Vaya, no he estado un Nápoles pero por lo que me han contado conducir allí es una hazaña digna de ser cantada en hexámetros dactílicos. Como epitafio, me quedó con uno que un amigo oyó en un programa de radio: "Por fin he dejado de fumar".
¿Ha conducido en Nápoles? ¡Y sigue vivo! ¡Increíble!
Me quito el sombrero ante usted. ¿Ha visto a los autobuses moverse por el casco viejo de la ciudad? Una auténtica hazaña.
En el Nápoles viejo uno aprende a aguzar tremendamente el oído ante cualquier ruido de motor y a construir mapas mentales de las situaciones de dichos motores para poder decidir hacia dónde es más adecuado escapar. En la ciudad nueva supongo que se aprende a sobrevivir en la selva.
Aquí donde me veis (o no) he conducido por Nápoles, efectivamente, Incluso por Palermo (pero esta es otra historia). Y hasta me atreví por la recortada carretera que bordea la costa amalfitana, enfrentándose a lestrigones y cíclopes de mucho temer. No diré que salí indemne, pero sí con memoria suficiente para permitirme gritar: "¡Confieso que he conducido por Nápoles!". Todo lo que ha venido después en mi vida no es más que la melancólica historia de una inevitable decadencia.
En esta página hay un montón....
ResponderEliminarhttp://www.mentalfloss.com/blogs/archives/12796
Saludos
Qué buena, quizá se la plagie cuando llegue el día :D
ResponderEliminarDe los pocos que conozco, uno de mis epitafios favoritos es el que le dedica Lord Byron a su perro Boatswain (Contramaestre, en español):
http://losmonostambiencuran.blogspot.com/2008/09/boatswain-el-perro-de-lord-byron.html
Gracias a los dos.
ResponderEliminarYo les he pedido a los míos que en lápida ponga: "Aquí yace G.L. Condujo en Nápoles".
Vaya, no he estado un Nápoles pero por lo que me han contado conducir allí es una hazaña digna de ser cantada en hexámetros dactílicos. Como epitafio, me quedó con uno que un amigo oyó en un programa de radio: "Por fin he dejado de fumar".
ResponderEliminarBueno, y vivir 50 años, un mes y un día también tiene su (des)gracia.
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ResponderEliminar¿Ha conducido en Nápoles? ¡Y sigue vivo! ¡Increíble!
ResponderEliminarMe quito el sombrero ante usted. ¿Ha visto a los autobuses moverse por el casco viejo de la ciudad? Una auténtica hazaña.
En el Nápoles viejo uno aprende a aguzar tremendamente el oído ante cualquier ruido de motor y a construir mapas mentales de las situaciones de dichos motores para poder decidir hacia dónde es más adecuado escapar. En la ciudad nueva supongo que se aprende a sobrevivir en la selva.
Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAquí donde me veis (o no) he conducido por Nápoles, efectivamente, Incluso por Palermo (pero esta es otra historia). Y hasta me atreví por la recortada carretera que bordea la costa amalfitana, enfrentándose a lestrigones y cíclopes de mucho temer. No diré que salí indemne, pero sí con memoria suficiente para permitirme gritar: "¡Confieso que he conducido por Nápoles!". Todo lo que ha venido después en mi vida no es más que la melancólica historia de una inevitable decadencia.
ResponderEliminarFeliz día, amigos.
Doña Teresa: Suerte con su libro!
ResponderEliminarBueno, pero no tanto como el mío...
ResponderEliminarGracias, Don Gregorio. Ya quisiera yo un éxito como el suyo (merecidísimo, por cierto, estoy acabando su lectura). ¡Felicidades!
ResponderEliminarBon any 9!
Gracias a usted, doña Teresa. Desde luego, el año que viene será tan magnífico que solamente será superado por los que vengan después.
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