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lunes, 5 de abril de 2021

Ruano

Acabo el Diario  íntimo. La penúltima anotación es del 29 de noviembre de 1965: “Tarde: dos horas solo. Apiádate, Señor, de mi inmenso y miserable miedo. El miedo me une a Ti como un animal necesitado. He rezado largo tiempo". La última es del 30 de noviembre: "El terror es blanco. La soledad es blanca". César González-Ruano murió dos semanas después, el 15 de diciembre. 

 

Cierro el Diario íntimo y comienzo las Memorias. 

 

Ruano no era un santo. Ni mucho menos. Su narcisismo y su nihilismo, su dandismo y su necesidad imperiosa, por infantil, de aprecio se traslucen en cada una de sus páginas. Es imposible estimar al personaje. Por eso es más inquietante el magnetismo de su prosa micrológica.

 

Fue un gran escritor atrapado en un alma de protección oficial en la que vivían mal avenidos sus diferentes yoes: el de aristócrata, el de hampón, el que lo azuza moralmente... Tengo la impresión de que quería hacerse con una personalidad, un estatus, un dominio de sí... pero todo lo que pudo conseguir fue una pose inestable y muy cara, que sólo se podía mantener en pie ocultando una parte importante de lo que era o había sido y sableando a los amigos.

 

Era un dandy en busca de Guermantes en los escaparates caros y en las sombras de las amistades de renombre. En sus ojos necesitaba ver reconocido el valor de su posee. Aspiraba a que aquellos a los que admiraba vieran en él lo que a él le hubiera gustado ser. 

 

La guerra mundial lo pilló en París y, según han contado Haro Tecglen, Eduardo Pons, José Carlos Llop, Rosa Sala y otros, los alemanes lo encerraron en la prisión de Cherche-Midi porque sospecharon que estaba ayudando a los judíos a viajar a España clandestinamente. En realidad los estaba explotando miserablemente. Les vendía a precio de oro un pase asegurándoles que alguien los estaba esperando en un punto determinado de los Pirineos para pasar la frontera. Cuando llegaban, no había nadie y acababan en los campos de concentración. Los alemanes lo soltaron cuando comprobaron que "solo" era un estafador.

 

Es cierto que su hijo lo defendió sosteniendo con firmeza que "sus familiares sabemos que [esos hechos] nunca sucedieron". Pero las sospechas acumuladas son abrumadoras. Eso no evita que Francisco Umbral reconociera que "para Cándido o para mí, que aprendimos a escribir en él (y luego nos hemos alejado tanto), que nos lucramos de su amistad y su sombra protectora de ciprés galante, César es un maestro de juventud y una referencia entrañable".

 

Seguiré con Ruano intentando descifrar su alma narcisista tal como se intuye en su literatura y, sobre todo, en ese "inmenso y miserable miedo" que acabó acorrándolo. Si he de decir la verdad, añadiré también que siento una ligera afinidad con sus ataques de vértigo, episodios en los cuales, según reconoce, "se me pone la Cibeles al revés y me caigo al suelo”.

4 comentarios:

  1. Sonrío me voy feliz a dormir
    He aprendido

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  2. El vil Ruano

    por Juan Bonilla

    10 ABR 2014

    'El marqués y la esvástica' tiene unos cuantos méritos pero no termina de demostrar que César González Ruano estuviera 'en el' Holocausto ni añade gran cosa al perfil turbador que ya conocíamos del periodista.

    https://www.elmundo.es/blogs/elmundo/bibliotecaenllamas/2014/04/10/el-vil-ruano.html

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  3. Las acusaciones hay que acreditarlas.

    César de Navascués responde en una entrevista a los ataques dirigidos a su padre

    2 MAR 2014

    http://cultura.elpais.com/cultura/2014/02/28/actualidad/1393603747_842514.html

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  4. Don Baltasar: Quede constancia de la complejidad del caso de un hombre al qe yo no le compraría un coche de segunda mano, pero cuya escritura me parece magistral.

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Rumiar entre el vértigo

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