Ustedes conocen bien mi admiración por Rémi Brague, que no deja de crecer con el tiempo. Así que no se sorprenderán si les digo que me acabo de releer su último libro, Le Règne de L'Homme. Los libros que me gustan suelo leerlos dos veces. La primera, con el lápiz en la mano. En la segunda, pasado un tiempo, me limito a repasar lo subrayado y a hacer unas cuantas fichas.
En el caso de Brague, releer es para mí volver a leer el texto entero, porque lo tengo subrayado de arriba abajo. Por resaltar un sólo punto, traigo aquí una de sus reflexiones sobre la actual filosofía del valor.
Según Brague, la noción de valor se ve necesariamente enredada en una dialéctica. Si es el sujeto quien confiere el valor a lo que vale, él sujeto vale más que cualquier valor. El Zaratrusta de Nietzsche expresa esta dialéctica con un juego de palabras intraducible: “Es evaluar (Schätzen) en sí mismo el tesoro (Schatz) de todas las cosas que valen y su joya.” De esta manera, el sujeto capaz de valorar se convierte en el valor supremo, cumpliéndose así la sumisión de la idea de bien a la de valor, que es una de las condiciones necesarias para la afirmación de la soberanía del sujeto moderno.
O sea, que Roa Bastos acertó de lleno, "Yo, el supremo"...
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