Ustedes ya conocen mis reticencias respecto a los vendedores de baratijas felicitarias a euro y medio la docena. A mi ángel de la guardia le rezo cada noche para no despertarme feliz el día menos pensado, no sea que vaya a parecerme a ellos. Una vez caído en la felicidad me imagino que se permanece en ella para siempre, pues ¿qué persona feliz querría variar su estado? Los felices no tiene nada que superar.
Entre los vendedores de felicidad los risoterapeutas me provocan una risa triste. A veces los he visto haciendo esfuerzos para reír en sus sesiones de terapia y dan ganas al mismo tiempo de reírse de ellos y de llorar por ellos.
Hace poco cayó en mis manos un estudio sobre los efectos de la risa para reforzar la resiliencia (estoy leyendo todo lo que encuentro sobre esta última cuestión), cosa que me ha animado a profundizar un poco en el asunto y hoy estoy en condiciones de ofrecerles mis conclusiones:
1. La idea de que el buen humor, el optimismo y la risa tienen efectos positivos sobre la salud es cada vez más popular, pero no hay ningún estudio serio que la confirme.
2. Más bien hay estudios que demuestran lo contrario, porque las personas optimistas tienden a asumir más riesgos cotidianos que las pesimistas.
3. Los optimistas tienden a despreciar cualquier síntoma de malestar y de esta manera descuidan su salud. Siempre creen que están más sanos de lo que realmente están.
4. Conclusiones:
a) Los pesimistas viven más.
b) Hay que leer más a Schopenhauer y menos a Bucay.
Quin alliberament!! Gràcies a Bucay per la part que li toca; no l'he llegit mai.
ResponderEliminarQuina merda de vida... :-))
Yo hubiera escrito "leer menos al plagiario Bucay", pero el resto lo hago mío. En castellano coloquial ya se dice aquello de que "mal bicho nunca muere", "bajito pero con mala leche" y otras expresiones que atestiguan la supervivencia de quienes no comulgan con el ingenuo optimismo a prueba de bombas. En todo caso, creo que no hay que confundir el optimismo con el vitalismo, y menos aún con la razón vital. Zapatero y su optimismo antropológico, variante socialista de su predecesor, Pablo Iglesias: "hoy puede ser un gran día, duro con él", cantado por Serrat, ha hecho mucho daño a la credibilidad del partido.
ResponderEliminarBucay es apologista de la terapia Gestalt, pero creo que la ha vulgarizado hasta extremos risibles en comparación con la agresividad positiva de su creador, Fritz Perls.
A mi m'ha quedat un descans!
ResponderEliminarJuan: Palito Ortega fue el único filósofo sensato de la felicidad.
ResponderEliminarEn realidad me temo que cuando hablamos de felicidad no sabemos muy bien de qué hablamos.
Miraculosa: Efectivament. lliurar-se de la preocupoació de ser feliç et deixa ben feliç.
ResponderEliminarAsí que decidimos que los niños venían a escuela para aprender a ser felices todo empezó a ir mal, pedagógicamente hablando.
ResponderEliminarNadie sabe qué es la felicidad y, en todo caso, no es un estado permanente sinó puntual y transitorio.
Sobre la risoterapia siento lo mismo que usted cuando veo esos grupos de gente haciendo tonterías y riendo a la fuerza.
Júlia: Por pretender hacer los niños felices nos olvidamos de darles herramientas para que no sean muy infelices.
ResponderEliminarSobre resiliencia, un buen libro el del Dr. Rojas Marcos.
ResponderEliminarY sobre optimismo (o más bien, ganas de darle un sentido a la vida), los libros de Viktor Frankl.
Aunque parecen recomendaciones muy obvias.
Jijijijiiji
ResponderEliminarDon Joaquín: Aquí es muy bien venido todo cuanto usted nos traiga.
ResponderEliminarNoctas: eso es terrorismo irónico.
ResponderEliminarEn mayo del año pasado asistí al Congreso Internacional sobre resiliencia que se celebró en Valencia. Lamentablemente el CD con todas las ponencias lo presté y no volvió a mis manos, pero tengo los apuntes, que pongo a tu disposición. Asistió el mismo Cyrulnik, de éste fue del que menos apunté, pues le he leído casi todo lo que ha publicado y sobre ello habló. Me aportaron mucho Jorge Barudy y Carlos Sluzki, así como Roberto Pereira, que acaba de organizar el XXXII Congreso Internacional sobre Terapia Familiar en Bilbao, al que también he asistido.
