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sábado, 22 de mayo de 2010

Competencias mínimas

Los alumnos de sexto de primaria de Cataluña acaban de ser evaluados para comprobar si alcanzan las competencias mínimas que un alumno de 12 años debe haber adquirido para pasar a secundaria.

El año pasado los resultados pusieron de manifiesto que un 25% de los alumnos de sexto no las había adquirido. Esto es, al menos, lo que se dijo. En realidad los resultados fueron bastante peores, porque, para empezar, se decidió no evaluar a los alumnos considerados con "necesidades educativas especiales", que resultaron ser un 8% del total. Con el resto, es decir con el 92% de los alumnos catalanes se fue especialmente generoso en la evaluación, ya que se consideró que habían adquirido las competencias mínimas todos aquellos que superaban el 76% de las pruebas. Insisto en que era una prueba para evaluar competencias mínimas, no conocimientos máximos, por lo cual no deja de ser paradójico que, a la hora de la verdad, se establezca un mínimo por debajo del mínimo para superar la prueba.

Pasé bastante tiempo dando vueltas a los resultados y cuantas más vueltas les daba más sospechaba que las pruebas estaban confeccionadas de tal manera que en realidad no medían los conocimientos de nuestros alumnos sino su capacidad de atención, que ésta sí que está bajo mínimos. Este año he tenido la misma impresión. Pero además, valorando los muchísimos comentarios que me han llegado de diferentes escuelas sobre la manera como se han corregido las pruebas, hoy tengo una duda más: ¿Tienen todos los maestros de Cataluña las competencias mínimas necesarias para evaluar con objetividad las competencias mínimas de sus alumnos? La pregunta es cruda, lo sé, por eso me gustaría conocer vuestra opinión.

Respecto a los resultados, tengo la impresión de que no variarán mucho del año pasado a éste, lo cual reafirmará la sospecha de que el 30% de alumnos que no es capaz de superar la ESO ya está, como grupo, identificado en la educación primaria.

21 comentarios:

  1. Don Gregorio, le podria añadir que lo que dice su colega Agustin de La Herran, y que en principio atribuia al lastre de la democracia, el egocentrismo, consultandolo últimamente lo ha extrapolado al profesorado.
    Personalmente, creo que está implantado en la sociedad en general, y cuando digo en la sociedad en general soy consciente que no son todos, ni tan siquiera una inmensa mayoria, pero tampoco en una minoria muy minoritaria, lo que pasa es que sus efectos se ven multiplicados en la vida social. Diversos autores señalan que las por tendencia general a medida que se desarrollan, se vuelven más individualistas.
    No digamos cuando el líder de esas sociedades lo és, como apunta el psiquiatra Jose Cabrera. En casa tenemos un gran ejemplo, no hay mas que ver la opinión de los ex-asesores de nuestro presidente, sobre todo en lo que respecta a la economía, así nos va el pelo. Por mi parte sabe ud. Don Gregorio en que trabajo, lamentablemente lo que si me ha dolido es cuando he tenido algún percance con el comportamiento de algún profesor, en la calle no quiero pensar en lo que será en las aulas, y no me refiero al desconocimiento de las normas, si no a la actitud frente a ellas. A decir tiene que han sido casos contados.

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  2. Ay, menos mal. Temí que un supraespinoso cualquiera nos dejase sin la dosis necesaria de café.
    Efectivamente, en la primaria ya están identificados. Pero es que como durante años ha sido el laboratorio de los inventos del TBO de "Escoles d'Estiu"... Pues claro. Los maestros, no sé, he visto de todo, incluso muchos de admirables.

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  3. Le planteo yo una duda (con permiso). exagerando un poco le podría decir que no me sería imposible conocer el organigrama exacto del Vaticano o el Pentágono 8o sea, las dos ciudades), pero que en cuatro años que lleva la evaluación de competencias en Andalucía no he sido capaz de identificar a nadie (repito, a nadie) que haya participado en el diseño y7o confección de las pruebas (sobre su sentido y contenido no me meto). ¿Esto es normal? que alguien se irresponsabilice de un control de la calidad educativa, ¿es normal? La Consejería ha publicado un par de ¿manuales? sobre las pruebas de diagnóstico, y no figura ningún autor. se ve que el texto se escribió por sí mismo. aparte de todo, y como estoy muy negativo (y España no nos desmiente), la culpa del desastre no está en los profesores y maestros (unos burócratas poco más que mileuristas; en eso se les ha convertido; ¿cómo no van a adaptarse?). Yo diría que ni siquiera en los políticos, que hacen con las leyes como Lope con las comedias. Yo miraría en lo que circula por las cabezas de los buenos ciudadanos. Derechos, derechos, obligación ninguna (es lo primero que aprende un muchacho/a). Aquí no pasó ninguna reforma calvinista: todos nos creemos señalados, salvados. Esta ficción ya se está pagando. Luego, la cara pública de este imperio de la autosatisfacción (orteguiano estoy) es la mala educación, la chabacanería y unos modelos patibularios. claro, esto no representa lo general. Pero representa una parte irrecuperable. ¿dos países en un país? ¿una élite sociocultural y una mayoría administrada? siempre habrá sido así, pero no lo llamaban democracia de los ciudadanos. Y concluyo: una sociedad que no respeta a sus maestros, aunque no tengan razón, que cuestiona su trabajo desde la mañana a la noche, es una sociedad enferma: de necedad y de mal.

