Gelón de Siracusa, hijo de Diomedes, fue nombrado por los siracusanos capitán general del ejército en su guerra contra el cartaginés Himilcón. Tras combatir valientemente, volvió a su patria con el presente de la victoria. Delante de la asamblea de la ciudad dio cuenta detallada del uso que había dado a la autoridad que le habían conferido. Al terminar de hablar se quitó la coraza y dijo: "Aquí me tenéis desnudo en medio de todos vosotros, que estáis armados. Si alguna vez he abusado de vuestra confianza, emplead contra mí el fuego, el hierro y las piedras". El pueblo, admirado de su conducta, le dirigió los más altos elogios. "Si es así -les dijo Gelón- no elijáis jamás a ningún general que no se comporte de esta manera". Inmediatamente y por aclamación el pueblo le concedió de nuevo el generalato. En cuanto se vio al mando del ejército, Gelón dio un golpe de Estado y se proclamó tirano de Siracusa.
¿No estará usted recelando de algún candidato, verdad?
ResponderEliminarNo sé si lo parece, pero mi intención, lo aseguro, no era metaforizar sobre el presente.
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