lunes, 18 de agosto de 2014

Del crimen de Sócrates

Una pluma de gallo nos sentencia

Todo varón sabe que el gallo, ese animal tan indiscreto que estira el cuello por las amanecidas, es esencialmente analógico, y por eso mismo yo sospecho que cuando Sócrates le dice a su íntimo Critón que le sacrifique un gallo a Asclepio, está resaltando algo que estaba muy claro para todos los presentes. Leyendo con atención lo que cuenta Platón de los últimos momentos de Sócrates, no puede descartarse que el sabio muriese  itifálico perdido, como correspondía a un divino sileno.

3 comentarios:

  1. Me imagino lo que pensará de los últimos momentos de Platón, cuando pide que le traigan a una joven tracia para que le toque la flauta, y al no ser capaz la doncella de acertar con la nota, él la instruye...

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  2. Luri, el gallo es el amanecer. La nueva vida. No lo cree así?

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    Respuestas
    1. Pero Sócrates es un irónico, amigo.
      A medida que le va haciendo efecto la cicuta siente que se le van poniendo rígidas las piernas. Cuando la rigidez llega a las ingles, se tapa la cabeza (que es señal de vergüenza). Y después viene lo del gallo.
      Ciertamente ha estado intentando convencer a sus amigos de que, como diría un legionario, la muerte no es el final. Pero la verdad es que la emotividad de todos demuestra que Sócrates no ha tenido mucho éxito con el intento. Imagínese usted, por un momento, que mi hipótesis es... no digo que cierta, pero sí un pelín verosímil... verá en que papel deja la erección socrática a la filosofía.
      Un fuerte abrazo, don Monstruo. Sigo lo que usted hace con tanta admiración como cariño.

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