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jueves, 31 de octubre de 2024

Truco o trato

 I

Día larguísimo el de ayer. Los relojes adquirieron una consistencia daliniana y se independizaron de la aritmética.

II 

Me levanté con un malestar estomacal que le daba pesadez a todo mi cuerpo. No presagiaba nada bueno.  A las 9:00 había quedado a desayunar con Javier García Cañete, que es la persona que mejor ríe del mundo. Lo hace de una manera tan natural que su risa es la prolongación obvia de su sonrisa. Los ojos se le iluminan, sus manos adquieren vida propia y su presencia se convierte en un abrazo. Desayuné poco y a desgana, temiendo que no pudiera digerirlo.

III

De las 10:00 a las 12:00 estuve en la Fundación Botín, intentando aparentar que me sentía bien. Y lo cierto es que me sentía muy bien, pero temiendo que de un momento a otro tuviera que salir corriendo a vomitar. Los jóvenes de la Botín. son oro en paño. Podría pagar por pasar dos horas con ellos hablando, ni más ni menos, que de la esencia de lo político con la ayuda de Platón. Pero va y me pagan a mí.

IV

Acabé mareado, pero no creo que nadie se diera cuenta, y me fui andando hasta Atocha, pasando, eso sí por Salustiano Olózaga en busca de una librería de viejo que encontré cerrada. 

V

En el AVE me di cuenta de que tenía un mensaje de correo de B. que aludía, desee París, a algo de lo que yo no tenía noticia: de las desoladoras inundaciones de Valencia. 

VI

Hasta que no llegué a casa no pude vomitar el pobre desayuno. Me metí en la cama a las 20:00 y hoy me he levantado, sin pizca de mala conciencia, pasadas las 11:00. De hecho, si no hubiera sido porque mi nieto venía a comer y tenía que hacer la compra y la comida, me hubiese quedado más tiempo entre las sábanas. 

VI

He pasado la tarde tumbado en el sofá. Hace unos minutos han llamado a la puerta. "¿Truco o trato?", me han gritado. Les he contestado que no tenia nada para darles y he recibido como respuesta una grosería que no es necesario recoger aquí.

miércoles, 30 de octubre de 2024

Que mi tambo lo tengo en el río

 I
Comencé ayer el día con una entrevista con una periodista chilena, a la que le hablé, entre otras muchas cosas del Arauco domado, de Lope, recordando aquellos sorprendentes versos:

Piraguamonte, piragua,
Piragua, jevizarizagua;
       Bío, Bío,
Que mi tambo lo tengo en el río.
   
Yo me era niña pequeña,
Y enviáronme un domingo
A mariscar por la playa
Del río de Bío-Bío,
Cestillo al brazo llevaba,
De plata y oro tejido;
Hallárame yo una concha,
Abríla con mi cuchillo;
Dentro estaba el niño Amor,
Entre unas perlas metido;
Asióme el dedo, y mordióme;
Como era niña, di gritos.
       Bío, Bío,
Que mi tambo lo tengo en el río.

II

Inmediatamente después, una entrevista con un periodista español, larga y amena.

III

Al terminar, ya que disponía de tiempo libre, me fui a visitar la sede de una institución de la que tengo el gran honor de ser miembro, El Colegio Libre de Eméritos. Ahora sé que dispongo de un magnífico lugar de acogida en pleno centro de Madrid.

IV

Al atardecer, encuentro con dos amigos que dedicamos a hablar de aquel intelectual del régimen franquista que fue Fueyo, un teórico serio del fin de la historia mucho antes que a Fukuyama le diera por tocar este palo.

V

A las ocho, cena en casa de Ana Palacio, como siempre, interesantísima compañía y sabrosísima cena.

VI
El día acabó con tormenta. Lluvia sobre Madrid y sobre mi laberintitis. Pero la vida es eso, un inmenso fenómeno deportivo con vértigos y vómitos esporádicos. Bendita sea.

martes, 29 de octubre de 2024

Cicateruelos de zocodover

 I

Pasé ayer buena parte del día en la entrañable ciudad de Toledo, rememorando a Cervantes, a Juanelo Turriano y a aquel hombre de palo al que la ciudad le dedicó una calle junto a la catedral.