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  4. Últimamente le doy vueltas al tema. El caso es que empiezo a recibir mails de mis primos pequeños (10-11 años) escritos en lenguaje de móvil. Reconozco que me molesta un poco porque yo siempre he escrito los mails correctamente. Posiblemente es un detalle sin consecuencias importantes (me consta que son buenos alumnos), pero no puedo dejar de hacerme algunas preguntas en relación con la dirección que ha tomado la formación de mi generación y de las que siguen. Partiendo como siempre de la comparación con Francia, hay dos cosas que me llaman la atención respecto a los profesores. I. La carencia de formación pedagógica de los profesores franceses, que será aún menor con la reforma del año pasado (en contraste con la insistencia en este tema en la universidad catalana o en la ESMUC, en el campo de la música) y II. La insistencia, en Francia, sobre los conocimientos de los profesores, con oposiciones muy exigentes y, especialmente en el ámbito de la enseñanza musical en los colegios, infinitamente superiores a lo que se pide en España (donde los profesores de música ofrecen generalmente una imagen lamentable de la cultura del país).

    Esto me lleva a confirmar lo que dice usted: error de insistir sobre los mínimos, que sólo lleva a mínimos más mínimos, en un círculo vicioso sin fin aparente, y lamentable olvido de la importancia del trabajo personal (sólo hay que ver la vida de clausura de los alumnos de las Grandes Écoles). ¿Podría ser que Francia se encontrara en un caso análogo pero perfectamente contrario al nuestro, es decir, con un problema de confianza pero debido al fracaso de la transmisión y no del contenido?

    ¡Cuídese! Un saludo

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  5. Si, como profesor secundario, que eso es lo que somos los de Secundaria para el consejero Maragall, he de juzgar por el nivel de competencia lingüistica con que llegan los alumnos de Primaria debería decir que la incompetencia profesional sobreabunda en ese tramo educativo. Prefiero, no obstante, plantear el asunto como una cuestión de más amplio radio. Ni los padres ni los hijos, ni probablemente muchos maestros o secundarios tenemos la competencia lingüistica mínima exigida para la transmisión de nuestra lengua materna, cubrir las necesidades del sistema educativo y, por supuesto, para enseñar a los alumnos lo que han de aprender para participar con satisfacción en la vida comunitaria. Llevo dándole vueltas durante muchos meses a lo que se acabará covirtiendo, en una conviccion: el dominio mínimo de la la lengua propia, la lengua cooficial y otra lengua extranjera sólo está al alcance de una minoría tan exigua que, hasta no aceptar una realidad tan evidente, nada bueno podrá salir de ningún plan de estudios ni de ningún proceso de evaluación. Se pone mucho el acento en los beneficios de la evaluación, pero tengo la sensación de que se ha disociado radicalmente tal proceso evaluador del otro proceso, el esencial de la escuela -sin negar otros com'lementarios de no poca importancia-, la transmisión del conocimiento. No hay más que oír al consejero Maragall para darse cuenta de cómo un adulto relativamente instruido es incapaz de tener una competencia lingüistica adecuada, y dejo al margen, por supuesto, la capacidad de razonamiento, pues la mentalidad "consignataria" -o esloganesca- del sujeto deja poco lugar a dudas. Llevo batallando con la expresión desde los 15 años y aún me queda un largo camino por recorrer, y mi dominio del catalán y del inglés está muy por debajo de lo que me gustaría. Mi conclusión, contra toda teoría pedagógica, es que la capacidad de expresión lingüística integral(comprensión, razonamiento, competencia normativa e incluso cierto estilo personal)es un don. Lo reconocemos para la música, para el dibujo y para la habilidad manual -léase el encaje de bolillos como la fontanería o la albañilería-, pero nos negamos a aceptarlo para el uso del lenguaje sólo por el hecho de que es una herramienta de uso cotidiano. ¡Cuánto cuesta ver lo obvio!
    [Perdón por la extensión, o el desahogo...]

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  6. ¡Qué malo es el vicio, Lola!
    Perdónenme ustedes si no les respondo... no estoy en las mejores condiciones...

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  7. Tienen las competencias mínimas los profesores universitarios que preparan a los futuros maestros? En práctica, seguro que no, es la única profesión en la cual los que preparan no están 'en activo' y muchas veces no lo han estado nunca o casi nunca, pero parece que eso no preocupa a nadie. Viendo y oyendo las memeces que les cuentan en la universidad, los trabajos que les mandan y otros muchos detalles creo que viven en un mundo casi virtual por lo que se refiere a la escuela 'de verdad'.

