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viernes, 26 de febrero de 2016

El heroísmo de la inteligencia

Hans Magnus Enzensberger describe en Tumulto el encuentro de un grupo de intelectuales europeos con Jruschov a mediados de agosto de 1963. Subrayo estas palabras:

"Sartre no asume ningún riesgo, se mantiene a la expectativa, por no decir manso como un cordero, una actitud que contrasta por completo con la que adopta en Francia, donde de buen grado ofrece ante el poder pruebas de valentía exentas de riesgo."

Más adelante subrayo estas otras, que describen el viaje en barco de un grupo de intelectuales por el Támesis:

"Alguien preguntó dónde se había metido el invitado de honor. Después de que lo buscaran largamente, lo encontraron en un rincón oscuro de la popa, con la radio pegada en la oreja. Esperaba un mensaje de Estocolmo. El mensaje llegó, pero no iba dirigido a él, sino a Miguel Ángel Asturias... Esto tenía que ofender a cualquier chileno... Todos hicieron lo posible por consolar al poeta, pero al final hubo que llamar a un médico de urgencias para que lo atendiera, se había desmayado."

8 comentarios:

  1. Que sean intelectuales de mucha enjundia, prosapia, labia, erudición y gramática parda no los exime de tener las mismas bajas pasiones que tenemos el resto de mortales.

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    1. Claro, claro, por eso es siempre interesante conocer los límites de la inteligencia.

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  2. Je je. ¿La nave de los locos por el Támesis?

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  3. Julián Greca. "Letrinas". La revolución de 1871 ha fracasado. Los últimos insurrectos resisten a la desesperada porque conocen que su fatal destino es el paredón.

    “Una náusea atroz me sacude al contemplar ese final desbarajuste, cuando el desdichado representante de la Comuna, como un Charlot incendiario, revolotea entre estallidos de obuses, vaga como perro perdido de una barricada a otra, inepto para nada, perseguido por los desarrapados, implorando a la masa furiosa a la que ha metido en el atolladero: ¡Dejadme solo, por favor! ¡Necesito soledad para pensar! Luego, en su exilio de valeroso irresponsable, más de una vez lo despertarán por la noche los aullidos de esa gente que va a hacerse agujerear la piel y que le grita: Pero, ¿dónde están las órdenes?, ¿dónde están los planes de combate?”

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    1. Cuentan que en esos momentos hubo quien disparó a los relojes, a ver si así podían detener el tiempo.

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  4. Es curioso, lo que yo recuerdo de las memorias de la Beauvoir , lástima que no las tenga a mano, es una visión absolutamente grotesca de Jruchov ...

    Karl Mill

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