El dios de Delfos, Apolo, tenía bien merecido el calificativo de "loxias", que significa sesgado o ambiguo. Heráclito dijo de él que su lenguaje oracular era como el de un gesto, que ni es palabra ni es silencio, sino algo así como una invitación. En un lugar preeminente de su templo, centro del mundo para los helenos, se podía leer una inscripción que aparentemente se comprende pronto, pero pero que encierra el mayor de los enigmas: "Conócete a tí mismo".
Algunos hermeneutas sostienen que estas palabras nos animan a conocer nuestra condición humana, tan alejada de la divina y, por lo tanto, a aceptar nuestra finitud. Otros sugieren que era una invitación al mantenimiento del esfuerzo del autoconocimiento, porque conocernos a nosotros mismos significa conocer a un ser necesitado permanentemente de conocimiento de sí. En todo caso, la tarea no tiene nada de sencilla, como lo reconoce Sócrates (Fedro 229e): "No alcanzo a conocerme a mí mismo tal como aconseja la máxima de Delfos". Sobre esta cuestión animo al lector interesad a repasar lo que dice Tertuliano en Acerca del alma XVII,12.
El neoplatónico Olimpiodoro escribe en su comentario del Alcibíades I que este mensaje se inscribió al mismo tiempo que tenía lugar un profundo cambio en la actividad oracular de la pitia (la mujer que hacia de mediadora entre los hombres y Apolo en Delfos). En los primeros tiempos la gente que acudía a consultar a Apolo se limitaba a interesarse por asuntos relacionados con la comunidad, pero poco a poco los hombres fueron comprendiendo que lo prioritario era conocerse a uno mismo a fin de poder preocuparse posteriormente con acierto de las cosas que nos conciernen. La aparición de la inscripción marcaría el comienzo del segundo tipo de interrogación y una cierta postergación del interés político.
Cuenta también Olimpiodoro que esta inscripción jugaba en Delfos un papel semejante al de los espejos situados frente a los templos egipcios. A los sacerdotes egipcios -añade- les gustaba dirigirse a los hombre por medio de jeroglíficos, mientras que los griegos eran más partidarios de la escritura.
En este contexto de sustitución de lo político por lo psicológico y de preeminencia de la escritura tuvo lugar aquel acontecimiento decisivo en la vida de Sócrates (o, al menos, en la biografía de Sócrates que nos transmite Platón), me refiero al momento en que Querefonte, su amigo íntimo, se dirige a Apolo con la intención de averiguar quién es el más sabio de Grecia. El dios, loxias, contestará que Sócrates, que tantas dificultades tenía para conocerse a sí mismo. Y con la reflexión sobre esta dificultad comienza la historia de Europa.
Muy interesante.
ResponderEliminarHoy en dia se puede visitar el oraculo de delfos, pero no hay ni rastro de la famosa grieta por la que emanaban los eflubios que producian la sagrada borrachera de la pitonisa, y que le conferia el don de oir la profética vos del dios.
¿Cuando dejo la gente de visitar delfos y su oraculo?
Saludos.
Entre otras cosas, en esta historia se da una concepción de la verdad como algo que no es pura certeza. La verdad, lo que pertenece al ser, no puede ser objeto de conocimiento absoluto. La dificultad de la reflexión sobre su búsqueda es la que adquiere una mayor consistencia que la pretendida consistencia de la verdad como certidumbre.
