Una mujer, un borracho y yo en la barra del bar. Clavó el borracho sus ojos túrbidos sobre los generosos pechos de la mujer y le dijo: "Oigo desde aquí latir tu corazón. De aquí a una hora me lo comeré." A mi me pareció que iba en serio, pero la mujer se echó a reír con unas carcajadas escandalosas, propias de una víctima.
Justicia moral.
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