A veces recibo invitaciones para participar en eventos -especialmente congresos filosóficos- con títulos tan estrambóticos que me resulta imposible entender su significado. La experienia me dice que, en estos casos, hay que decir sí o no, y, si se dice que sí, disponerse a hablar de lo que apetezca; pero nunca, nunca, debe uno pedir que le aclaren lo que se espera de él, porque, como tampoco lo saben los organizadores, se vengan de tu impertinencia aclarándotelo.
Imagine usted que recibe una invitación para asistir a un congreso internacional organizado por la facultad de filosofía de la universidad X con el título de la "La dispersión antrópica de la generalización hermenéutica de lo neutro". Si pides aclaraciones corres el riesgo de que te digan que, dada tu línea de investigación, hables sobre la "antítesis de los movimientos procedimentales de sentido y la concatenación fragmentaria de la resemantización". ¡Y después dicen que los escolásticos son difíciles!
A pesar de todo, a veces asisto a congresos en los que el objetivo está claro y no se dice ninguna tontería y salimos todos tan satisfechos ante la espectacularidad de que dos más dos sigan siendo cuatro, sin notas ignaras a pie de página.
Ganas de darse importancia. Un beso
ResponderEliminarque dos más dos sigan siendo cuatro es siempre un consuelo.
ResponderEliminarPalabras rimbombantes, muchas veces ignorantes.
ResponderEliminarSaludos y suerte para el 2021.