En Utah. Con mi Agente Provocador. Y fui feliz. Y comía hamburguesas de bisonte, pero no podía beber cerveza, porque los mormones de la única tienda de las proximidades sólo servían té helado. Así que comía hamburguesas de bisonte y bebía té helado y no necesitaba nada más. Y teníamos una cama inmensa hecha de troncos y una bañera, y un grifo del que salía un agua arcillosa. Y por las noches nos sentábamos en la mecedora del porche y observábamos las estrellas y oíamos a los bisontes del Zion Mountain Ranch, de donde salía Poverty Road, que conducía a un lugar al que nunca fuimos.
Hum... ¿Se sentaba en el porche con una Remington 870 de corredera en el regazo?
ResponderEliminarTengo que defraudarlo, don gato. Nos sentábamos con los ojos muy abiertos y el alma un poco sobrecogida.
EliminarDevil dog road?
ResponderEliminarPasé por Devil Dog Road y conocí a una india Hualapai muy amable que me preparó un par de huevos rancheros que te encendían el paladar, de lo que picaban. Me los comí llorando. ¡Menos mal que los indios no tienen nada contra la cerveza!
Eliminaresta usted escribiendo a uno que no encuentra ninguna comida suficientemente picante, supongo que en Utah o en México dándole al chile vería colmadas mis aspiraciones.
ResponderEliminarAl final de Poverty Road había una cervecería. Vaya.
ResponderEliminarDon Joaquín: Me ha agostado usted de golpe el dulce sabor de la melancolía.
EliminarY esa señora de piernas largas "como dos celestes ríos". ¿Quién es?
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