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martes, 29 de octubre de 2024

Cicateruelos de zocodover

 I

Pasé ayer buena parte del día en la entrañable ciudad de Toledo, rememorando a Cervantes, a Juanelo Turriano y a aquel hombre de palo al que la ciudad le dedicó una calle junto a la catedral.


II
El principal objetivo de la visita no era, sin embargo, turístico, sino abrir unas jornadas sobre educación constitucional que tenían lugar en la universidad. Los organizadores fueron generosos conmigo y yo intenté corresponder a su generosidad con lo que estaba a mi alcance y les hablé de «forjar nuestro país», que por ser el título de un libro de Rorty, un pensador de izquierdas, parece legitimado para ser utilizado por quien quiera. Y yo quise.


III
Llegué a la ciudad a las 10 de la mañana y tenía prevista mi salida a las 19:00, con lo que disponía de tiempo suficiente para entretenerme por sus calles. Dispuse, en realidad, de bastante más tiempo del previsto, ya que al ir a coger el tren de vuelta me di cuenta de que me lo habían reservado para hoy, martes y no había plaza libre para volver a Madrid hasta el último tren, que salía a las nueve y pico de la noche. Así que me decidí a hacer de la necesidad virtud y me encaminé, Betty, al barrio judío. 


IV
Plaza del Zocodover: «¡Oh, pícaros de cocina, sucios, gordos y sucios, pobres fingidos, tullidos falsos, cicateruelos de Zocodover [...] con toda la caterva innumerable que se encierra debajo deste nombre de pícaro!»

Hoy no hay rastro de estos pícaros que conoció bien Cervantes, sino incesantes procesiones laicas de turistas japoneses, pulcros y educados,  empeñados en ver el mundo a través de sus cámaras de fotos. Son la quintaesencia de nuestro tiempo.

V
En mi exposición, «Forjar nuestro país» defendí que en nuestro caso los tres principales argumentos que avalan la necesidad de la educación constitucional son los siguientes:
1. España siempre fue católica (en su sentido literal de "kat`holos, es decir, universal), incluso cuando era más anticlerical. Y este catolicismo no siempre fue una virtud política.
2. El carácter español, es decir, la exageración, no nos ayuda en nuestra convivencia.
3. Carecemos de una mentalidad jurídica firme.

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