Siguiendo con el comentario anterior, lo que más me sorprende de todo el discurso postpedagógico imperante es que se acepte sin ningún tipo de crítica la sustitución del Bien por la Innovación.
Eso de que "hay que innovar" se ha impuesto como un imperativo categórico. Por lo tanto, si la innovación es lo mejor de lo mejor, quien la ponga en duda es un tarado cronológico. O sea, yo.
Ustedes perdonarán mi impertinencia, pero desde el bunker pedagógico pensamos que hay innovaciones buenas, innovaciones ni-fú-ni-fá e innovaciones desastrosas y que conviene disponer de algun criterio no muy innovador que permita distinguir las unas de las otras para seleccionar lo oportuno para cada caso.
Que conviene cambiar lo que va mal, es cierto, pero no parece una estupidez sugerir que hay que intentar cambiarlo por algo que vaya mejor. Esto era algo elemental hasta hace poco, pero ahora lo que es elemental es que hay que cambiarlo por algo innovador.
Lo que a nuestra escuela le falta no son ganas de innovar, sino capacidad reflexiva, prácticas reflexivas.
Más feo me pareció que nos 'reciclasen' constantemente.
ResponderEliminarNo te sientas solo dentro de la categoría 'tarado cronológico' Gregorio. Somos unos cuantos. Habrá que tomarse en serio eso que proponía uno de mis colegas que, sin duda, se incluye en ella: formar una asociación clandestina de profesores sin calidad. Estamos hasta los pelos de tantas regulaciones. ¿Por qué no nos dejan hacer nuestro trabajo y que nos juzguen por los resultados? Que nos juzguen, pero no quienes sabemos. Saludos, R
ResponderEliminarSoy otra tarada cronológica entonces, señor Luri.
ResponderEliminarY añadiría que a mucha honra, ;)
Un saludo
Perdone que me entrometa, pero ¿me equivoco si pienso que el bunker pedagógico está compuesto por personas con experiencia docente y la vanguardia pedagógica está petada de gente sin experiencia docente?
ResponderEliminarEl problema no es pedagógico. El problema es que, por alguna razón que no alcanzo a comprender, a alguien se le ocurrió que innovar era un valor y un objetivo cuando, con suerte, es un método.
ResponderEliminarA lo mejor no viene much al caso, pero por si de algo valiese.
ResponderEliminarLa innovación ante todo me recuerda a lo Heidegger hace con la Neugier (curiosidad), tomándolo como Neu-gier (sed, afán de novedades).
La curiosidad es un defecto respecto a un auténtico deseo de saber. Heidegger lo interpreta en su clave como modo inauténtico de la comprensión (si no recuerdo mal).
Innovar por innovar (no por mejorar) no deja de ser un modo de huir hacia delante. Quizá (inno)vamos demasiado deprisa para no tener idea de hacia dónde nos dirigimos.
Lo más curioso del asunto es que hemos acabado convirtiendo l a nnovación en una rutina. Bien por don Martín, don Pablo...
ResponderEliminarDon Gregorio, aquí no sé si me va a patinar la neurona, pero es lógico que la innovación, lo novedoso caduque pronto como novedad.
EliminarDe ahí que el deseo de novedades sea inagotable. Nunca se satisface, porque siempre tiene que haber algo nuevo (es como el niño caprichoso al que ningún juguete le gusta después de desempaquetarlo y tenerlo en sus manos unos minutos).
De ahí que la innovación por la innovación haya de ser necesariamente rutinaria. En la innovación no se innova.
Tiene usted toda la razón, D. Gregorio, y valga repetir las palabras de Goethe para evocar la desorientación de este más y más sin sentido ni utilidad: Nunca vamos más lejos que cuando no sabemos hacia dónde vamos.
ResponderEliminarSaludos
Esto se discutió apasionadamente hacia el final del paleolitico superior por los partidarios del sistema antiguo - enemigos de las nuevas tecnologías en donde se enseñaba a base de dibujos en la pared - y los innovadores (su jefe era Uk de Atapuerca)- enemigos del sistema antiguo a base de "iniciaciones"espantosas.
ResponderEliminarNo es que no haya nada nuevo bajo el sol,sino que todo lo que es igual lo es a base de ser distinto, y viceversa.
É o que Gustave Thibon chama o "culto da novidade".
ResponderEliminarCito suas palavras:
"O valor se define não em relação a modelos transcendentes (bem ou mal, verdadeiro ou falso, belo ou feio), mas em termos de "para a frente" e "para trás". Sêneca, falando dos representantes da "nouvelle vague" romana, já escrevia: "mutantur non in melius, sed in aliud"; eles procuram não o que há de melhor, mas o que há de novo."