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domingo, 21 de diciembre de 2008

Sobre el alma III

Cuenta Sorano de Éfeso que la ciudad de Atenas, tras concederle a Hipócrates la ciudadanía, le permitió iniciarse en los misterios de Eleusis y le concedió el derecho a ser alimentado de por vida por el erario público. Sospecho que cuando Platón le hace decir a Sócrates, en su desastrosa defensa ante el jurado que acabará condenándolo a muerte, que tiene derecho a ser mantenido por la ciudad, tiene muy presente el precedente del padre de la medicina.

De lo que no hay duda es de los muchos préstamos hipocráticos que hallamos en el vocabulario platónico. Los casos más notables son los de "eidos" e "idea", por un lado, y "epimeleia", por otro.

Para Hipócrates la "epimeleia" es la acción terapéutica del médico sobre el paciente y su misión consiste en hacer emerger la "idea" del cuerpo a fin de que, observando sus causas, pueda el médico orientar el tratamiento. El principio básico que guía esta acción, como escribió Alcmeón de Crotona, es la convicción de que la salud es equilibro ("isonomía") de las diferentes dinámicas del cuerpo, mientras que la enfermedad es el resultado del predominio ("mon-arkhía") desequilibrante de una sobre las otras. En cierta forma la epimeleia es una labor democratizadora de las energías del cuerpo y, en este sentido, puede leerse políticamente. La "isonomía", la "autarquía" y la reflexión sobre la participación más adecuada de los diferentes componentes del todo cívico en la "arkhé" (la legitimidad y la soberanía) son lugares comunes en el pensamiento político griego antiguo. No tiene nada de particular el que Platón usara la analogía entre el alma y la ciudad como argumento central de su República, ni es casual que le conceda a Asclepeio (e Hipócrates era un asclepíada) el calificativo de "politikón" (República 407).

Cualquier historia de la filosofía antigua con pretensiones filosóficas debería tener muy en cuenta la relación entre filosofía y medicina. No en vano es en los textos hipocráticos (Medicina antigua 51,9) donde por primera vez encontramos formulada, con plena conciencia de su problematicidad, esta pregunta: "¿Qué es el hombre?."

Intentando obtener respuestas a este interrogante, la medicina antigua ensayó diferentes métodos. Uno de ellos fue el de la "autopsia" (literalmente: observación directa de sí mismo). Galeno, siguiendo a Hipócrates, subraya que gracias a la autopsia el médico lleva a cabo un conocimiento de sí mismo por sí mismo del que ha de guardar memoria (anámnesis).

El camino iniciado por Hipócrates animará a Galeno a estudiar de qué manera la salud del alma puede conseguirse médicamente (El alma y sus pasiones), para compaginar así la higiene física y la psíquica y, por lo tanto, la salud y la ética.

12 comentarios:

  1. Debería pedirse un certificado de autopsia a todos los médicos del alma (si es que son honestos consigo mismos, y si es que su profesión es compatible con la propia honestidad). ¿Y quién daría tal certificado?

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  2. Casualmente estoy leyendo "Hermenéutica del sujeto" de Foucault. Allí dice que la epimeleia heautou es más amplia que el gnóthi seautòn. Vos Gregorio que sos mi referente en Antigua, suscribís?

    Un abrazo y gracias por el link.

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  3. Napoleón: Hago mío tanto su deseo como su pregunta, para la que no tengo respuesta.

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  4. Luc: ¡Que magnífico trabajo estás haciendo con Prometheus!
    Sobre Foucault, creo que está por reconstruir la arqueología de su interés por el "cuidad de sí". Sin duda fue influenciado por Hadot y Patocka, pero parece estar pensando preferentemente en sus propias prácticas, en su propia vida, en suma. Quiero decir que es -al menos para mi- imposible reprimir la sospecha de que está desarrollando una "epimeleia" que tiene como centro más la autonomía del deseo (no en vano su experiencia con la comunidad gay de los Estados Unidos fue decisiva) que la llamada -supuesta- del yo a dotarse de una forma.
    Patocka sostiene que el cuidado de sí del alma no es otra cosa que el ejercicio de la filosofía en tanto que actividad delimitadora del mundo, ya que al delimitar a lo otro se delimita a sí misma como potencia delimitante. Foucault parece sugerir que la emipeleia es la expresión de las formas del deseo.
    Si Patocka hubiese tenido sida no tengo la más mínima duda de que hubiese sido consciente del riesgo que comportaba en sus prácticas. Foucault fue portador del sida y no sólo lo calló, sino que lo ocultó a sus ocasionales amantes. Es esta para mi una forma excesivamente laxa de epimeleia.

