Lo tengo cada vez más claro: De lo que nos habla el fracaso escolar es de la pobre competencia lingüística de nuestros alumnos al llegar a la escuela y de la incapacidad de ésta para reducir las desigualdades culturales, especialmente entre los chicos.
Poorest boys lag behind on language skills
La mejor crítica que he leído en muchos años ha sido la que publicó Luis Landero en El País, titulada "El gramático a palos". Copio el enlace por si alguien dedicado a la enseñanza de la lengua (cualquiera) no conoce el artículo, aunque no lo creo: http://elpais.com/diario/1999/12/14/opinion/945126003_850215.html
ResponderEliminarApenas necesité el primer trimestre de dedicación profesional (1982) para percatarme de que era imposible introducir a mis alumnos en el disfrute de la literatura si antes no adquirían esa competencia fundamental. Desde entonces, en contadas ocasiones enseñé literatura, mi especialidad, y sí, permanentemente, los rudimentos de la expresión. De ahí que mi punto de vista respecto a la inmersión sea la de que se está consumando un premeditado ejercicio de consolidación de división de clases: la de los dirigentes y la de sus siervos. Mi capacidad es limitadísima y mis antecedentes escolares pobres de solemnidad, de ahí que critique también el derroche de ambición social que suponen nuestros planes de estudio. Redactar correctamente en la lengua materna es una labor hercúlea (del mismo modo que pensar es otro de sus trabajos). Hacerlo en tres o cuatro lenguas es una promesa política que se hace impunemente. Lo peor de todo es lo difícil que se le pone a un optimista congénito respecto de las posibilidades de superación personal no caer en el castrador determinismo social que la ausencia de esas facultades expresivas implica.
He leído el artículo de Landero y, aparte de estar muy bien escrito, no entiendo nada de la lógica de lo que explica. Cuenta la historia gramatical de empezar la casa por el tejado. En mis tiempos escolares, había los dictados, las redacciones, la explicación oral de nuestras vacaciones, la lectura por capítulos y en voz alta del profesor de las trifulcas de “Guillermo el travieso” de Richmal Crompton. En casa se alternaba la lectura del Capitán Trueno con la colección “El Grumete” de las novelas de Julio Verne y todo vino rodado incluido el estudio de la gramática, pero con una base previa de comprensión y expresión escrita y hablada. Todas las habilidades inteligentes y sus variantes se unían de manera lógica y natural en un mismo sentido.
EliminarMe parece evidente que se desdeña la capacidad de comprensión y de expresión en aras de un dominio técnico de la gramática que no les aporta esa competencia expresiva que otras prácticas como la exposición oral, la argumentación, el gusto por el comentario de lo leído, etc. sí favorecen. Hemos de contar con que la afición a la lectura, por ejemplo, no forma parte de los hábitos de nuestros jóvenes del mismo modo que pudo hacerlo en generaciones anteriores. Ese "todo vino rodado" es ahora un "a trancas y barrancas" desesperante, comenzando por la ausencia de léxico y acabando por la inexistencia de una lógica elemental.
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