Juan: No estoy tan seguro. Me parece que, al menos entre nosotros, se tiende a blindar los prejuicios con una fuerte dosis de fe para que no se vean afectados por los hechos.
No me parce que un prejuicio necesite de la fe para nada, los prejuicios son expresión incontestable de la fe en que ellos son, acaso por arte de birlibirloque, los hechos. Dicho a la pata la llana, la realidad es una entelequia a gusto del consumidor que siempre tiene prejuicios... digo razón.
Pues eso es lo que digo yo (creo). Cada vez estoy más convencido de que el principio o principios ordenador/es de nuestros prejuicios es lo que llamamos Dios/Dioses. Es decir, llamamos Dios a aquello no hipotético (no hipotético para el creyente, claro) que a cambio de nuestra fe nos entrega un mundo. Bajo esta perspectiva, nadie es ateo. O si es ateo su ateísmo funciona en la práctica como el plural de Dios.
Pero yo no soy catalán, ni vivo en Cataluña. Vivo en la capital del reino, y aquí solo he conocido a una nacionalista. Ni siquiera era española, sino belga flamenca.
Don Gregorio permítame un apunte en la materia que me interesa. Los prejuicios, son mecanismos de defensa encargados de ahorrar el desgaste que supone pensar.
Me quedo con la idea orteguiana de comunidad de proyecto o proyecto colectivo.
ResponderEliminarOrtega era mejor persona que yo.
ResponderEliminarNo sé si era mejor persona, pero chispa dudo que tuviera más.
EliminarUn cordial saludo.
...comunidad de prejuicios que se queja (¡mantra de vida eterna!) de los perjuicios que de ellos se derivan.
ResponderEliminarJuan: No estoy tan seguro. Me parece que, al menos entre nosotros, se tiende a blindar los prejuicios con una fuerte dosis de fe para que no se vean afectados por los hechos.
ResponderEliminarNo me parce que un prejuicio necesite de la fe para nada, los prejuicios son expresión incontestable de la fe en que ellos son, acaso por arte de birlibirloque, los hechos. Dicho a la pata la llana, la realidad es una entelequia a gusto del consumidor que siempre tiene prejuicios... digo razón.
EliminarPues eso es lo que digo yo (creo). Cada vez estoy más convencido de que el principio o principios ordenador/es de nuestros prejuicios es lo que llamamos Dios/Dioses. Es decir, llamamos Dios a aquello no hipotético (no hipotético para el creyente, claro) que a cambio de nuestra fe nos entrega un mundo. Bajo esta perspectiva, nadie es ateo. O si es ateo su ateísmo funciona en la práctica como el plural de Dios.
EliminarEntonces en españa hay miles de naciones.
ResponderEliminar¿Es decir, que los neoconservadores sois una nación?
ResponderEliminarLos prejuicios anónimos siempre me desconciertan.
EliminarY sé por qué me desconciertan: tienen pinta de prejuicios cosmopolitas.
EliminarEse es el pegamento más poderoso para unir a las personas.
ResponderEliminarPara que una relación funcione, nada mejor que la comunión de prejuicios.
Siempre me ha resultado difícil encontrar a una mujer que comparta mis prejuicios.
Para el gato: ¡Hazte nacionalista, hijo mío!
ResponderEliminarPara el gato: ¡Hazte nacionalista, hijo mío!
ResponderEliminarPero yo no soy catalán, ni vivo en Cataluña. Vivo en la capital del reino, y aquí solo he conocido a una nacionalista. Ni siquiera era española, sino belga flamenca.
EliminarDon Gregorio permítame un apunte en la materia que me interesa. Los prejuicios, son mecanismos de defensa encargados de ahorrar el desgaste que supone pensar.
ResponderEliminarEfectivamente, pensar es evolutivamente menos útil que correr y además cansa y decepciona. La salud y el pensamiento no juegan en el mismo equipo.
EliminarPero no me negará, Don Gregorio, que nuestros prejuicios son mejores que los suyos.
ResponderEliminarSin pares que compartan tus propios prejuicios no te queda sino ser apátrida.
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