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  5. Tremenda respuesta. No sabía esos datos de la biografía de Foucault que hablan bastante mal del cuidado de sí y de los otros. Buscaré más información sobre Patocka, presumo que es Jan Patocka el checo que tiene algunos libros sobre Aristóteles. Aquí llega poco y nada pero quizás la web me ayude.

    Un abrazo

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  6. Patocka es un enorme filósofo, Luc, a quien recomiendo con toda insistencia en cuanto tengo oportunidad. Hay un hilo de la fenomenología que conduce de Husserl (especialmente del Husserl defensor del heroísmo de la razón) a Patocka a través de Heidegger y, sobre todo de Fink. Por otra parte el hecho de que hiciera resistencia anticomunista hablando por los sótanos de Praga de Platón y del alma, lo hace para mí doblemente interesante. Ya he hablado varias veces de Patocka en el Café de Ocata, puedes buscarlo, si quieres.

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  7. Hace un ratito comentaba por teléfono con una amiga una entrevista que las dos habíamos leído al profesor Gregorio Luri sobre la enseñanza. Como a las dos nos había parecido excelente y no podíamos estar más de acuerdo con él, nos hemos explayado rememorando anécdotas y repitiendo sus argumentos. Después he visitado el Blog de Luis Felipe Comendador y, curioseando en sus enlaces, he encontrado uno llamado el Café de Ocata. Inmediatamente he recordado mis días dorados de playa de la infancia en Ocata, el tren desde la Estación de Francia y cómo con frecuencia comíamos en un chiringuito que había en la misma playa. Así que he decidido visitarlo...A veces el mundo parece mágico. Disculpa que no comente hoy esta entrada. Todavía no me he repuesto.
    Un afectuoso saludo, con mis mejores deseos para estos días y, sobre todo, para este 2009 que ya llega.

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  9. Bel: Esta es su casa. Respecto al camino y sus caprichos... hay veces en que la Navidad se hace justicia a sí misma.

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  10. Magnífica reflexión, Sr. Luri; hoy, además, en que impera el acontecimiento que más maltrata el alma apocando el cuerpo... ¡Todo el año buscando el modo idóneo de cuidado de uno mismo para que un día de diciembre, al contemplar la alegría brutal e inmediata del champán y los besos y los gritos, uno se dé cuenta de que, en realidad, lo que siente es envidia de los agraciados por la funesta fortuna! En Soria, donde vivo, es muy difícil sustraerse a la manía de la lotería; sobre todo cuando le ha tocado a un vecino el tercero, a otro el gordo mismo tan anhelado.... ¡Y yo mismo compré mi par de décimos en la misma administración que ha repartido el gordo sin que el acaso se haya siquiera dignado a mirarme de soslayo! Está claro que necesito una urgente práctica de epimeleia. Espero impaciente su próxima entrada sobre ello.

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  11. Gracias por su cordial bienvenida. Esta vez sí me he concentrado en su iluminadora entrada y en sus comentarios. A pesar de haber leído narrativa y poesía desde siempre y ensayo desde muy pronto, mi interés por la filosofía es relativamente reciente y, precisamente, es esa iniciación la que me falta. He leído a Foucault, Heidegger (incluso a Spinoza), pero muy poco a Platón y menos a los presocráticos. Mercès també per això.

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  12. Borja: Yo es que soy un poco raro en esto. A mi me gusta la navidad, niños de San Ildefonso incluidos.

    Bel: Pase, pase y póngase cómoda.

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