Estamos entrando en la época del nacional-narcisismo. Y la cosa va a ir a más. Si hasta ahora sólo algunos parecían tener derecho a reivindicar el narcisismo de las pequeñas diferencias como un valor incondicional, ahora cada vez más gente parece apuntarse a este festín y lo hace cada vez con más hambre.
Cuando las cosas políticas toman una dirección determinada, es conveniente, si se pretende entenderlas, no quedarse al margen para dedicarnos a insultarlas. Las cosas pasan porque alguna necesidad las empuja. Que esa necesidad nos reconforte o incomode es lo de menos. Lo importante es tener clara la mirada para poder identificar qué es aquello que hasta hace poco nutría satisfactoriamente a la ciudadanía y que parece haber perdido su sabor.
Esta es la pregunta, y la cara perpleja de la socialdemocracia nos ofrece, en sí misma, un esbozo de respuesta que habrá que tematizar.
En cualquier caso, toda una serie de nutrientes ideológicos que parecían en alza hasta hace relativamente poco (me refiero a las ideologías de la identidad fragmentaria) están siendo rechazados y los consumidores se pasan a los comercios de la competencia en busca de identidades más englobantes.
Si el Leviathan estaba asumiendo progresivamente, como decía Gehlen, los rasgos de una vaca lechera (o de un hotel en el que nos consideramos con derecho a ser bien atendidos, como sugería Musil), ahora es fácil escuchar voces que le están pidiendo otra cosa... que aún está por ver con claridad... pero que tiene que ver con la afirmación personal mediante la revalorización del sentido de copertenencia y la relegación del de diferencia.
Parece que, definitivamente, estamos entrando en el siglo XXI y como ha ocurrido siempre y volverá a ocurrir mientras haya un animal político sobre la tierra, el futuro ha llegado con sorpresas.
El viejo topo hace su labor siguiendo su proceder habitual: bien atiborrado de tintorro.
Lo explica bien Hughes
ResponderEliminarhttp://salmonetesyanonosquedan.blogspot.com/2019/01/la-propaganda-es-delirante.html
Hughes es inmenso. Una de las plumas más libres del periodismo hispano.
EliminarSin duda curioso es que fenómenos políticos muy similares se producen casi simultáneamente en lugares con situaciones y problemáticas tan diferentes: EEUU, UK, Brasil, España...
ResponderEliminarO a lo mejor es que se nos ha llegado a convencer de que cualquier forma de pensar diferente de la que el sistema dominante -por llamarlo de alguna manera- promueve es intolerable y síntoma del fin de los tiempos. A lo mejor lo anómalo ha sido que un sistema que podemos llamar social democracia haya sido tan hegemónico tanto tiempo.
Un amigo, peligroso reaccionario, me dice que el problema es que por un lado nos digan que se nos acaban las pensiones porque no hay para todos y por el otro, que tenemos que aceptar a más y más personas que vienen de sitios donde lo tienen aun peor, y que eso no es fácil de entender. Continúa mi amigo diciendo que a esas personas que vienen buscando una vida mejor los políticos, en sus chalets y sus urbanizaciones valladas, no los ven, ni sus hijos comparten pupitre con los suyos. Pero, dice mi amigo, él sí. Sigue mi amigo diciendo que a él qué le importa el número de esas personas, si están repartidas de manera tan desigual: para él son demasiadas porque las tiene en su barrio, en su edificio, mientras que los políticos y sus intelectuales orgánicos sólo las ven en los medios.
Observo que el aumento del número de personas con esta manera de pensar sí podría ser algo que tienen en común esos diferentes sitios a los que me refería al principio.
Yo tengo, exactamente, un amigo como el suyo.
EliminarLa socialdemocracia se está envolviendo en una maraña de contradicciones de tal magnitud, que ya es incapaz de encontrar el camino de salida.