Conocí a Viqui Molins hace ya unos cuantos años. Estábamos firmando libros en un Sant Jordi. O, mejor, estábamos viendo como los firmaba a manos llenas un personaje mediático que estaba en nuestro mismo stand. Me llamó poderosamente la atención el hecho de que muchas personas con las huellas de la mala fortuna en la cara se acercaban a Viqui para saludarla afectuosamente y ella les respondía interesándose por sus parejas o sus hijos, cuyos nombres sabía. Así que le pregunté a qué se dedicaba exactamente. Me respondió que lo suyo era cuidar del mal ladrón. Le pedí que me explicara esta extraña dedicación. "Es fácil -me dijo- cuidar del buen ladrón. Ha tropezado, lo ayudas a levantarse y camina recto y agradecido". "¿Y quién es el mal ladrón?" "Es el que aprovecha para robarte la cartera el momento en que estás ayudándole a vomitar". Me impactaron mucho estas palabras y desde entonces he intentado seguir los pasos de esta monja singular. Le escribí con mucho gusto el prólogo de uno de sus libros, titulado "Dignos de descubrir el mundo".
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martes, 17 de enero de 2023
Santa Ana
Respondiendo a la invitación de la monja teresiana Viqui Molins, estuve ayer en la iglesia de Santa Ana, uno de mis lugares preferidos de Barcelona, convertido en lo que han dado en llamar un "hospital de campaña".
Ayer fui a dar una charla sobre educación en el maravilloso interior de la iglesia de Santa Ana y me sorprendió encontrarme con la cola de menesterosos que acudían a cenar en el comedor que han montado en el claustro gótico de la iglesia. Lo de dar de comer al hambriento aquí no es retórica.
Ustedes conocen mi interés por las imágenes de lo que he dado en llamar "Nuestra Señora de la Lectura Lenta". Pues bien, en el altar de la iglesia se encuentra esta representación de Santa Ana, la Virgen y el Niño, a la que me acerque inmediatamente en busca de un libro, pero aquí, en la iglesia de Santa Ana...
el que lleva un libro es San Joaquín, que está en un lateral, y al que habitualmente se lo suele representar llevando un cestillo con dos palomas blanca. Conozco alguna representación más de María y sus padres en la que San Joaquín lleva un libro, pero solo esta en la que se muestra solo al padre y a la hija llevando él un libro en la mano.
Creo que la charla fue amena, pero, sin duda, el que más ganó en el encuentro, fui yo.
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La piel de la culebra
I No nos podemos bañar dos veces en el mismo río, decía Heráclito. II Todo cambia y nosotros con ello. Pero el ritmo del cambio se manifies...
Una gran labor la de esa monja. Un beso
ResponderEliminarEstuve en esa charla, aunque hube de abandonar antes de hora por cuestiones familiares. Fantástico como de costumbre, me quedaron dos cosas grabadas (bueno, algunas más, pero estas dos principalmente): El espacio entre fe y razón y el argumento de que los niños, sobre tercero de primaria, pasan de aprender a leer a aprender leyendo. Y una reflexión que se palpa a diario: nos falta la palabra, el vocabulario, no sabemos asignar la palabra adecuada a las cosas y así no es posible argumentar sólidamente. Descorazonador, pero clarificador, el informe sobre el número de palabras que oyen los niños de familias "cultas" o "benestants" comparado con el número que reciben los niños de familias de extracción social baja.
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