Se reúne el cónclave de la ortodoxia pedagógica. No son innovadores. No son alternativos. Son, desde, al menos, los años sesenta, lo pedagógicamente correcto, lo que se enseña en las facultades de educación, la literatura pedagógica que se vende, los consultores pedagógicos que se contratan, los que susurran en los oídos de los políticos, los que tienen dinero para experimentar sus ideas... son lo bueno, lo bello y lo justo.
El problema es que se repiten mucho a sí mismos. Tienen, por lo que parece, muy claro contra qué luchan: contra un fantasma de la escuela al que han vestido de sparring, para lucirse con sus golpes retóricos. Han tenido todas la posibilidades imaginables para crear una escuela alternativa... y, al fin, parece que están a punto de conseguirlo, aunque para ello tengan que convencernos de que los resultados no son importantes.
El otro día estuve en la despedida de un magnífico director de escuela. Yo trabajé con él. Mucho. Recordaba cuando íbamos a hacer la clase de sociales a los archivos del ayuntamiento, cuando hacíamos excavaciones arqueológicas serias con alumnos de primaria, cuando hicimos un mapa detallado de los yacimientos ibéricos de la zona, cuando descubrimos un horno romano, cuando hallamos una moneda romana, cuando teníamos en la escuela una radio, una revista, hacíamos teatro, colonias, excursiones... y nos daba para estudiarnos un montón de verbos irregulares franceses, las subordinadas adjetivas, y las capitales del mundo. Fuimos introductores del vídeo en la escuela y teníamos un ordenador cuando no lo tenía nadie. Yo no sabía que éramos escuela tradicional. Pero si lo éramos, estoy orgulloso de haberlo sido, y creo que también están orgullosos de ella mis alumnos, ahora convertidos en padres perplejos.
Por cierto, el día 20 yo estaré AQUÍ
Por cierto, el día 20 yo estaré AQUÍ
De ese pozo de suspicacia pueblerina que albergo en mi interior siempre me emerge el mismo interrogante: Toda esta gente, ¿cómo educa a sus hijos? Los teóricos de los "no deberes" con recursos económicos holgados no habrán buscado profesores particulares para sus hijos jamás, supongo. Los defensores de la superioridad de la enseñanza pública por Real Decreto llevarán a sus hijos a colegios públicos sometiéndose además al mismo sorteo que el resto de los mortales. Y así con todo.
ResponderEliminarLo digo porque uno acaba escamado de ver a un señor (o señora, tanto da) explicando la necesidad de subir los impuestos por el bien del país mientras se lleva su pasta a un paraíso fiscal, o crea sociedades intermediarias, o se empadrona en Navarra siendo de Burgos...
Recuerdo un ministro, cuyo nombre no citaré, que explicando en una rueda de prensa la superioridad natural de la enseñanza pública sobre cualquier otra fue preguntado por un periodista por qué él llevaba a sus hijos a un colegio privado (no concertado, privado). No pasó apuro ninguno y siguió legislando en dirección al abismo.
Conozco a matrimonios que son profesores de Instituto, sin agobios económicos, funcionarios a los que la crisis poco o nada les ha afectado, de izquierdas, muy de izquierdas, ateos, muy ateos, que ha llevado a sus hijos a estudiar con los jesuitas.
EliminarTú y yo sabemos, Rafael, que aún no se ha inventado ninguna tecnología capaz de sustituir completamente a los codos.
ResponderEliminarNo falta ni Andoni Zubizarreta. O tempora, o mores...
ResponderEliminarY aquí, don Gregorio y compañía, seguimos para bingo: http://www.noticiasdenavarra.com/2015/06/29/sociedad/navarra/tres-nuevos-colegios-podran-incorporase-a-un-programa-que-fomenta-la-inteligencia-emocional