Muchos son mis diálogos platónicos preferidos, depende del día y de mi estado anímico, pero entre los que siempre está presente en el grupo de los selectos destaca el Alcibíades I, un diálogo magnífico, sobre el cual mantuve en su tiempo una corta correspondencia con Todorov, que en ese momento aún no lo había leído. Aunque algún filólogo moderno muy listillo se haya permitido dudar de su autenticidad, los antiguos siempre tuvieron por evidente la autoría platónica. De hecho hay una larguísima cadena de comentarios del Alcibíades I que, por sí misma, ya nos debería llamar la atención sobre su relevancia filosófica.
Me he pasado el día intentando recomponerla, al menos en sus grandes rasgos. Es mi manera de recuperar la normalidad. ¡Ya ven ustedes!
Por razones en las que ahora no voy a entrar, es especialmente en los dos primeros siglos de nuestra era cuando este diálogo platónico es leído con más interés. Entre los comentaristas de esta época se encuentran los relevantes nombres de Clemente de Alejandría (patrística), Epicteto (estoicismo), Alejandro de Afrodisia (aristotelismo) Plutarco de Queronea, Albino, Apuleyo, Máximo de Tiro (autores encuadrados en lo que se suele llamar "platonismo medio"), Filón de Alejandría (judeohelenismo) y el inclasificable Cicerón.
La tradición de comentaristas más relevante es la del platonismo medio, que se encuentra en el origen de los comentarios de Plotino y de su discípulo Porfirio. Los comentaristas se suceden entre los discípulos de este último, como Nemesio de Éfeso, Plutarco de Atenas y Jámblico (de la escuela neoplatónica de Siria). Siriano siguió los cursos tanto de Plutarco de Atenas como de Jámblico y transmitió la pasión por el comentario de este diálogo a Hermias y Proclo (sucesor de Siriano en la Escuela de Atenas y uno de los principales artífices de la fusión entre neoplatonismo y pitagorismo). Entre los comentaristas neoplatónicos posteriores podemos citar a Zenódato, Marino (sucesor de Proclo en la dirección de la Escuela ateniense), Damascio (último escoliarca ateniense), Ammonio y Olimpiodoro, el escoliasta más notable de la Escuela Neoplatónica de Alejandría.
Y así me han dado las once de la noche, matando moscas con el rabo.
Recuperar la normalidad siempre es bueno, pues todo pasa y el sol sigue saliendo. Por eso me streno en tu blog ahora que he descubierto la forma de hacerlo. Por si sirve, no está de más recordar las crudas palabras de uno de nuestros cordobeses más ilustres "Post mortem nihil est; ipsaque mors nihil" (Troyanas, II)
ResponderEliminar"Ipsaque mors nihil": Y la misma muerte no es nada. Hace mucho tiempo un estimado profesor de la facultad de filosofía de la Universidad de Barcelona, se empeñó en demostrarme que Séneca tenía mucho más de epicúreo que de estoico. Como yo entonces era muy fatuo, no le hice caso. A medida que voy siendo un (poco) menos fatuo, más motivos encuentro para darle la razón. La frase que citas podría ser rubricada perfectamente por el Epicuro de la Carta a Meneceo.
ResponderEliminares en Alcibiades donde Sócrates hace esa magnífica analogía entre el alma y el ojo, como punto ciego y la consequente necesidad de mirarse en el ojo ajeno, que preciosas analogías las de Platón...
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ResponderEliminarI ja a caball dels segles XX i XXI trobem a Gregorio de Ocata.
ResponderEliminarAlbert, sí efectivamente. Pero esta analogía conduce hacía la diferenciación fenomenológica entre "lo mío", "lo que hay en mí" y el "mí" al que se refiere todo lo mío. A esta distinción los antiguos le prestaron una enorme atención, pero a la mayoría de los modernos les ha pasado completamente desapercibida.
ResponderEliminarMil gràcies, Abelunimbus. Espero estar a l'alçada de la teva previsió.
ResponderEliminarSiempre había sentido una especial predilección por Cicerón. Quizás por aquello de dar preferencia a la conciencia propia frente a los juicios de los demás. O, tal vez, por aquello otro de que somos esclavos de las leyes para ser libres. Desde hoy se añade un nuevo motivo: es inclasificable.
ResponderEliminarBuenos y virtuosos días
Cicerón es hoy despreciado por los filósofos eruditos por considerarlo poco original.¡Ja! ¡Es uno de los creadores de la filosofía política! Lo que pasa es que hoy se sospecha de la filosofía política por considerarla poco científica. Creemos más en las estadísticas que en los estadistas.
