Entrevista que me ha hecho Berta González para El Mundo.
Mientras tanto, la que me hizo Carlota Fominaya para ABC, ha alcanzado una repercusión que nunca me hubiera podido imaginar:
Estoy especialmente contento por los contactos que me ha permitido establecer con educadores y centros educativos de todo el continente americano, de Canadá a Chile.
Añadido el 14 de septiembre a las 22:38: Un político importante con un alto cargo educativo en una autonomía relevante se pone en contacto conmigo para decirme que, a fin de cuentas, lo que estoy defendiendo en la entrevista de EL Mundo es el retorno a las viejas prácticas de la letra con sangre entra. Me enfado y le contesto que quizás en su caso no haya otro remedio, porque parece ser la única manera de que entienda la diferencia entre un argumento y una falacia.
¿Tan difícil es entender que tarde o temprano uno tiene que enfrentarse a los problemas cara a cara, en soledad y en silencio y que no puede estar siempre esperando a que alguien venga a hacer de mediador entre el saber y su inteligencia? ¿Y qué otra manera hay de ir conquistando la propia autonomía intelectual? Y, sí, hay que aprender cosas de memoria. A mi nadie me obligó a aprenderme los reyes godos de memoria, pero sí, por ejemplo, a aprenderme los huesos de la cabeza. Quien pregunte que para qué sirve eso, hay que decirle que, en su caso, para nada. Me gustaría saber de memoria más poesías, más nombres de plantas, de rocas, de animales. Me gustaría poseer un orden cronológico mental más preciso, el vocabulario adecuado para describir estos atardeceres de septiembre en Ocata, etc, etc.
Si al esfuerzo necesario para educar el hábito de la concentración lo llamamos sangre y lo consideramos algo así como una perversión pedagógica, yo debo decirle a usted, señor político que tener entretenidos a los niños en la escuela para que vivan muchas experiencias muy enriquecedoras, para después mandarlos al mundo real sin saber un idioma o disponer de una cultura matemática, debería estar perseguido penalmente.
Añadido el 14 de septiembre a las 22:38: Un político importante con un alto cargo educativo en una autonomía relevante se pone en contacto conmigo para decirme que, a fin de cuentas, lo que estoy defendiendo en la entrevista de EL Mundo es el retorno a las viejas prácticas de la letra con sangre entra. Me enfado y le contesto que quizás en su caso no haya otro remedio, porque parece ser la única manera de que entienda la diferencia entre un argumento y una falacia.
¿Tan difícil es entender que tarde o temprano uno tiene que enfrentarse a los problemas cara a cara, en soledad y en silencio y que no puede estar siempre esperando a que alguien venga a hacer de mediador entre el saber y su inteligencia? ¿Y qué otra manera hay de ir conquistando la propia autonomía intelectual? Y, sí, hay que aprender cosas de memoria. A mi nadie me obligó a aprenderme los reyes godos de memoria, pero sí, por ejemplo, a aprenderme los huesos de la cabeza. Quien pregunte que para qué sirve eso, hay que decirle que, en su caso, para nada. Me gustaría saber de memoria más poesías, más nombres de plantas, de rocas, de animales. Me gustaría poseer un orden cronológico mental más preciso, el vocabulario adecuado para describir estos atardeceres de septiembre en Ocata, etc, etc.
Si al esfuerzo necesario para educar el hábito de la concentración lo llamamos sangre y lo consideramos algo así como una perversión pedagógica, yo debo decirle a usted, señor político que tener entretenidos a los niños en la escuela para que vivan muchas experiencias muy enriquecedoras, para después mandarlos al mundo real sin saber un idioma o disponer de una cultura matemática, debería estar perseguido penalmente.
Enhorabuena señor Luri, pero los adversarios no se dan por enterados, como ya nos ha hecho saber en algunas recientes entradas.
ResponderEliminarPublicado en La Vanguardia de ayer, domingo 13:
http://www.lavanguardia.com/vida/20150913/54435240423/cada-profesores-buscan-construir-escuela-siglo-xxi.html
Me recuerdan a Vittorio Gassman en "Rufufú: "todo calculado científicamente...". Nos vamos a encontrar haciendo un gran agujero en nuestra propia casa.
Leyendo según qué cosas, innovar parece querer decir entretener. Un padre me decía no hace mucho que como en la escuela a su hijo sólo le daban valores, los conocimientos los tenía que dar él en casa.
ResponderEliminarLo más sorprendente (y esto no es habitual) es que muchos de los comentarios a la entrevista en El Mundo parecen favorables a sus tesis, don Gregorio. Como bien sabe, suele ocurrir más bien lo contrario cuando se defienden este tipo de planteamientos subversivos. ¿Estará cambiando algo? ¿Estará calando? Permitámonos algo de optimismo, por una vez. Un saludo y enhorabuena.
ResponderEliminarYo soy el primer sorprendido por al repercusión que ha tenido la entrevista y eso me parece lo notable. Pero lo más curioso es que he recibido bastantes mails que me vienen a decir eso: "¿pero aún s pueden decir esas cosas?".
EliminarPues a ver si cunde el ejemplo y se empiezan a escuchar más a menudo las voces sensatas (estoy seguro de que las hay).
EliminarGracias por tu entrevista, Gregorio, hace falta que esas verdades incontestables (y tan bien razonadas) las diga alguien en los medios de gran difusión, en los que de educación quienes suelen hablar son ciertos cantamañanas que todos conocemos. En otro orden de cosas, debo de haberme pasado una tarde de absentismo emocional de ese que acabo de descubrir en la entrevista a Minerva Porcel, por eso voy a ser tan malo de poner aquí una nota pesimista. A mí no me extraña que haya decenas de personas que en el foro de "El Mundo" estén a favor de los planteamentos de Gregorio, porque la gente, en su gran mayoría, es sensata. De cada 100 padres con los que hablo, al menos 80 están a favor de que a sus hijos se les exija, pero luego los institutos se rigen por las pautas del aprobado fácil y la concesión de caprichos, ¿por qué? Porque eso, que es lo que piden los otros 20, entre los que están los que protestan y montan bulla, es el camino fácil y el que, a juicio de los políticos, da votos. Por esta vía, la ley que se impone es la de la mediocridad. Decidirá más ese político ignorante y calculador que ha llamado a Gregorio que cien mil padres que quieren una educación seria para sus hijos. ¿Cómo se podrá remediar esto?
ResponderEliminarEn realidad el fenómeno "innovador" que estamos viviendo no es sino uno de los movimientos cíclicos de la historia de la pedagogía moderna. Hay que recordar que la llamada "escuela progresista", basada en las ideas de Dewey, fue mayoritaria en los Estados Unidos en los años 30. El experimento se acabó cuando los norteamericanos descubrieron que sus jóvenes eran unos ignorantes.
EliminarDon Gregorio, acabo de leer un libro de Michael Gazzaniga, y en uno de sus apartados dice que nuestro cerebro es perezoso y ciertamente sospecho que es así; no obstante hace un tiempo leí en una revista de neurociencias que no existe nada más satisfactorio que el éxito después del esfuerzo. Ciertamente comparto con Ud. Es necesario un empuje exterior que despierte el instinto de la curiosidad que tantas vidas han salvado, y eso es tarea de la ilustre ciencia que ud. procesa, la pedagogía, para librarnos de personas que como su aludido puedan llegar a ocupar cargos que determinen nuestras vidas.
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