El miércoles pasado, como ya dije en el anterior apunte, asistí a una jornada sobre el libro de texto digital. Lo que más me sorprendió es que no se hablara de la diferencia entre el texto y el hipertexto, cuando sin tener clara la diferencia entre ambos tipos de escritura no se puede comprender el significado del libro digital.
El texto, básicamente, es una escritura ordenada materialmente en un soporte de papel entre una portada y una contraportada. Formalmente el texto se organiza en una introducción, un nudo y un desenlace. Un texto es un objeto impreso cuya totalidad puede cabernos en el bolsillo de la americana. Lo abrimos por donde nos parece, ponemos marcas aquí y allá mientras lo vamos leyendo, escribimos anotaciones por los márgenes, subrayamos, etc. Pero lo importante es que cuando abrimos un libro se pone en marcha una serie de expectativas que se van realizando o defraudando, que nos permiten sospechar cómo debe continuar la lectura o volver atrás para confirmar o rehacer una determinada interpretación, etc. Con el mero hecho de tenerlo delante sabemos cuánto nos queda por leer. No es infrecuente que al volver a releerlo recordemos el lugar donde lo leímos por primera vez. Cuando terminamos de leer le buscamos un orden visual en nuestra biblioteca o, simplemente, nos desprendemos de él.
El hipertexto es otra cosa, cualitativamente diferente. Las diferencias materiales son las más evidentes, pero son las formales las relevantes. En el hipertexto se rompe la estructura clásica de la introducción, el nudo y el desenlace, y, con ella, una determinada lógica lectora. El hipertexto no tiene límites. Cada enlace es una puerta abierta a mil caminos divergentes, que nos proporcionan otros textos, imágenes, vídeos... por los que transita ahora nuestra mirada, a veces sin saber exactamente lo que busca, sometida a multitud de estímulos y reclamos a los que no siempre somos capaces de volver. Uno puede saber dónde empieza a leer, pero nunca sabe exactamente donde acabará, por lo cual tampoco puede decir en qué punto exacto de la lectura se encuentra. Las expectativas que se generan con el hipertexto son, pues, peculiares, pero, en cualquier caso, en ellas la exigencia de coherencia interna no tiene mucho valor.
El trato con el texto ha sido en Occidente la manera privilegiada de educación de la atención. Me refiero, claro, al texto exigente, aquel cuya comprensión requiere que pongamos algo de nuestra parte. Hay lecturas que son a la literatura lo que el chicle a la gastronomía. Entre ellas pondría la mayor parte de la llamada literatura infantil y juvenil, que divierte pero no forma, por eso en cuanto llegan a la adolescencia, nuestros niños dejan de leer. Simplemente no están capacitados para enfrentarse a un texto medianamente complejo. El esfuerzo de atención que les demanda su comprensión es para ellos excesivo.
Nuestros niños y adolescentes pasan actualmente algo más de seis horas diarias frente a una pantalla (ordenador, tv, consola, móvil...), sometidos gozosamente a un ejercicio intensivo de dispersión de la atención. Lo importante para ellos no es la narración o la descripción, sino la intensidad de la emoción presente. Cuando lo que están haciendo deja de ser interesante, pasan a otra cosa. Viven en lo que podemos llamar un desarrollo zappista (de zapping) del interés. No les importa dónde están, sino la intensidad del momento.
Nuestros niños y adolescentes están siendo educados intensivamente en el fomento de la atención superficial. Por eso para ellos el libro se está convirtiendo en un objeto cada vez más extraño.
Para ellos está pensado el hipertexto.
Mis lecturas se iniciaron con los tebeos y comics. Después pasé a los libros de Bruguera con viñetas (Verne y compañía), compaginando ambas lecturas. Y así, paso a paso, fui superando niveles de exigencia.
ResponderEliminarA veces, me da por leer un antiguo bestseller que tanto me gustó en aquellos años, mas soy incapaz de superar unas cuantas páginas, hastiado del lenguaje simple y vulgar, que no me aporta.
Profesor ¿me he hecho mayor?
Nota: otro tanto me sucede con la música, centrándome en la de décadas atrás, redescubriéndola gracias a los nuevos ripeos de alta calidad, muchos de los cuales tienen mejor sonido que las grabaciones actuales.
Hipertexto = obra abierta. Libertad absoluta. Diálogo infinito. Pero no excluye el texto, salvo para los fabricantes de artilugios electrónicos y sus corifeos mediático-pedagógicos. Y a los alérgicos al papel algo viejo el hipertexto nos viene fenomenal.
ResponderEliminarEsta mañana comentaban este vídeo por la radio:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=iwPj0qgvfIs
Feliz Sant Jordi!
Maty: Nos hemos vuelto mayores. ¡Yo cada vez encuentro más actual a Platón y más antiguos a muchos modernos!
ResponderEliminarMLL_ hay libertad cuando hay criterios de orientación. Ir a la deriva creo que es otra cosa. Lo cual no niega que a veces tenemos que perdernos para encontrar algo valioso. Pero sólo a veces.
