"Los amores de muchos animales son salvajes y enloquecidos, pero los de muchos otros tienen un refinamiento casi humano y un trato sexual no desprovisto de gracia. Tal era el elefante de Alejandría que rivalizaba con Aristófanes el gramático, pues ambos estaban enamorados de la misma vendedora de flores; y el elefante no se quedaba atrás a la hora de hacer manifiesto su amor, pues cada vez que pasaba por el mercado le traía frutas, se quedaba largo rato junto a ella y metiéndole la trompa por dentro de las ropas a modo de mano, le acariciaba suavemente la flor de sus pechos"
Plutarco, Sobre la inteligencia de los animales 972d
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