II
El principal objetivo de la visita no era, sin embargo, turístico, sino abrir unas jornadas sobre educación constitucional que tenían lugar en la universidad. Los organizadores fueron generosos conmigo y yo intenté corresponder a su generosidad con lo que estaba a mi alcance y les hablé de «forjar nuestro país», que por ser el título de un libro de Rorty, un pensador de izquierdas, parece legitimado para ser utilizado por quien quiera. Y yo quise.


III
Llegué a la ciudad a las 10 de la mañana y tenía prevista mi salida a las 19:00, con lo que disponía de tiempo suficiente para entretenerme por sus calles. Dispuse, en realidad, de bastante más tiempo del previsto, ya que al ir a coger el tren de vuelta me di cuenta de que me lo habían reservado para hoy, martes y no había plaza libre para volver a Madrid hasta el último tren, que salía a las nueve y pico de la noche. Así que me decidí a hacer de la necesidad virtud y me encaminé, Betty, al barrio judío. 


IV
Plaza del Zocodover: «¡Oh, pícaros de cocina, sucios, gordos y sucios, pobres fingidos, tullidos falsos, cicateruelos de Zocodover [...] con toda la caterva innumerable que se encierra debajo deste nombre de pícaro!»

Hoy no hay rastro de estos pícaros que conoció bien Cervantes, sino incesantes procesiones laicas de turistas japoneses, pulcros y educados,  empeñados en ver el mundo a través de sus cámaras de fotos. Son la quintaesencia de nuestro tiempo.

V
En mi exposición, «Forjar nuestro país» defendí que en nuestro caso los tres principales argumentos que avalan la necesidad de la educación constitucional son los siguientes:
1. España siempre fue católica (en su sentido literal de "kat`holos, es decir, universal), incluso cuando era más anticlerical. Y este catolicismo no siempre fue una virtud política.
2. El carácter español, es decir, la exageración, no nos ayuda en nuestra convivencia.
3. Carecemos de una mentalidad jurídica firme.

lunes, 28 de octubre de 2024

Cuando la luz del sol es suficiente

 I


Madrid. La luz del sol, al atardecer recorriendo la Ronda de Atocha enciende fulgores en los adornos navideños que la luz eléctrica es incapaz de imaginar.

II

No sé a qué hora me metí ayer en la cama, pero cuando me despertó el teléfono eran las 8 de la tarde. Mantuve una conversación corta y educada y me volvía dormir. Oblomov.

III

Estuve en Encuentro Madrid, interviniendo en una mesa redonda junto a Tania Alonso y Bianca Thoillez. Ser invitado a este acontecimiento, tan singular, es un premio enorme. Aquí la sonrisa natural, sin afectación, la cordialidad transparente y los reencuentros alegres conforman el equipamiento de serie. ¡Qué bien! ¡Cuántos abrazos di! Volví a a hablar, entre otras cosas, de la esencia transfinita de la técnica, de su imperiosa necesidad de sobrepasar cualquier límite que se haya impuesto a sí misma y de vivir permanentemente, por lo tanto, en un mundo provisional y evanescente. Pero si esta es la lógica de la técnica, sólo lo es en parte de las cosas humanas y aquí radica la situación singular de los humanos en la era de la técnica.

IV

La esencia de la técnica lleva al consumidor a creer de manera espontánea que lo útimo es siempre superior a lo penúltimo y que, por lo tanto, el presente tiene legítimo derecho a enjuiciar el completo pasado como un mero precedente. Conclusión: si escribimos después de Cervantes, somos mejores escritores que Cervantes... ¿o no?

V

Artículo en el ARA en defensa del libro de texto.

domingo, 27 de octubre de 2024

Oblomov

 I

A veces me gustaría ser como Oblomov y vivir en bata y zapatillas sin salir de casa. Levantarme tarde de la cama, ir arrastrando los pies hasta el sofá, tumbarme a la bartola, echar una mirada lánguida al techo, pasarme la mano por la frente y volver a la cama convencido de que "hoy ya he hecho bastante por el bien común". Pero en vez de ser como Oblomov, me subo sobre mis propios hombros y ando corriendo de aquí para allá.

