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domingo, 7 de febrero de 2016

¡Si no fuera por la gente!

Es bien sabido que el hombre no suele estar a la altura de lo que esperan de él sus salvadores. Para ilustrar esta resistencia de la normalidad al cambio programado por los utopistas, Hans Magnus Enzensberger escribió este poema:

Sencillamente magníficos
todos esos grandes planes:
la Edad Dorada
el reino de Dios en la Tierra,
la muerte del Estado.
Evidencia manifiesta.

¡Si no estuviera la gente!
Siempre y en todas partes estorba la gente.
Todo lo embrolla.

Cuando se trata de liberar a la humanidad
va a la peluquería.
En vez de seguir entusiasmada la vanguardia
dice: ahora estaría bien una cerveza.
En vez de luchar por la causa justa
lidia con las varices y el sarampión.
En el momento decisivo
busca una cama o un buzón.
Poco antes de nacer el milenio
pone a hervir pañales.

Todo fracasa por la gente.
No sirve para grandes alardes.
Un saco de pulgas no es nada en comparación.

¡Vacilación pequeñoburguesa!
¡Idiotas del consumo!
¡Restos del pasado!
¡No puedes matarla!
¡No puedes machacarla todo el día!
Si no estuviera la gente,
muy distinta pintaría la cosa.

Si no estuviera la gente,
todo se haría en un plisplás.
Si no estuviera la gente,
¡entonces sí!
(Entonces yo tampoco quisiera estorbar aquí.)

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