ResponderEliminarsaludos
Horrach: escribr Plutarco en "Sobre la E de Delfos" (y él fue sacertdote allí):
ResponderEliminar"Pues nosotros realmente en nada participamos del ser. Toda naturaleza mortal que está entre el nacimiento y la muerte presenta de sí misma una imagen inconsistente, y una apariencia confusa e incierta. Y si se quiere fijar el pensamiento sobre ella para comprenderla, igual que cuando se recoge agua en la mano con el fin de retenerla y en el mismo apretar desaparece corriendo lo recogido, de la misma manera la razón persiguiendo la claridad absoluta de cada uno de los seres pasibles y cambiantes se descarría bien hacia su nacimiento bien hacia su muerte, y no puede comprender nada permanente ni de existencia real. Según Heráclito, «en un mismo río no es posible meterse dos veces», ni tocar dos veces la sustancia mortal en el mismo estado; a causa de la viveza y rapidez del cambio, se dispersa y de nuevo se reúne, más bien ni de nuevo ni después, sino simultáneamente se forma y se deforma, se acerca y se aleja. Es por lo que el llegar a ser de la sustancia mortal no acaba en el ser, porque jamás cesa ni se detiene su génesis: a partir del esperma transformándose continuamente produce el embrión, luego el recién nacido, después el niño, el adolescente a continuación, el joven, el hombre adulto, el hombre maduro y el viejo; destruye los primeros estados de su desarrollo en favor de los siguientes. Y, sin embargo, nosotros tememos ridículamente una sola muerte, cuando hemos muerto y estamos muriendo tantas veces. Pues no sólo 'la muerte del fuego es el origen del aire, y la muerte del aire el origen del agua», como decía Heráclito, sino esto es aún más evidente en nosotros mismos. El hombre maduro es destruido por el viejo que se forma, y el joven fue transformado en el hombre maduro, y el niño en el joven, y en el niño el recién nacido. El de ayer ha muerto para dar el de hoy, y el de hoy muere para dar el de mañana. Ninguno permanece ni es idéntico, sino llegamos a ser muchos, en torno a una sola apariencia y blando molde común de la materia que gira y se desliza. En efecto, si permanecemos los mismos, ¿cómo nos gozamos actualmente en unas cosas y anteriormente en otras diferentes, amamos y odiamos, admiramos y censuramos cosas contrarias, disponemos de palabras diferentes y de sentimientos diferentes, y tenemos un aspecto exterior, una figura y un pensamiento que tampoco son idénticos? No es natural, pues, que sin cambio se experimenten estados diferentes, ni cambiar y ser el mismo; si no es el mismo, no existe; en esto mismo en que se cambia se llega a ser diferente de lo que se era antes. Son los sentidos los que nos hacen creer, por desconocimiento del ser verdadero, que la apariencia tiene una existencia real."
Daniel: Y además la fuente Castalia está seca. Sin embargo el caminante que se atreve a ascender al Parnaso hallará aún intacta la Gruta Coricia y allí, si está atento, percibirá aún el sonido de algún dios rezagado.
ResponderEliminarSupongo que cuando se pregunta
ResponderEliminarya se he respondido en su propia búsqueda
pues cualquier respuesta ya incluye el vacío
Feliz Navidad!
Otra magnífica entrada, Sr. Luri.
ResponderEliminarLa búsqueda de la pura interioridad en sí misma es quizás una persecución condenada a la esterilidad. Lo que me parece realmente poderoso de los griegos es el no cejar en el empeño de encontrar esa respuesta en la pregunta sobre el ser y lo real - en la inmersión del alma individual en una realidad que la trasciende y acoge - y, concretamente, en la realidad política en que se dan los hombres.
Platón, al intentar investigar sobre el alma, vuelve su mirada hacia esa alma en grande que es la polis y escribe su "politeia"; y más grande aún, pero también lo mismo, es el cosmos... Después llegará el Yo moderno, desbordado y tendente a hacerse realidad única, a tragarse todo en su sacrosanta voluntad, a conocer suprimiendo.
Frente a los intentos agónicos de conocerse a sí mismo a través de una introspección abstracta, apuesto por la posición de, por ejemplo, un Tomás de Aquino: "La misma mente humana se conoce a sí misma, en cuanto a su esencia, por las naturalezas sensibles que entiende" (Summa contra gentiles, XLVII).
¿Y S. Agustín? "Me he convertido en un problema para mí mismo". Aquí, me parece, todo se conmueve y comienza la verdadera duda.
Después de leer "De anima" XVII de Tertuliano, no he resistido la tentación de seguir con su "De Cultu Feminarum" y "De Virginibus Velandis" y lo primero que me ha venido a la cabeza es que uno y otro hacen palidecer las secciones de "belleza" de las revistas femeninas actuales, por la erudición que contienen sobre joyería, cosmética y moda de temporada. A continuación he pensado que, si las paganas en buena medida se hicieron cristianas para ser "iguales", doscientos años después de la muerte de Cristo y a pesar de los servicios prestados a la expansión y defensa de su religión, ya estaban otra vez jugando en segunda. Mi tercera conclusión es que la teología sin fe, puede resultar a la vez muy irritante y muy divertida.