II

Estoy en Madrid. Ayer por la mañana defendí en un foro que la lógica interna que guía a la tecnología es la del dinero. Lo que valen la una y el otro no tiene nada que ver con su valor intrínseco, sino con lo que nos permiten conseguir. Y así como un billete de 100€ no es sino pura potencialidad, de modo que su esencia es la disponibilidad que me proporciona; la tecnología vale lo que puedo hacer con ella. El billete va perdiendo su valor con el tiempo (cada día que pasa se pueden comprar menos cosas con 100€) sin que por ello se vea afectado el brillo del dinero. Los productos tecnológicos poseen un valor cada vez más efímero y caen en la obsolescencia rápidamente, empujados por la aparición de nuevos productos, sin que por ello se apague nuestra fascinación por la tecnología. Nuestras casas se llenan de cacharrería mientras la tecnología remonta ufana esa misma obsolescencia, porque vive de superar cualquier límite que se haya establecido a sí misma previamente.

III

Ayer cené huevos revueltos con virutas de queso de Idiazábal con alguien que me resulta tan entrañable como admirable, José María Torralba, y después estuve tramando con Josefina Stegmann la manera de traer a Madrid a un muy importante argentino.

IV

Hoy participo en Encuentro Madrid en una mesa redonda que tratará de la transmisión. Intentaré defender que no ha habido más ferviente partidario de la transmisión que Picasso, el mayor artista del siglo XX, cuya obra se nutre de una reapropiación creadora de la tradición. La transmisión, tal como yo la entiendo, no se propone mantener el pasado en un museo al que podamos visitar de vez en cuando en busca de inspiración, que vive en nuestra inspiración, en la misma densidad del presente. Su manera de vivir es vivir en lo que nos mueve.

V

Pero a veces me gustaría ser como Oblomov.

VI

Los Andes, ya tan lejanos...



viernes, 25 de octubre de 2024

Minc, Bruckner, Topuria

I
Me ha llegado esta mañana, puntual a su cita anual, el último libro de mi muy admirado Alain Minc, cuyo título, «Somme toute», tiene un cierto sabor a despedida que espero de todo corazón que quede desmentido en el futuro por nuevos libros.


II

En el AVE me he leído el último libro de Pascal Bruckner, Vivir en Zapatillas. Lastra su lectura su excesiva dependencia de algo que parece quedar muy remoto, la pandemia de la COVID. La auténtica lección que nos depara esta pandemia es la recurrente necesidad de olvido de la naturaleza. Este olvido no es un capricho, es la condición sine qua non que permite la emergencia de la cultura. He comenzado subrayando abundantes frases del libro y he acabado tachando el nombre del autor. De Bruckner esperaba mucho más.

III

Por la mañana me ha llamado un periodista que quería saber mi opinión sobre la admiración de los adolescentes por Ilia Topuria. ¿Y qué tiene de nuevo la atracción del gladiador? Como los progres creen que todo en el ser humano es cultural, son incapaces de entender la pervivencia de lo ancestral, por la que asoma sus orejas la naturaleza. La cultura, insisto, es el esfuerzo sostenido por mantener a la naturaleza más allá de los límites de las cosas humanas (en el olvido). Pero en cuanto te descuidas un poco, las malas hierbas ya se han adueñado de tu campo de cultivo.

La voluntad perdida

 I

Lima es una ciudad extraña, una ciudad de nieblas, polvo y una llovizna de pelusilla, de una extensión que desanima al caminante. Pero es también una de esas ciudades que va revelando sus secretos poco a poco y así, sin darte apenas cuenta, vas cayendo en las redes de su seducción. Hay rincones que derraman lisuras.


Me preguntaba yo, rememorando a Chabuca Granda, cuántos jóvenes sabrán qué quieren decir estos dos versos: "Derramaba lisura y a su paso dejaba /aroma de mixtura que en el pecho llevaba."


Me hubiera gustado visitar la Plaza de armas del Callao, pero lo que nos contaban del barrio nos desanimó y cambiamos el mítico barrio limeño por la arqueología y el malecón.


II
Cenar con Aurora Nacarino ya amortiza una semana. Siempre me encuentro a esta mujer cuando menos lo espero y siempre resulta muy grato el encuentro. Sucedió, de nuevo, anoche.

