I
Conducían a un reo al patíbulo y al entrar en una calle, comenzó a resistirse. Al ser preguntado por el motivo de su resistencia contestó que en aquella misma calle vivía un tendero con el que tenía contraída una antigua deuda y no quería caer en sus manos para no salir malparado.
II
Un condenado a muerte pidió agua de un jarro antes de morir. El verdugo, al pasársela, echó un trago. El condenado la rechazó entonces, por miedo a contraer la sífilis.
III
El juez le dijo a un condenado a muerte que se encontraba en el patíbulo que si se casaba con una mujer presente entre el público, salvaría la vida. El condenado la miró y al ver que cojeaba, se negó al trueque.
Nada inhumano nos es ajeno
o, si se quiere,
todo lo demasiado humano nos es propio.
todo lo demasiado humano nos es propio.
Lo sabía bien Montaigne,
de quien recojo las anécdotas.
Añado lo comentado por el comediente George Carlin. La obsesión por la "guerra contra los gérmenes" lleva a que se desinfecten con los alcohol los brazos de quienes van a recibir la inyección letal.
ResponderEliminarSaludos desde La Suite
Buenísimo blog como siempre.Felicidades!
ResponderEliminarUna breve visita llena de cariño y admiración
Don "P": Todo aclarado. Don Muaddib, La Suite y mi amigo peruano, al que un día veré en California.
ResponderEliminarUn abrazo.
Doña She: Siempre tendrá usted un café recién preparado esperándola.
ResponderEliminarDon Luri
ResponderEliminarMuchisimas gracias. No hay mejores amigos que aquellos que nos recuerdan nuestros propios sueños.
Olla y Suite a su disposición.