domingo, 6 de marzo de 2016

Stalin: De Drieu la Rochelle a Vanché

El 5 de marzo del 53 murió Stalin. He estado dudando a lo largo del día si escribir algo sobre las muchas, muchas lágrimas que derramaron desolados los comunistas del mundo, unidos en su dolor por la muerte "del Padre de los pueblos". Finalmente me he encontrado en Un bon fils, el libro de Pascal Bruckner, con un pasaje del Journal de Drieu la Rochelle, que ha resuelto mis dudas.

En el verano de 1944 Drieu la Rochelle pasó sin problemas de la idolatría de Hitler a la de Stalin: "Ahora confío en Stalin. De hecho, de forma instintiva siempre he sido partidario de Stalin contra Trotsky. Yo estoy siempre con aquel que asume la máxima responsabilidad." Drieu la Rochelle acabó suicidándose en marzo de 1945 tras rechazar la propuesta de Malraux, que estaba dispuesto a esconderlo.

Mientras escribía lo anterior he recordado que en un post antiguo hablé de Albert Londres y de su libro Terrorismo en los Balcanes (1931), donde trata de un iluminado llamado Vanché, con palabras que se le pueden aplicar perfectamente a Stalin: "Bien mirado, Vanché no es el diablo. A fin de cuentas, sólo tiene un defecto: mata a todos aquellos que no comparten su opinión. Y ya está. Ni está loco ni es un iluminado ni es un impulsivo; es un lógico. Puesto que no puede tolerar los obstáculos, los suprime. Denle lo que desea, enseguida guardará sus bombas y sus revólveres. Él mismo lo escribe en su diario.   De momento advierte que le resulta imposible parar. ¿Qué ocurriría si dejase de asesinar? ¡Bulgaria se llenaría de gente que no piensa como Vanché".

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