Inmenso Gracián, uno de los autores más lúcidos que ha tenido España (por algo era el autor favorito de Schopenhauer).
"Más admiración les causó uno que, yendo a caballo en una vulpeja, caminaba hacia atrás, nunca seguido, sino torciendo y revolviendo a todas partes; y todos los del séquito, que no eran pocos, procedían del mismo modo, hasta un perro viejo que de ordinario le acompañaba. -¿Veis a éste? -advirtió Quirón- pues yo os aseguro que no se mueve de necio. -Yo lo creo -dijo Critilo-, que todos me parece van por extremos en el mundo. -¿Quién es éste, dinos, que pica más en falso que en falto? -¿No habéis oído nunca nombrar el famoso Caco? Pues éste lo es de la política: digo, un caos de la razón de Estado. De este modo corren hoy los estadistas, al revés de los demás; así proceden en sus cosas para desmentir toda atención ajena, para deslumhrar discursos. No querrían que por las huellas les rastreasen sus fines: señalan a una parte y dan en otra; publican uno y ejecutan otro; para decir no, dicen sí; siempre al contrario, cifrando en las encontradas señales su vencimiento. Para éstos es menester un otro Hércules que, con la maña y la fuerza, averigüe sus pisadas y castigue sus enredos." (Gracián. El Criticón)
Inmenso Gracián, uno de los autores más lúcidos que ha tenido España (por algo era el autor favorito de Schopenhauer).
ResponderEliminar"Más admiración les causó uno que, yendo a caballo en una vulpeja, caminaba hacia atrás, nunca seguido, sino torciendo y revolviendo a todas partes; y todos los del séquito, que no eran pocos, procedían del mismo modo, hasta un perro viejo que de ordinario le acompañaba.
-¿Veis a éste? -advirtió Quirón- pues yo os aseguro que no se mueve de necio.
-Yo lo creo -dijo Critilo-, que todos me parece van por extremos en el mundo. -¿Quién es éste, dinos, que pica más en falso que en falto?
-¿No habéis oído nunca nombrar el famoso Caco? Pues éste lo es de la política: digo, un caos de la razón de Estado. De este modo corren hoy los estadistas, al revés de los demás; así proceden en sus cosas para desmentir toda atención ajena, para deslumhrar discursos. No querrían que por las huellas les rastreasen sus fines: señalan a una parte y dan en otra; publican uno y ejecutan otro; para decir no, dicen sí; siempre al contrario, cifrando en las encontradas señales su vencimiento. Para éstos es menester un otro Hércules que, con la maña y la fuerza, averigüe sus pisadas y castigue sus enredos."
(Gracián. El Criticón)