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ResponderEliminarDigno de atención, como habitualmente. Lo de matar moscas con el rabo, no. Esas moscas no mueren.
ResponderEliminarde acuerdo, la cuestión sería que hay que entender por "cuidado de si", la distinción que se hace en Alcibíades entre el arte de cuidar de las cosas y el arte de cuidar se si es interesante pero si no lo leo mal esa distinción (que vd. destaca) se presenta como secundaria o dependiente de la distinción más fundamental cuerpo-alma, porque el cuidado de si se identifica con el cuidado del alma exclusivamente i se niega explícitamente que pueda entenderse incluso como el cuidado del compuesto cuerpo-alma, ahí es donde se me hace menos atractivo´...
ResponderEliminarEn cuanto a los modernos ¿sugiere que el "decubrimiento" de la intimidad y la privacidad no atiende suficientemente al cuidado de si?
Albert: Comienzo por el final: De los modernos me interesó por un tiempo el proyecto del último Foucault de recuperar el cuidado de sí, hasta que descubrí que era un proyecto demasiado "interesado". El que me parece serio, de verdad, es el de Patocka. Pero claro, uno siempre encuentra extraordinariamente sensatas aquellas opiniones con las que concuerda.
ResponderEliminarRespecto a lo primero, lo que a mi parecer se esboza en el Alcibíades I son diferentes proyectos del cuidado de sí según sea el tipo de "sí" que se tenga en consideración. En este diálogo son tres: el del hombre político (que cuida de su cuerpo y de lo que le pertenece), el del catárquico (que intenta liberarse de la dependencia del cuerpo) y, por último, el del teórico. El teórico, en el sentido platónico es el hombre libre para hacer las determinaciones de lo real que considere pertinentes, porque lleva en sí el sentido de la medida. En última instancia, por lo tanto, el sí más íntimo es la capacidad de medir. Es decir: aquella capacidad que no admite determinaciones más que de sí misma.
Permítame de todas formas una duda. Sigo sin ver claro que el sentido de la analogía entre el alma y el ojo sea la distinción entre el sí mismo y sus "cosas" (tal vez mi "modernidad" no me deja apreciar la relevancia de tal distinción...). Yo leo el pasaje como una aclaración o comentario del lema délfico y su, digamos, paradoja: ¿encontrarse a uno mismo? ¿cómo y de qué manera si ya se es siempre uno mismo? de ahí la analogía que pretendería mostrar la opacidad del sí mismo, hay que presuponerlo pero no se da sin un juego de espejos, igual que el ojo, remite al otro (semejante) como espejo que nos hace visibles, y la confrontación con lo mejor, el mejor espejo (los dioses segun Sócrates) nos revela lo que somos-podemos ser... no habría problema de la identidad sin ese juego de espejos. Por otro lado
ResponderEliminarla filosofía, en tanto que cuidado de sí, sería siempre un movimiento o progreso hacia uno mismo (o reminiscencia.
Y perdón por la perorata pero es que me ha pillado justamente releyendo el Alcibíades a raíz de un debate sobre el tema de la "intimidad"...
De perorata nada, el tema me parece apasionante y posiblemente merece una larga discusión cara a cara, porque la comunicación a través de un blog deja demasiadas cosas en el tintero. Yo sí que creo que la distinción entre el sí mismo y lo que le pertenece (o le es ajeno) ayuda a entender ese agujero negro que es el "sí mismo", que necesita de la mediación de lo que no es él para verse dotado de una forma. Y, entonces, quizás estemos diciendo lo mismo.
ResponderEliminarLa reflexión de los neoplatónicos sobre el Alcibíades I me parece clarificadora en este sentido.
creo que sí suena parecido, estamos en lo de Heráclito: "no hallarás sus límites (al alma) tan profunda es su razón..." es decir, ante todo, contra las diversas formas de reduccionismo (por cierto que Platón a veces me parece también reduccionista en estos asuntos, cuando parece simplificar todo el juego del alma al conflicto límite-ilimitado, determinación-indeterminación, razon-deseo...) y bien, donde puedo encontrar esos comentarios neoplatónicos que recomienda, desconozco absolutamente a los neoplatónicos... si fuera tan amable de darme alguna referencia concreta...
ResponderEliminarAlbert, estoy preparando unos posts sobre esta cuestión. Espero que te interesen.
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