... y Leo Strauss acabó poniendo una pica (polémica, como tiene que ser) en Soria. Gracias, amigos.
Tras cenar de primero pies de cerdo y de segundo pies de cordero, la noche ha sido numantina. Finalmente, vencido, he decidido abandonar el hotel y enfilar para Zaragoza. Eran las cinco y media de la mañana. He cruzado Tarazona dejando sus torres mudéjares insinuadas y prometiéndome una vez más que he de recorrer alguna vez despacio estos pueblos. Mientras me acercaba a Borja ha comenzado a clarear, pero de una manera cobarde. Primero ha sido un jirón de luz insinuada en medio del cielo. Poco a poco ha ido tomando una consistencia de café con leche espeso. Cuando, finalmente, ha querido amanecer nos hemos quedado en el limbo, por culpa de una lluvia densa empeñada en que no acabara de romper el día.
Llovía cuando he llegado a Barcelona. Y llovía aún más cuando me acercaba a Badalona por una autopista densamente transitada. Y ha sido entonces cuando los limpiaparabrisas del coche se han quedado inmovilizados. La cortina de lluvia me impedía ver nada y me he acercado como he podido al arcén, entre los pitidos, comprensibles, de los coches próximos. He acabado subido a una grúa y dejando el coche en el taller.Y entonces he recordado al filósofo soriano que me preguntaba qué es eso de la naturaleza.
El día que quiera conocer Tarazona, Don Gregorio, dígamelo y vamos para allá. Avisaré a mi amigo turiasonense que de buen grado nos mostrará los monumentos y sobre todo el tapeo.
ResponderEliminarLo tendré presente, don Arrebatos, porque algún día tendré que satisfacer este deseo. Gracias.
ResponderEliminarTarazona, gran ciudad, estuve en un hotelito estupendo y anitguo, Santa Ágata, que es como un museo de Raquel Méller, que luego tiene uno de más grande en la ciudad.
ResponderEliminarAquello ante lo que la técnica se estropea. La naturaleza, digo. Ella, impasible. La lluvia llueve, que decían algunos ingenuos riéndose.
ResponderEliminarVenir a Soria no está exento de riesgos...
ResponderEliminarMe alegra que no sean tan graves como para que una grúa y un taller no puedan solucionarlos.
¡La naturaleza siempre vuelve!
Un abrazo desde Soria, ya sabe que su casa.
Júlia: Me apunto la información. Muchas gracias.
ResponderEliminarLola: Efectivamente. Magnífíca definición de naturaleza.
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ResponderEliminarBorja: La soriadicción. Estoy aquejado.
ResponderEliminar¡¡ que vulgaridad los lipiaparabrisas!!!!, lo mio fue cadena de distribición y con ella las válvulas.
ResponderEliminarRubén: Será una vulgaridad... pero la factura del taller es épica.
ResponderEliminarEspero que lo suyo no le causará ningún percance adicional.
"ha comenzado a clarear, pero de una manera cobarde" Magnífic. "Cuando, finalmente, ha querido amanecer" M'encanta. "por culpa de una lluvia densa empeñada en que no acabara de romper el día." Sensacional.
ResponderEliminarA mi i uns amics ens va passar el mateix a finals de desembre del 2001 (tot i que diria que fa menys, però no, la realitat és així de cabrona) tornant de Guernika cap al caserío on estàvem instal·lats a Abaltzisketa, a prop de Tolosa. Plovia per l'amor de Déu i se'ns va espetllar el limpia. Per sort, no vem haver de circular gaire fins a arribar a una gasolinera i arreglar el problema. Tu vas tenir la sort que se t'espetllés a Badalona, però pel que quedava ja hagués pogut aguantar fins a Ocata...
Abelunimbus: No, no podia arribar a Ocata. Era impossible. Queia a una autèntica cortina d'aigua i no es veia absolutament res, ni les indicacions dels carrils. Vaig passar por.
ResponderEliminarSí sí, ja m'imagino que et vas veure obligat a parar. Em referia que encara bo que se't va espetllar a Badalona i no a Barbastro i que pel que quedava, el neteja parabrisa se t'hagués pogut espetllar un cop a casa... Quines aventures!
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