III
Ayer viajé en el tren junto a dos enamorados que se miraban volcándose en el otro y se tocaban con una delicadeza intensa, que soltaba chispas. Ahí estaba, recluido en su luz, el eje del mundo. Todos somos, a su lado, periferia, meras anécdotas de lo cotidiano. Los enamorados son gentes de otro mundo que han caído en este por algún inocente despiste.

IV
Pasé por la librería Finestres de Barcelona y volví a tener la sensación de que una buena parte de los libros que veía construían un mundo que ya no era el mío y que, sobre todo, me da una pereza enorme habitar. Son como de otra etapa geológica y entre ellos me siento cavernario (satisfecho cavernario). Yo también soy de otro mundo, tan de otro mundo que solo me interesan de verdad las librerías de viejo. Así que me fui a la Llibreria antiquària Casals y me compré la biografía de Clarín, de Juan Antonio Cabezas (Espasa-Calpe, 1936) y La sociedad española de la restauración, de Agustín de Figueroa (Ediciones Aspas, 1945).

V
Errejón ha dimitido y ha dejado detrás de sí al descubierto una estela de profunda cursilería detrás de la cual no hay nada. Esa declaración que nos viene a decir "No he sido yo, sino el neoliberalismo y el patriarcado en mí" explica el misterio de la voluntad perdida.

jueves, 24 de octubre de 2024

La barra de un bar

 I

De Cuzco, la Plaza de armas, para mí, más impresionante que los monumentales restos incaicos de los alrededores porque de estos uno se siente ajeno, pero de la plaza... Ese grandioso lugar hecho para encontrarse, para vivir cara a cara, para disfrutar de conversaciones intrascendentes, para pasear al buen tuntún, para sentir el eje de las cosas humanas en el mero estar de paso , para encontrarse, quizás, con el requiebro de la amistad... La plaza es el invento humano que da forma urbana al deseo de copertenencia.


 




II

Entrevista en El Nacional. Exquisito pincho de tortilla de patatas con cebolla y gloriosa caña de cerveza. Hay momentos que dan sentido a un día. Con frecuencia se encuentran en ese balcón privilegiado a la plaza mayor del mundo que es la barra de un bar

III

Me llama un jefe de inspección de una comunidad autónoma. Quiere que dé una conferencia a los inspectores de la comunidad sobre la importancia del curriculum. Hace ya algunos años, cuando la fiebre innovadora comenzó a tomar cuerpo en Cataluña, dije en una charla ante un grupo numeroso de profesores de secundaria, que más tarde o más temprano los innovadores descubrirían la importancia del curriculum. Parece que ha llegado el momento. «En las escuelas se hacen muchas cosas, pero no estamos seguros de que se aprenda», me dice el inspector. Y me callo mi satisfacción por no sentirme, al fin, solo defendiendo lo que siempre me ha parecido evidente.

miércoles, 23 de octubre de 2024

La promesa de un retorno

 I

Arequipa es una muy interesante ciudad asentada en el extremo norte del desierto de Atacama y rodeada por tres imponentes volcanes que tuvieron la bondad de ponerse penachos de nieve para recibirnos. Es, aparentemente, una ciudad árida sometida a los caprichos geológicos, que frecuentemente toman la forma de terremotos. Sin embargo hay algo en ella que atrapa. Dejando de lado que en cada cruce de una calle te juegas la vida, la ciudad es generosa en su amabilidad, ofrece una gastronomía estupenda, y dispone de un centro urbano en el que la presencia española está rotundamente marcada. La plaza de armas es una joya y a su alrededor abundan los monumentos arquitectónicos que van desde el singular barroco peruano a la severidad de los conventos. Dispusimos de un hotelito encantador y nos movimos por la ciudad con seguridad. En la universidad me acogieron con los brazos abiertos y dejamos en el aire, al despedirnos, la promesa de un retorno.





II
Ayer fue un buen día. Por la mañana participé en el jurado de un premio educativo y por la tarde presenté en la librería Abacus, de la mano de Irene Rigau, mi Prohibido repetir. Andaba Irene un poco preocupada porque yo le pedía que no preparásemos el acto, que nos dejásemos de formalidades y hablásemos con espontaneidad, porque la espontaneidad cordial es el tributo de gratitud que le ofreces al que deja sus cosas de lado y viene a escucharte un rato. Todo salió bien. 

