"Personalidad": así titula Victor Serge la entrada de su diario del 25 de enero de 1943:
Una mujer me dice: "Considero que este tipo de arte no vale nada, etc." Tengo ganas de responderle: "Está muy bien que piense, señora, pero sería mejor que pensara bien. Pues su pensamiento -admitiendo que eso sea pensamiento- no vale a causa de usted, sino usted la que debería valer a causa de su pensamiento".
En todas las cosas hay una verdad que no es de ninguna manera personal, que expresa necesidades independientes de nosotros y, por eso mismo, hay que esforzarse en comprender antes de hablar. El pensamiento superficial, que sólo es apariencia, simulacro, juego de conversación o una manera de colmar el vacío de uno mismo admirándose en un espejo intelectual de pacotilla, se complace oponiéndose a los conformismos con pequeños esquemas de pensamiento ya hechos. No inventa su propio pequeño conformismo y sólo alcanza a desarrollar un juego social poco interesante. La verdadera victoria sobre esta inercia (el conformismo) es el fruto del rigor desinteresado, impersonal, en el conocimiento de la realidad, la búsqueda de la verdad. Así se afirma una personalidad real.
Leo el texto un par de veces. La primera pienso que Serge está jugando un juego peligroso, a borde del narcisismo intelectual. La segunda, concluyo que es honesto, y eso me inquieta más, porque todo lo que aparenta honestidad tiende a ganar verosimilitud. ¿Es acaso realizable el programa intelectual y moral que propugna Serge? ¿Y, si no es realizable, por qué encontramos a tantos intelectuales bien intencionados y honestos que siente necesidad de defenderlo?
¿La honestidad también puede ser una forma del conformismo que critica Serge? Recordar a Nietzsche, etc...
Todos nos rendimos más de una vez al día a la impaciencia de la opinión. A veces, nos rendimos criticando la impaciencia de la opinión.
Efectivamente, nuestro pensamiento no vale porque sea nuestro. El problema es que en la vida cotidiana no podemos pararnos a reflexionar si todo aquello que decimos es estrictamente verdadero...
¿Qué sería de nosotros sin todos esos pequeños conformismos que el hábito ha ido adhiriendo a nuestro lenguaje?
Lo que dice Serge se parece a lo que dice La rebelión de las masas. Al menos si se supone que la buena señora no opina sobre las cosas de su mundo cotidiano, sino sobre algo de lo que no tiene ni idea, y opina al primer toque, dice lo que se le viene a la cabeza tras haber echado un vistazo al cuadro. No es que haya que prohibirlo, pero alguien tendrá que decirle a la buena señora una opinión como la que expresa Serge. Aunque cada vez sonará más raro, más "elitista", ya que lo que en esta nueva era de Gorgias y Trasimaco hemos llegado a considerar lo correcto es decirle que muy bien, que su opinión, por serlo, vale lo que la de cualquier otro. Por lo que la filosofía o el estudio de las humanidadaes no solo no valen nada sino que son ofensivos (son herramientas de perpetuación de privilegios), a menos que se transformen en la producción de narrativas que halaguen al demos, como quiere Rorty.
ResponderEliminar