ResponderEliminar¿Conocían los griegos la filosofía hindú?
(las preguntas que se hacen sobre el ser, el alma y el yo me parecen idénticas a las que expone la corriente Vipassana)
Almantina: La pregunta es la perdición de la verdad. Pero, por otra parte, es verdad que la pregunta nos abre la posibilidad de la comp0rensión que, a su vez, nos ilumina la posibilidad de la pregunta.
ResponderEliminarBorja: la diferencia fundamental entre el alma y el yo moderno es que de la primera se puede cuidar uno, mientras que del segundo, no.
ResponderEliminarAurora: El cristianismo tiene por fundador a un dios-hombre que dudó y tuvo miedo a la muerte.
ResponderEliminarLa cuestión de las relaciones entre los griegos y oriente está abierta a todas las interpretaciones. Yo, que he conocido en las calles de Samarkanda a hombres que se llamaban Aristu (Aristóteles) o Sukrat (Sócrates) no descarto en absoluto que la influencia fuera real, pero que el auténtico receptor de la misma fuera la India.
Me gustan estos dioses que dejan la respuesta a cada ser humano ...Delfos es uno de los sitios que mas me ha impresionado , el enclave , imaginadolo en todo su apogeo , el ombligo del mundo ....
ResponderEliminarFelices Fiestas Gregorio
Gracias, Peggy, te deseo también a ti unas felices navidades.
ResponderEliminarLos dioses griegos en el fondo tenían una cierta envidia de los humanos o, al menos, de ciertos humanos. No hay que olvidar que una de sus relaciones preferidas con los hombres era el estupro.
Saludos a don Gragorio y el resto de habituales.
ResponderEliminarCon mi agradecimiento por los momentos compartidos y tantos conocimientos que les debo, les adjunto un fragmento que me he encontrado por ahí.
Sin duda, las fiestas de Navidad permanecerán para siempre y sobrevivirán cualquier intento de los modernos artistas, idealistas o neopaganos de substituirlas por cualquier otra cosa. Y es que en verdad existe entre religión y auténtica diversión una alianza de la que los pensadores modernos no han hallado nunca la clave y que son incapaces de criticar o destruir. Todas las Utopías Socialistas, todos los nuevos Paraísos Paganos, prometidos en estos tiempos a la humanidad tienen, todos ellos, un horrible defecto. Son todos tan dignos... Pero ser indigno es la esencia de la verdadera felicidad, ya sea ante Dios o ante los hombres. La hilaridad implica humildad; no, implica humillación...La religión está mucho más cerca de la felicidad desenfrenada que de los tipos de felicidad distantes y templados en los que los caballeros y filósofos hallan su paz. Religión y disturbio están muy próximos; y religión significa saber que eres un sinvergüenza. Alguien dijo una vez, y se repite con frecuencia: 'Sed buenos y seréis felices; pero no os lo pasaréis bien'. La frase es ingeniosa, pero está profundamente errada en su comprensión de la naturaleza humana. Yo estaría más bien inclinado a decir que lo cierto es exactamente lo contrario. Sed buenos y os lo pasaréis muy bien; pero no seréis felices. Si tenéis un buen corazón, éste siempre será ligero; siempre tendréis la capacidad de disfrutar de las fiestas humanas más celebradas y de las buenas noticias. Pero ese corazón que va así, ligero, también está para ser herido; y si en verdad lo único que queréis es ser felices, tranquila y estupidamente felices como lo son los animales, en ese caso será mejor que no tengais corazón. Afortunadamente, sin embargo, el ser feliz no es tan importante como el pasarlo bien. Los filósofos son felices; los santos se lo pasan bien. Lo importante en esta vida no es mantener un sistema de placer y compostura estable (lo que puede hacerse sin mucha dificultad endureciéndose el corazón o atontándose el cerebro), sino mantener vivo en uno mismo la capacidad de sorpresa y risa y algo así como una especie de reverencia juvenil. Es por esto por lo que la religión siempre insiste en días especiales como la Navidad, mientras que la filosofía tiende a despreciarlos. La religión no está interesada en si un hombre es feliz, sino en si está vivo, si puede reaccionar de manera normal ante las novedades, si pestañea ante un destello o ríe cuando le hacen cosquillas. Esto es lo mejor de la Navidad, que se trata de una alarmante y turbadora felicidad. Las costumbres navideñas destruyen los hábitos humanos. Y mientras las costumbres son normalmente desinteresadas, los hábitos son casi siempre egoístas. El objeto de una festividad religiosa es, como ya he dicho, averiguar si un hombre feliz aún está vivo. Un hombre puede reir cuando está muerto. Compostura, resignación y los más exquisitos buenos modales son, por así decirlo, el punto fuerte de los cadáveres. Hay unicamente un modo con el que averiguar su verdadera vitalidad, y es por medio de una festividad especial. Haced estallar un petardo junto a su oído y ved si salta. Pinchadlo con acebo y ved si responde. Si no es así, es que está muerto o, como él mismo diría, 'viviendo una vida más elevada'.