III
Termino El elogio de la técnica, de Juan David García Bacca, y comienzo Continuidad y ruptura, de  Javier Aparicio Maydeu. Promete.

IV
Por la noche me llega el lamento de quien dice que estamos en una crisis educativa global porque ha fracasado el proyecto de la Ilustración. Estoy de acuerdo en la crisis educativa global, pero lo del fracaso de la Ilustración no deja de ser una queja reincidente de la izquierda que no acaba de comprender como siendo tan buena, la historia no le ha dado la razón. No se la ha dado por la sencilla razón de que la Ilustración no venció con medios ilustrados, sino con medios preilustrados, con el arma más potente: la de la risa. O sea: con la ridiculización del adversario. Piénsese en Voltaire o en Lessing. En este sentido, su triunfo fue la confirmación de su fracaso.

martes, 22 de octubre de 2024

De líneas y de tumbas

 I
El camino de Bucaramanga a Barichara es un ejercicio de ascetismo para iniciados. Tres horas y pico de ida y otras tantas de vuelta en un día en el que nos aseguraron que había mucho menos tráfico del habitual. Para un europeo la doble línea discontinua en el asfalto es, como mínimo, digna de respeto y si se encuentra en el inicio de una curva cerrada, un precepto de obligado cumplimiento. Pues bien, nada de esto tiene sentido en las carreteras de mi querida y muy abrupta Colombia. O bien Dios es colombiano y guía con su infinita paciencia el tráfico de esta nación o bien los europeos hemos sido domesticados por nuestros automóviles, cosa a la que nunca cederá un colombiano. 

II


No voy a hablar de la magnífica ciudad colonial de Barichara, sino de su curioso cementerio. Cada difunto tiene sobre su tumba una escultura que da fe del oficio que ejerció en vida. Por eso me sorprendió esta de un hombre, en la tumba más próxima a la entrada del cementerio, que parecía tener como oficio el entretenimiento de la espera, con una parsimonia infinita, acompañado de su radio y de su puro... ¿Pero qué esperaba? Lo pregunté y me contestaron que esa era la tumba del último enterrador.

III

No tengo manera de conciliar razonablemente el sueño por las noches. No caigo en brazos de Morfeo hasta que se anuncia el alba y claro, esta no es una manera sensata de vivir. Suena el teléfono y me pilla dormido y perezoso. Y así ando acumulando descortesías e incumplimientos.

lunes, 21 de octubre de 2024

Verdades motrices

 I
Nunca me había costado tanto como en esta ocasión superar un «jet lag». Quizás se deba a que nunca había estado tanto tiempo fuera (y en cierta forma mi imaginación sigue estando allí). Me voy arrastrando, sin levantar cabeza, sin poder independizarme de la fuerza gravitatoria que ejerce mi sofá sobre mi cuerpo. Soy su planeta.

II

Me emocionaba, aunque ellos no lo supieran, cuando para mostrarme lugares de interés, mis amigos colombianos me llevan a pueblos que presentan una muy marcada influencia española, desde Cartagena a Barichara, posiblemente las dos ciudades más bellas del país. Paseando por sus calles se ven perfiles de España que no se observan con claridad en este lado del Atlántico. Es cierto que siempre hay alguien que te saca a relucir el Imperio español. Yo suelo contestar, con la mayor amabilidad posible, que incas y aztecas también se rigieron por lógicas imperialistas y que ninguno de ellos tuvo piedad con los pueblos a los que no podía someter pero que, en cualquier caso, los llamados "liberadores" estaban más cerca genéticamente de los conquistadores españoles que yo.

III

Me he puesto a limpiar el jardín (4 metros cuadrados, no se vayan ustedes a creer). Malísima idea. Me ha mantenido ocupado toda la tarde. Tengo una ampolla en un dedo y un corte en una mano. Pero hay cosas que uno no tiene más remedio que hacer (muy) de vez en cuando.

IV

Alguna vez he hablado por aquí del filósofo pamplonés Juan David García Bacca. Un grande, sin duda. Estoy leyendo un libro suyo publicado en 1987 titulado «Elogio de la técnica». que me está abriendo numerosas perspectivas nuevas para pensar la esencia de la técnica. Y esto es muy de agradecer. Decía Hannah Arendt que la verdad no es lo que encontramos cuando nos ponemos a razonar, sino lo que, cuando lo descubrimos, no tenemos otro remedio que ponernos a pensar y con frecuencia lo hacemos muy por debajo de la verdad motriz.

