujo en el hermético y oscuro infierno una novedad tan dulce y desconocida que no tardó en ganarse la voluntad de los monstruos que guardaban sus puertas y en conmover a las divinidades soterranas, Hades y Perséfone, que hasta entonces no habían conocido la piedad. Emocionados por la belleza de aquella melodía accedieron, en un rasgo inédito de misericordia, a liberar a Eurídice del mundo de las tinieblas. Pero pusieron una condición: seguiría a Orfeo en completo silencio y él no podía volverse a mirarla hasta después de salir de sus dominios. Orfeo la aceptó y girándose hacia la luz, emprendió el camino de ascenso, confiando en su buen sentido. Pero cuando estaba a punto de alcanzar la salida, no pudo reprimir la curiosidad: ¿Y si los dioses se habían burlado de él y estaba caminando sin compañía? ¿Y si había hecho todo el viaje en vano? Se volvió e, inmediatamente Eurídice se desvaneció, convirtiéndose en sombra, ya para siempre inasible. “Quedóse con la sombra su deseo”, escribió Lope de Vega en un hermoso verso.
Retirado al interior de una cueva, junto a las heladas aguas del río Strimon, durante siete interminables meses cantó sus desconsolados amores. Le cantaba al alma-mariposa, crisálida dormida que quiere despertar a la luz de la vida, que es la muerte. Y embriagó a quien lo escuchó con irresistibles anhelos de inmortalidad.
Alexander Fol sugería que el nombre “Orfeo” podría haber significado originariamente algo así como «luz de la montaña». Estaba convencido de que la luz y el color jugaban un rol esencial en la liturgia de los órficos.
- Recuerda –me dijo en su casa en Sofia, mientras acompañábamos un cena copiosa con una botella de vodka que le había regalado Giorgi Kitov, seguramente el arqueólogo con mejor fortuna de toda la península balcánica-, recuerda que Platón utiliza el nombre “órfinos”, cuya raíz es la misma que la de “Orfeo”, para referirse a un color resultante de la mezcla del negro, el rojo y el blanco.
- Sí, en el Timeo.
- Pues recuerda también que los colores predominantes de las tumbas tracias son el negro, el rojo y el blanco.
- Los he visto en diferentes tumbas de las proximidades de Kazanluk.
- Seguramente eran los colores de ciertos ritos sacrificiales.
- ¿Explicaría eso por qué la imagen de Orfeo está ausente entre los tracios? ¿Su presencia se sugeriría por el color?
- El orfismo tracio hay que entenderlo en el contexto de una cultura oral de la inmortalidad, que no necesitaba de la explícita iconografía de lo sagrado; mientras que el orfismo heleno es, posiblemente, una reelaboración tardía del orfismo tracio.
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A mí también me hubiera gustado ser Indiana Jones, Don Gregorio. Aunque yo prefiero el salakov para estos menesteres.
ResponderEliminar¿Ve alguna relación entre Julian Sorel y el orfinós?
ResponderEliminarMuy interesante. Agradezco aprender cosas sobre este personajillo que aparece por todos lados chez los poetas y los músicos.
ResponderEliminarArrebatos: Tenemos todo el futuro por delante.
ResponderEliminarNapoleón: Permítame la falta de educación de contestarle con una pregunta: ¿usted sí?
Bellerofonte: Añada usted los pintores.
A todos: Nos falta la segunda parte de la historia: Orfeo desmembrado por las mujeres tracias.
Nunca comprendí muy bien por qué llamar a la novela Rojo y negro... y ahora que dice que Orfeo terminó desmembrado por las mujeres tracias... No sé.
ResponderEliminarllego tarde a esta entrada , pero no puedo evitar comentar que Orfeo es un poco trasgresor en el descenso a los infiernos , su interés era meramente personal en busca de su amada , Heracles , Odiseo y el mismo mismo Eneas tenían motivos mas "legitimos "eran encargos heroicos o deseo de conocimiento" en todo caso por amor consiguió un fin imprevisto, el conocimiento del mas allá .....y era fiel a su amada :) ...eso solo existe en los mitos
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