Chesterton, The Illustrated London News, 11 January 1908
Les deseo a todos una Navidad alegre y bien acompañada, con mi agradecimiento por el exquisito café con el que todos ustedes me regalan. Que la fortuna nos sea favorable. Saludos.
ResponderEliminarMe sumo a la fiesta y a los buenos deseos para el anfitrión y para todos los hombres de buena voluntad.
ResponderEliminarChesterton es grande, Claudio. Lo que dice bien lo sabía Nietzsche. Copio una historia que cuenta Bettelheiem, desde otra perspectiva, no religiosa, pero también pertinente, creo:
"Cuando los nazis ocuparon Noruega, la psicoanalista Pederson sirvió de guía a un grupo de refugiados, entre los que había varios niños, que consiguieron huir en lo más crudo del invierno cruzando las altas montañas que separan Noruega de Suecia. Nadie se llevó más de lo que pudiera transportarse fácilmente sobre los hombros (...) Una vez se hubieron acabado las escasas provisiones que llevaban consigo, quedó muy poco en las pequeñas mochilas de los niños. Pederson miró por casualidad en una de ellas y entre los pocos objetos que contenía encontró una estrellita de plata, del tipo que se suele colgar en el árbol de Navidad (...) Así que examinó las mochilas de los demás niños y una y otra vez encontró adornos baratos para el árbol de Navidad: estrellas y campanas hechas de cartón y cubiertas de purpurina. Era esto lo que los niños -la mayoría de ellos de origen judío pero educados en familias asimiladas que celebraban la Navidad como fiesta familiar- habían escogido para llevarse de Noruega con preferencia a todo lo demás."
No hay que decir que Bettelheim apuesta por celebraciones "a lo grande", de tirar la casa por la ventana, vamos. "Mesas colmadas de viandas, comida abundante", "reunión del clan", etc. "Se encuentran entre las experiencias más constructivas que podemos proporcionar a los niños para afianzar su seguridad".
Feliz Navidad para todos aquellos que aspiran a acompañar su buena voluntad con sentido común.
ResponderEliminarClaudio: Lo que me admira de algunas personas profundamente religiosas que conozco (subrayo el "algunas") no es su esperanza metafísica, sino la intensidad de su vivencia del presente. Más intenso que su sentido de la trascendencia es su experiencia de la inmanencia.
Aurora: Gracias, pero el café lo hacemos entre todos. Yo no tengo ningún plan previsto, me dejo llevar por los comentarios y, por lo tanto, por vosotros.
Lola: me está ocurriendo con Nietzsche algo bien singular. De joven me parecía intratable. Lo tenía como un filósofo al que hay que leer pero del que convenía mantenerse lejos. Sin embargo con el paso del tiempo me parece cada vez más cargado de sentido común. Se me está convirtiendo en un compañero cotidiano. "Más allá del bien y del mal" me parece un manual de terapia existencial.
La cita del Fedro es la de 229a no 229e
ResponderEliminarGracias por la información entregada