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lunes, 1 de octubre de 2012

Me bulgarizo




Portada de mi Introducción al vocabulario de Platón, recién publicado en Bulgaria.

5 comentarios:

  1. Enhorabuena, don Gregorio, por el libro en búlgaro.

    Por lo que he visto en las imágenes del enlace, la composición del libro es muy buena.

    Pues nada, será cuestión de hacerse con un ejemplar (en español, por supuesto, porque yo búlgaro no sé :-)).

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    1. ¡Pero hombre! ¿Cómo se puede ir por esos mundos de Dios sin saber búlgaro?

      Tiene usted razón: khalepà tà kalá.

      Y gracias, claro.

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  2. Ya me he hecho con el libro (siempre puedo evitar el búlgaro por una pureza del original castellano ;-)).

    Enhorabuena por el gran texto. Tiene muy buena pinta. Lo tengo desde hace unas horas, con otras muchas tareas, y me temo que no he podido leer mucho. Desde luego, su labor filosófica y literaria es impecable.

    Me gustaría plantearle una pregunta puramente teórica. No tiene que ver con la práctica o el hecho de su libro. Es algo que cada vez entiendo menos. La pregunta es muy sencilla: ¿por qué se traslitera el griego?

    Me interesa saber su opinión experta. En principio es por hacer más fácil el texto, porque quien no sepa griego lo pueda leer. Bien, eso vale con λόγος, οὐσία o ἰδέα. Sin embargo, ya con expresiones —si me apura, incluso con εἶδος—, en el fondo es que la gente pueda pronunciar —con mayor o menor fortuna— palabras o giros en una lengua que no entiende —sin tampoco entender aquéllos—.

    No hacer uso de la trasliteración parece que excluye a quienes desconocen el alfabeto griego, pero trasliterando no se les incluye —porque desconocer el alfabeto es no saber nada de griego—. ¿O acaso αἰὲν ἀριστεύειν καὶ ὑπείροχον ἔμμεναι ἄλλων lo entiende transliterado quien no lo puede leer sin trasliterar?

    Es una duda por unos presupuestos que me parece que son ambiguos. Agradecería mucho conocer su opinión en este punto.

    Mi más sincera enhorabuena y muchas gracias por su gran libro.

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    1. Pues en realidad es que no me planteé la cuestión de la trasliteración. Esto le puede parecer raro, pero así es. Simplemente recogí lo que con el tiempo había ido elaborando en mis fichas pensando más en una clase oral que en un texto escrito. Por lo tanto la ambigüedad puede ser real. La primera persona que me hizo esta observación fue el gran Ángel Ruiz, a quien el texto le debe más de una virtud. Después Mercedes Torrevejano me dijo algo parecido. ¡Ya ve usted! Le agradezco, de verdad, lo que me dice, pero en lugar de ofrecerle una opinión experta le ofrezco el criterio de vago (¡qué pesadas me parecen las correcciones!). Para serle completamente sincero, los editores búlgaros confirmaron una por una todas las referencias a los textos platónicos... y tuve que corregir más de una.
      El libro creo que cumple su función: sugerir que hay maneras más fecundas de leer a Platón que las manidas por el academicismo y basta para ello comenzar a leer a Platón sin prejuicios (o, al menos, con los mínimos posibles).
      Muchas gracias. Si alguna vez sale una segunda edición, posiblemente le haré caso.

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  3. Gracias por la sinceridad de su respuesta.

    Mi pregunta sólo pretendía y pretende ser una pregunta. Por supuesto que su libro es perfecto como introducción a la lectura de Platón y es una excellente invitación a hacerlo. Me temo que por edad y por antiguas dedicaciones, ese acercamiento ya no puede ser virginal en mi caso —con el tiempo se pierde todo—. Además, me pasa lo mismo que con Aristóteles, que cada vez entiendo tanto en español como en griego: apenas nada.

    Hay en algo en lo que disiento. No es que a usted personalmente le parezcan pesadas las correcciones, es que las correcciones de textos propios —cuando ya son definitivos y hay que buscar erratas— son un suplicio para todo el mundo. Fundamentalmente porque el propio autor es la persona menos aconsejada para hacerlo, ya que el texto se lo sabe de memoria. No es vagancia. Una profesión que se ha perdido —al menos en la práctica— es el de corrector o lector en las editoriales. Lo complicado además es que cuando los hay, sea gente formada —hay erratas sobrecogedoras por ahí sueltas en libros de gran tirada—.

    Por cierto, me gustaría hacerle dos comentarios en privado —por supuesto, si a usted le parece bien—. Si así fuese, se me ocurre que la mejor manera es que yo le escriba un comentario para que lo pueda leer usted, pero lo borra en vez de aprobarlo. Si está de acuerdo, me dice y le escribo el doble comentario.

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