    Sobre la inspeccción... en fin.

    Y, cuidado, en cada reforma se ha ido para atrás -iba a decir 'como los cangrejos' pero los cangrejos no tienen la culpa de nada.

    Mire, en mis tiempos, con todo el franquismo sociológico, incluso muchos profesores de la Normal e inspectores habían vivido una temporada haciendo de 'maestro de base'. Que conste que no me siento nostálgica, se ha ganado mucho pero se ha perdido bastante.

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  8. Bueno, a los políticos no se les pide ningún título... ni competencias básicas mínimas ni nada de nada. Habilidad y ambición. Quizá eso sea lo que llaman eufemísticamente 'inteligencia emocional'.

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  9. El maestro y la maestra, el profesor y la profesora... o el increíble hombre y mujer menguante y menguanta.

    Algo se gana con ello. Una vez lobotomizados nadie los (nos) va a liquidar:

    http://eltingladodesantaeufemia.com/2010/05/22/a-los-maestros-los-asesinaron-los-hunos-y-los-otros/

    Disculpe la autorreferencia. Sabe que no lo suelo hacer. Pero pensaba en usted mientras lo escribía. ¡Que se mejore!

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  10. Insisto en mi pregunta: "¿Tienen TODOS los maestros de Cataluña las competencias mínimas necesarias para evaluar con objetividad las competencias mínimas de sus alumnos?"
    No tengo la más mínima duda de la existencia de muchos maestros excelentes, y de que la mayoría es competente. Pero comienzo a dudar del número de los que no tienen competencia suficiente para corregir un ejercicio de competencias mínimas de sus alumnos.

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  11. Nota exegética: el comentario de don Gregorio tiene dos párrafos (aplausos, please). Los maestros del primero no aportan nada significativo para que sea verdad lo que dice de muchos de ellos ni de la mayoría en el segundo.

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  12. Gregorio, no sé quien confecciona las pruebas, quien corrige, como se elige al que corrige. Qué quiere decir con que hay quejas en el modo de corrección?

    Lo único que le puedo decir es que, los profesores de primaria de mi colegio decían que las pruebas habían sido extremadamente fáciles, claro que, si hablamos de competencias mínimas, como van a ser .. La competencias mínimas que evalúan están por debajo de las competencias básicas del currículum? o es lo mismo? La prueba de lengua consistía en un dictado en que se los espacios en blanco, una comprensión de texto en forma de test en que se tenía que escoger una respuesta. Y, eso sí, una pequeña redacción libre. Corregir estos ejercicios, al menos los dos primeros apartados, no debería dar problemas de objetividad y competencia por parte del profesorado corrector, no?

    Dicho esto, no me extraña mucho que haya conflictos en la corrección cuando algunos de los que están dibujando el sistema de competencias defienden que toda respuesta es buena mientras sea crítica con el sistema y se justifique con la propia opinión, y a eso le llaman desarrollar la capacidad crítica.

    Yo me pregunto qué competencias se evalúan y cómo, si cuando hablamos de competencias en el nuevo curriculum hablamos- con mucho énfasis- de actitudes de ciudadanía, de valores, de ser crítico, de ser sostenible, de resolver problemas, de capacidad de “aprender a aprender” ...esto se evalúa?

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  13. Respondo a su pregunta: CLARO QUE NO!!! Pero, ¿quién es capaz de averiguarlo de forma seria, viendo quién y cómo SE evalúa a los maestros????? En resumen: ¿QUIÉN EVALÚA AL EVALUADOR DE LOS EVALUADORES?

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  14. Conforme pasa el tiempo, son menos necesarios los evaluadores, Júlia. Se puede señalar el desastre.

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  15. Una buena evaluación, Tumbaíto, jeje.

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  16. Hola Julia, estoy estudiando la carrera de maestra y te doy la razón en todo lo que dices. Al menos en mi universidad: salimos sin estrategias, desfasados, es una carrera floja, floja, flojísima y eso sí, salimos insuflados de la ideología del happy flower de los 60. Respecto a los inspectores,los que conozco, lo mismo. patético.

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  17. Susana, durante la República había un excelente plan profesional de formación de maestros, se limitaba la entrada a la carrera pero se salía con plaza, en el 67 se intentó algo parecido pero acabó siendo una caricatura. Ahora la formación de maestros es patética, los que forman a los estudiantes no saben nada de la realidad y, como dices happy flower a tope. Por suerte para mi llevo dos años jubilada, y siempre me prometo a mi misma no intervenir sobre el tema, aunque no lo consigo del todo.

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  18. En el caso de la música rotundamente no, porque la mayoría de los profesores que he conocido se situan por debajo de lo que sería digno considerar como competencias mínimas.

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  19. En la universidad todo esto conlleva unos trabajos de investigación de mínimos, a menudo útiles pero impublicables por la mala calidad de la organización y del estilo. A pesar de que se han llegado a publicar verdaderas bazofias, en el campo de la musicología debemos ser uno de los países con menos publicaciones propias de la Europa occidental.

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