 

domingo, 20 de octubre de 2024

Bucaramanga

 I

Tenían los Pekenikes una canción titulada Tren transoceánico a Bucaramanga que parecía en realidad una de esas canciones que Ennio Morricone componía mientras se duchaba para animar la acción de una película del oeste. Pero yo me quedé con Bucaramanga por lo que este nombre me sugería de exótico, aventurero y extraño. En realidad no me sugería nada concreto sino, más bien, era la inconcreción de la sugerencia, que apuntaba a unas experiencias inéditas, lo que me llamaba la atención. Así que cuando una fundación colombiana me invitó a Bucaramanga a inaugurar un congreso sobre lectoescritura dije inmediatamente que sí. Bucaramanga, al fin, estaba a mi alcance.

II

Si eran altas las expectativas, más alta fue la decepción. Fue la ciudad, que quede claro, la que no correspondió a mis esperanzas, porque la gente las sobrepasó: resultó acogedora y entrañable y hasta tuve la inmensa suerte de encontrarme con los amigos de una escuela de Cúcuta a los que dedicó en parte mi libro Prohibido repetir, que hicieron seis horas de coche por aquellas carreteras infernales para poder darme un abrazo. Ese abrazo ha sido de lo mejorico del viaje. Su calor no se desvanecerá fácilmente.

III

Como la ciudad no nos ofrecía perspectivas halagüeñas, mi mujer y yo decidimos adentrarnos por un camino que parecía conducir a la selva, esperando que la naturaleza nos recompensara del desconsuelo urbano. Y por allí nos fuimos, siguiendo un sendero estrecho bordeado de la fogosa y frondosa vegetación tropical. 

IV

Estábamos tan a gusto sintiéndonos, al fin, un poco aventureros, acogidos con los brazos abiertos por la Madre Naturaleza, que nos llevamos una decepción terrible cuando descubrimos que el camino conducía a este lugar:

sábado, 19 de octubre de 2024

Trajinando

 I

Ando sumido en un intento de resintonizarme con la realidad de aquí -lo pueden llamar «trastorno por disritmia circadiana» o simplemente «jet lag»- después de tres semanas de viaje intenso y gozoso por tierras de Colombia y Perú: Bogotá, Bucaramanga, Girón, San Gil, Barichara, Lima, Arequipa, Cuzco, Ollantaytambo, Cuzco, Lima y, de nuevo, Bogotá (incluyendo Zipaquirá y Cajicá). Ha habido días en los que, al despertarme, lo primero que me preguntaba era en qué ciudad estaba.

II

Viajar está muy bien, siempre que asumas que dejas atrás todos aquellos detalles que hacen de una casa un hogar y que no encontrarás en ningún hotel, por muchas que sean sus rutilantes estrellas, porque tu sofá es tu sofá, y tu almohada es tu almohada y tu Petit Cafè es tu Petit Cafè.

III

He visitado lugares fantásticos y me he encontrado con personas amigables, que marcan, sin duda, nuevos comienzos en mi vida. Se suele decir que todo lo que encontrarás en un viaje ya lo llevas metido en la maleta cuando sales de casa. En parte es así, pero no es menos cierto que al abrir la maleta, de regreso en casa, te encuentras con que traes prendidos en la ropa trajinada aromas nuevos y que cada uno de ellos te remite a un paisaje (o sea, a un estado del alma) o a un rostro (o sea a una apertura a una relación).

IV

Y, por cierto, nos vemos el martes:






miércoles, 2 de octubre de 2024

Conciencia de clase

Le comenté a mi dilecto Ferran Sáez que vi en El Callao, el barrio más humilde de Lima, una enorme pintada que decía: «Aprender a aprender: Esfuerzo y perseverancia». Y le añadí: «Aún hay pobres con conciencia de clase»

Respuesta de Ferran: «Fíjate, amigo, que cuando dices "conciencia de clase" en este contexto estás haciendo un magnífico juego de palabras pedagógico: clase en el sentido social y  clase en el sentido educativo»


Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...