ResponderEliminarA tu disposición con mis apuntes -que no siempre son legibles- y bibliografía si lo deseas.
Esta mañana he acabado "École et Résilience" una obra colectiva editada por Boris Cyrulnik y Jean-Pierre Pourtois. Me ocurre que cuanto más leo sobre resiliencia menos claras tengo las ideas. Por una parte, dada mi formación, me parece un intento de reactualizar la virtud del coraje en un mundo que ya no cree en la virtud. Por otro lado el discurso sobre la resiliencia se me presenta como un baúl de sastre en el que cabe de todo. Comienzo a sospechar que no hay personas resilientes, sino instituciones resilientes y que son las instituciones las que forman a las personas.
ResponderEliminarAi, señor Luri, veo que usted también se ha apuntado a la moda de la resiliencia. No se que pasa últimamente que todo gira entorno a la resiliencia (y a la “asertividad”). Que dos términos referentes a la psicología sean los que más suenen es un síntoma preocupante. O no, quién sabe, a lo mejor simplemente es que hoy me he levantado demasiado pesimista. Me voy al youtube a buscar un video de risoterapia… Saludos
ResponderEliminarDon Quim: me interesa, me interesa, especialmente porque creo que expresa bien un síntoma propio de la moderna sociedad terapéutica.
ResponderEliminarJeje... Gregorio, no podía ser más oportuna tu entrada de blog. Este Viernes organizamos el taller RISIDUOS en el Palau Robert. Eso sí, sin ponernos Bucayólicos, y más bien risilientes (o lo que tenga que surgir).
ResponderEliminarUn abrazo
http://www20.gencat.cat/portal/site/arc/menuitem.44d9c7aba66dc31e624a1d25b0c0e1a0/?vgnextoid=f03506a64868b210VgnVCM2000009b0c1e0aRCRD&vgnextchannel=f03506a64868b210VgnVCM2000009b0c1e0aRCRD&vgnextfmt=detall&contentid=65a133b5cb3d2310VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD
Con su permiso, D. Gregorio, me pido citar sus atinadas conclusiones. Nunca está de más encontrar "bibliografía" tan autorizada para desmontar algunos prejuicios del ambiente.
ResponderEliminarYa de paso y porque tal vez tenga cierta relación con la capacidad de resiliencia de la que se habla aquí, hay quien dice que "hay que educar a los niños en la frustración" (lo que dicho así suena bastante bestia para los oídos políticamente correctos de nuestros pedagogos actuales). Sólo así tendrán las herramientas necesarias para lidiar con la infelicidad cuando esta les asedie y podrán llegar a ser moderadamente felices en el proceso.
Un saludo.
Don Rafael, tiene usted mis permisos.
ResponderEliminarEn mis conferencias a los padres yo suelo defender la ampliación de la declaración de derechos del niño para incluir, entre otros, el derecho a ser frustrado.
Don Carlos, tiene usted garantizada mi admiración. Lo de Bucayólicos, me lo apunto.
ResponderEliminarHistoria judía.
ResponderEliminar«Pienso casarme con la señorita Katz» dice el hijo.
"Pero la señorita Katz no tiene dinero para la dote» responde el padre.
«Sólo con ella podré ser feliz» replica el hijo.
«¿Ser feliz?» concluye el padre «¿y qué ganas con ello?».
Historia judía 2:
ResponderEliminarEn una ocasión en que Franz Rosenzweig reprochaba a Hermann Cohen su tibia actitud hacia los jóvenes sionistas alemanes, éste zanjó la cuestión con esta frase: «Estos tipos quieren ser felices»
Entre el pesimismo tipo Tristón (¿recordáis a Leoncio León y Tristón? Su frase eterna era ¡cielos, que horror!) y la felicidad procedente del pensamiento mágico, tengo una escala de grises que oscilan entre el pesimismo moderado y una razonable felicidad en la que mi sentir bipolar me permite moverme con cierta comodidad, dependiendo del momento que me toca vivir.
ResponderEliminarMe sumo a la risa triste del reir con la ja, con la je,... de los ejercicios de risoterapia. En fin...
Ana: Yo me sumo a sus palabras.
ResponderEliminarLe confesaré que entre la tristeza de Heráclito y la sonrisa de Demócrito, me quedo con Demócrito. La vida es una tragicomedia y tiene momentos para todo. Por eso mismo uno no sabe qué está a punto de llegar.