ResponderEliminarRespecto al diálogo infinito... ¿Has oído usted hablar del "egosurfing"?
Susana: Feliz Sant Jordi!
ResponderEliminarPues yo, surfeando por esas webs de dios, me he encontrado con esta frase, que me parece de lo más apropiada para el día:
ResponderEliminar"The chief knowledge that a man gets from reading books is the knowledge that very few of them are worth reading."
H.L. Mencken, A Little Book in C Major
Me la apunto, Claudio. ¡Es grande, Mencken!
ResponderEliminarLa verdad es que no había oído hablar/leído lo del egosurfing... aunque me lo temía. Bien, supongo que es inevitable que se acaben buscando huellas de uno mismo... De todas maneras, tampoco creo que fuera muy diferente con la escritura/lectura tradicional. Se escribe, se lee, de cualquier forma que se haga, para reconocerse. Pero este reconocimiento, esta búsqueda del espejo, no tiene por qué ser algo estático, sino que el yo que busca encontrarse también se irá modificando...
ResponderEliminarMLL: Se lee, como se come o se ama, de multitud de maneras, efectivamente. Pero eso no significa que todas sean equiparables. Hay también, me parece a mi, una moral de la lectura. Básicamente consiste en el respeto al autor, esto es, en la pretensión de conocerlo en su obra tal y como se conocía a sí mismo. Sea la que sea la dificultad del proyecto, solamente de esta manera la lectura puede proporcionarnos la experiencia de la objetividad del otro y, por encima de todo, la posibilidad de contemplarnos a nosotros mismos desde su objetividad. esa es la única manera que tenemos de ensanchar los límites de nuestra alma.
ResponderEliminar“Many pundits have complained about the iPad’s inability to support multitasking, and while I can see how that makes it impractical as a tool for work, it’s actually an asset for someone who just wants to focus. You can only do one thing at a time on the iPad, and while I’m well aware that e-mail and LOLcats and all kinds of social networking treats are not much further away than a few extra clicks, switching from one app to another feels so definitive — qualitatively different from having multiple windows open on a single screen … We are often urged to frown on devices that don’t prompt us to collaborate on and create — or at the very least comment on — all the amazing old and new things, from news reports to scientific studies, Web comics to video mash-ups, that proliferate online. It’s so undemocratic, so anti-DIY. So old paradigm. But here’s the thing: Sometimes I don’t want to talk. Sometimes what I want is to listen, really listen, to what someone else has to say.”
ResponderEliminar— Laura Miller, “The iPad is For Readers”
http://www.salon.com/books/laura_miller/2010/04/05/ipad_for_readers/index.html
Don Gregorio: Pero si estoy de acuerdo. Debía haber continuado la frase con la que acabé diciendo que el yo se irá modificando... al contacto o por mediación de la subjetividad o la objetividad ajena, el texto, la obra, como queramos. Es cierto que el libro funciona y hace funcionar la mente (del escritor tanto como del lector) de una manera que le tiene que parecer extraña, por no decir absurda, al lector superficial de la pantalla, al impaciente que se va de un sitio a otro. Pero no renunciaría yo a pensar que, "hipertextualmente", se gane algo así como un diálogo o una nueva oralidad. La galaxia Gutenberg ha durado exactamente 500 años (no digo que no vaya a durar otros tantos, qué sabe uno!), pero antes de ella los libros no debían ser algo muy diferente de una "ayudamemoria" o, mejor, un banco para la permanencia del saber (bastante precario). A pesar de eso, de la mínima visibilidad del libro, en comparación con la Galaxia Gutenberg (en adelante GG), no creo que se pueda negar que la objetividad estaba garantizada, y el método y el orden. Pero esto es volver al Fedro, ¿no? ¿Cómo lo reescribiría Platón, al hilo del wikisaber y el egosurfing global?
ResponderEliminar"La idea del surfista. ¿sabéis una cosa? Sería necesario llegar a pensar que no es un modo de conseguir eliminar la tensión espiritual del hombre, y aniquilar el alma. Es una forma de superar la acepción burgesa, decimonónica y romántica de esa idea. El bárbaro busca la intensidad del mundo, del mismo modo que la perseguía Beethoven. Pero tiene sus propios caminos, que para muchos de nosotros son inescrutables o escandalosos"
ResponderEliminar"Los bárbaros" Alessandro Baricco
Y precisamente, sobre Beethoven, escribió un crítico en 1825:
"Elegancia pureza y medida, que eran los principios de nuestro arte, se han ido rindiendo gradualmente al nuevo estilo, frívolo y afectado, que estos tiempos, de talento SUPERFICIAL, han adoptado. "
Saludos, don Gregorio. Un placer leerle.
¡Querido Espía! ¿Cuánto tiempo?
ResponderEliminar¿Ha vuelto para quedarse?
No depende de mi deseo sino de la realidad.Gracias.
ResponderEliminarPor si interesa:
ResponderEliminarhttp://www.theamericanscholar.org/reading-in-a-digital-age/
http://www.slate.com/id/2252161/pagenum/all/
¡Y tanto que me interesa!
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